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Reportaje:

REE echa la red en China

Ultima con SGCC, octava compañía del mundo, un pacto de colaboración tecnológica

El 8 de julio China puso en marcha su tercera línea eléctrica de muy alta tensión, dentro de los planes del Gobierno de construir una red de transporte para enviar grandes flujos de energía desde las regiones ricas en recursos del centro y el norte del país hacia los consumidores en la costa, donde se concentra el tejido industrial de la fábrica del mundo.

El nuevo tendido, de 800 kilovoltios en corriente continua, atraviesa 1.907 kilómetros desde una central hidroeléctrica en la provincia de Sichuan hasta la metrópolis de Shanghai. Con una capacidad de transmisión de 7 gigavatios (aproximadamente la potencia nuclear instalada en España), puede enviar hasta 32.000 millones de kilovatios hora al año a la capital económica y financiera china, y suministrar un tercio de sus necesidades en las horas de mayor demanda. Su operador -el grupo público SGCC (State Grid Corporation of China)- asegura que su energía limpia permitirá ahorrar el consumo de hasta 15 millones de toneladas de carbón y reducir las de emisiones de CO2.

REE cuenta con el primer centro del mundo de control de energías renovables
El interés por el coche eléctrico es compartido con su homóloga china

SGCC, gigante mundial en transmisión y distribución de energía, con 1,5 millones de empleados y una red que a finales de 2009 medía 553.382 kilómetros, tiene otra línea de muy alta tensión, de 1.000 kilovoltios en corriente alterna, 640 kilómetros de longitud y capacidad de transmisión de 2,8 gigavatios, entre las provincias de Shanxi y Hubei. China Southern Power Grid, la empresa menor del duopolio de distribución eléctrica -SGCC gestiona el 88% de la demanda-, opera una línea de 800 kilovoltios, en continua, con una capacidad de 5 gigavatios, entre Yunnan y Guangdong. China, además, va a invertir 300.000 millones de yuanes (34.400 millones de euros) hasta 2012 en nuevas líneas.

Las de muy alta tensión son la espina dorsal del plan de "red inteligente fuerte" emprendido por Pekín para trasladar grandes flujos de energía a larga distancia con pérdidas de transmisión reducidas. El plan, con horizonte 2020, va a mejorar la eficiencia y flexibilidad de la distribución y a facilitar la adopción de energías limpias (solar, eólica), cuyo carácter intermitente plantea problemas de integración en el sistema. Una "red inteligente" es capaz de gestionar mejor el almacenamiento, la transmisión estable y la asignación de potencia.

Estos proyectos se enmarcan en los ambiciosos objetivos del Gobierno en materia energética, medioambiental y de lucha contra el cambio climático, que contemplan que, para 2020, el 15% del consumo de energía primaria provenga de fuentes de origen no fósil, y se reduzca entre un 40% y un 45% la "intensidad de carbono" -cantidad de emisiones de CO2 por unidad de PIB (producto interior bruto)- respecto a 2005.

China tiene una potencia instalada de 874.000 megavatios -casi un 70% en térmicas de carbón-, y cada año añade otros 80.000 megavatios, casi el equivalente al total existente en España. Este paisaje abre grandes oportunidades para fabricantes de equipos como General Electric (EE UU) o la alemana Siemens, ya que Pekín prevé invertir entre 60.000 y 100.000 millones de dólares en la próxima década en mejorar la red.

Pero no solo. El plan chino para contar con una "red inteligente fuerte" incluye la creación de un sistema de coordinación y control que permita acomodar entradas de electricidad procedentes de los inestables suministros de las renovables. Y ahí España tiene una experiencia única que aportar al país asiático, según Luis Atienza, presidente de REE (Red Eléctrica de España), la empresa que opera en exclusiva el sistema español de transmisión, con una red de 34.754 kilómetros y casi 1.700 empleados. REE cuenta con el primer centro de control de renovables del mundo, que permitió integrar el 14% de la demanda de consumo en 2009 procedente de las renovables -sobre todo, energía eólica-, una cifra que en 2020 se prevé que llegue al 23%.

"A China le interesa nuestra experiencia y a nosotros su conocimiento en transporte de electricidad a gran distancia para la futura creación de la súper red europea y la conexión con el norte de África", explicó Atienza en una reciente visita a Pekín.

"En Europa, la máxima tensión de la red es 400 kilovoltios porque no hay distancias que justifiquen mayores voltajes. Las redes son muy malladas y de corta distancia, pero el auge de las renovables hará necesario transportar grandes flujos a otras zonas cuando varíen las condiciones meteorológicas. Europa está interconectada, pero con poca capacidad. La red no está diseñada para alcanzar un mercado único y compensar la variabilidad de las aportaciones eólicas", afirma.

De ahí que REE y SGCC (la octava mayor compañía del mundo, según la revista Forbes, con una facturación de 184.496 millones de dólares) estén negociando un protocolo para intercambiar conocimientos. Li Ye, alto funcionario de la Administración Nacional de Energía, aseguró a principios de mes que el Gobierno va a financiar este año la construcción de varios centros de investigación y desarrollo de tecnología de transmisión eléctrica para conectar los suministros eólico y solar a la red.

España tiene una potencia eólica instalada de 19.300 megavatios, sobre un total de 93.215, mientras la capacidad de interconexión con Europa es de 1.400 megavatios, uno de los niveles más bajos de la región. Es decir, es casi una isla eléctrica, que se ha visto obligada a gestionar una aportación procedente del viento muy variable, que el invierno pasado osciló entre menos del 1% y el 54% de la demanda eléctrica total. "Situación única en el mundo, que demuestra hasta dónde se puede llegar con una energía tan poco controlable sin poner en riesgo el sistema", dice Atienza.

REE prevé que la capacidad de interconexión con Europa llegue a 5.000 o 6.000 megavatios para 2020, y quiere incrementar la capacidad de bombeo de las centrales hidroeléctricas -que permite utilizar los excesos de energía para acumular agua en los embalses, que es utilizada luego para generar de nuevo electricidad-, así como mejorar la gestión de la demanda, incentivando el consumo en los momentos valle. "Y en esto el vehículo eléctrico es un aliado", afirma.

El interés por el futuro eléctrico del automóvil es compartido por la española y su homóloga china. SGCC ha potenciado la investigación de contadores inteligentes y tomas para electrodomésticos y vehículos eléctricos. "En 2020 será prohibitivo entrar en una ciudad europea con un coche de motor de combustión interna", asegura el directivo español. SGCC prevé instalar este año 75 estaciones de recarga eléctrica de vehículos en varias ciudades chinas.

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