El hospital de L'Aquila no tenía ni permiso de apertura
La constructora italiana que entregó el edificio acumula denuncias judiciales por corrupción
El terremoto de L'Aquila ha sacado a la luz, una vez más, lo mejor y lo peor de Italia. La solidaridad y el trabajo de miles de voluntarios han hecho posible atender y realojar a 55.000 desplazados y 1.500 heridos. Del otro lado, la chapuza, la ilegalidad y la falta de control que revela la caída de muchos edificios modernos en una zona de extremo peligro sísmico empiezan a suscitar escándalo.
Según se ha conocido este martes, el hospital de San Salvatore, la obra pública más importante construida en la región de Los Abruzos en varias décadas, no tenía siquiera permiso de apertura. El centro era totalmente ilegal: no existía para el Estado, no había sido registrado en el catastro y no tenía la cédula de habitabilidad, que debe garantizar sus condiciones de higiene y seguridad.
El estupor crece si se piensa que la empresa que construyó el hospital fantasma es la sociedad lombarda Impregilo, la mayor constructora italiana, una multinacional potentísima que hace obras en África, Europa, Oriente Próximo y América Latina.
El año pasado, Impregilo facturó 2.958 millones de euros y ganó 168 millones, y en este momento construye en Italia los metros de Génova y Nápoles, las líneas del Tren de Alta Velocidad Milán-Turín y Bolonia-Florencia (en ésta acaba de ser condenada por daños ambientales gravísimos), y la autopista Salerno-Reggio Calabria.
En el extranjero, la empresa que fue de la familia Romiti está construyendo el metro de Atenas, el exterior del túnel ferroviario de San Gottardo en Suiza, dos líneas ferroviarias en Venezuela, diques en Islandia y Ecuador. Y obtuvo el concurso para el Puente del Estrecho de Messina, que costará 3.880 millones de euros y se asentará por cierto sobre una falla.
En su dilatada historia, Impregilo acumula numerosos juicios y acusaciones de corrupción y atentados a la salud y el medio ambiente. Su cúpula directiva está imputada por estafa en el escándalo de la basura de Nápoles, donde también se investiga al gobernador campano, Antonio Bassolino, y al actual secretario de Estado y jefe de Protección Civil, Guido Bertolaso, comisario especial para la emergencia basura con Prodi y Berlusconi.
El escándalo de los residuos, que ha durado 15 años, ha empezado a solventarse con el incinerador de Acerra, que debía abrirse en 2003 pero fue acabado hace solo dos meses. Ha sido construido también por Impregilo.
La empresa con sede en Sesto San Giovanni (Milán) es la primera candidata a construir las centrales nucleares que el nuevo Ejecutivo italiano ha impulsado con la colaboración francesa. Pero, según se lee en su página web , una de sus grandes especialidades son precisamente los hospitales. Los hace en medio mundo, de Inglaterra a Argelia pasando por Arabia Saudí, Argentina, Grecia, Ecuador, Nigeria o Camerún.
Dice la web: "La construcción hospitalaria es desde hace tiempo una vocación de Impregilo, que hace treinta años es capaz de entregar hospitales 'llave en mano".
La empresa se hizo cargo del hospital de San Salvatore en 1991, y lo entregó en 2000. El centro se había comenzado en 1972, pero las dos empresas que se encargaron de los primeros pasos quebraron sucesivamente, hasta que un grupo comandado por Cogefar Impresit (hoy Impregilo) retomó las obras.
Una investigación parlamentaria reveló, ya en 1997, "la irracionalidad y obsolescencia de la plataforma constructiva y la escasa calidad de los materiales empleados" en hospital, que pese a todo abrió tres años después con gran pompa.
El día del terremoto, se derrumbó el 30% de San Salvatore, sus partes más antiguas. En minutos, una obra que había tardado 28 años en realizarse quedó inservible en un 90% y fue evacuada, mientras las ambulancias intentaban depositar allí a cientos de heridos.
Impregilo niega toda responsabilidad en el desastre: "No hemos hecho nada estructural en el hospital de L'Aquila", señala la empresa. Y añade: "Ganamos el concurso cuando la estructura había sido ya construida. Nuestra intervención, con diversas paradas, duró hasta 2002, y consistió en hacer instalaciones subsidiarias: suelos, baños, instalaciones eléctricas y mecánicas, obras de modernización".
La nota no aclara las dudas fundamentales. ¿Cómo entregó una estructura sin certificar ni registrar? ¿Por qué costó cerca de 200 millones de euros y casi 30 años de obras, mientras el moderno hospital quirúrgico que ha construido Emergency en Jartum, Sudán, ha costado 12 millones y tres años? Alfredo Rossini, fiscal jefe de L'Aquila, asegura que se hará justicia. "Me concentraré en los edificios modernos que debían estar construidos con materiales antisísmicos y que en teoría deberían haber aguantado. Y empezaré por el hospital".
Según la fiscalía, en los últimos meses San Salvatore ha hecho obras de mantenimiento por valor de 16 millones de euros sin concurso "alegando la urgencia de dotar de seguridad a la estructura".
Irónicamente, la vieja sede de San Salvatore, construida entre los siglos XVIII y XIX, aguantó íntegra el terremoto. Eran sin duda otros tiempos.
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