"La necesidad nos dirá si enseñamos juntos a hombres y mujeres"
Sorpresa. El rector de la Universidad Islámica de Gaza, Kamalain Shaath, luce bigote. Llama la atención porque la mayoría de los docentes, bedeles y alumnos llevan barba. Estas aulas son el orgullo del movimiento islamista Hamás. Son más bien dos centros académicos en uno: uno masculino y otro femenino, sin zonas comunes. Las muchas estudiantes y las escasas profesoras ocultan el pelo bajo pañuelos. Incluso se ve alguna a lo ninja, que sólo enseña los ojos. En el campus destaca la enorme mezquita. Pero, por lo demás, se parece a cualquier universidad occidental. Nueve facultades, desde Ingeniería (la primera, fundada en 1979) hasta Tecnologías de la Información o Enfermería; y 20.000 alumnos: el 60%, mujeres.
"Aquí es imposible que haya trabajo para todos, por eso los más educados se van fuera"
Estudiantes todos con un futuro nada esperanzador. Los empleos, no digamos ya los buenos empleos, escasean en Gaza (1,4 millones de habitantes, el 48% menores de 14 años en una extensión como la comarca de Alicante). Explica el rector que "no es un problema nuevo". "Aquí es imposible que haya trabajo para todos, por eso los más educados se van fuera, a los países del Golfo, a Europa... Aquí la educación es prioritaria".
Un repaso a su biografía, llamativa entre los palestinos pero no excepcional, lo demuestra. Shaath nació en Gaza en 1951, terminó la secundaria en Kuwait, hizo Ingeniería Civil en Egipto, un master en EE UU, el doctorado en el Reino Unido. Y un segundo master en España, en Granada. Hoy, enviar un estudiante al exterior es casi un milagro. "El año pasado logramos mandar un alumno a Suráfrica y fue una alegría", cuenta. Pero antaño incluso tuvieron extranjeros en sus clases. Hubo hasta un español. "De la Universidad de Salamanca", apunta Shaath. Su jefe de gabinete añade que "se llamaba Álvaro".
"Desde 2000 [cuando empezó la intifada de los suicidas], el intercambio de alumnos es mínimo por los problemas que hay para cruzar los pasos", detalla el rector. Para entrar o salir de Gaza es imprescindible un permiso del Ejército israelí, que ocupa la franja desde 1967. Obtenerlo es dificilísimo. Si uno es joven, resulta prácticamente imposible.
Esa situación debilitó tanto los acuerdos de la Universidad Islámica con centros académicos extranjeros que el boicot internacional impuesto hace un año, tras la victoria electoral de Hamás (considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea), no les ha afectado en ese ámbito.
Aún tienen acuerdos con un puñado de centros, incluidos dos estadounidenses. "[El boicot] nos ha afectado porque afecta a los alumnos. Sus matrículas financian el 75% de la gestión. Y muchos no han podido pagar a tiempo o no han podido pagar nada. Pero las ONG les han dado préstamos. También llegan donaciones, pero menos". Las dádivas financian los proyectos de investigación.
Pero lo peor que les ha ocurrido últimamente es que la universidad de Hamás fuera atacada a principios de febrero durante la batalla fratricida entre las dos grandes facciones palestinas. La Guardia Presidencial de Mahmud Abbas, líder de Al Fatah, entró a saco y los daños suman 7,4 millones de euros. Muchas aulas quedaron inservibles, también arrasaron valioso equipamiento.
Pero el rector no quiere hacer sangre. "Lo ocurrido fue parte de un conflicto muy grande, pero la universidad no era un objetivo específico. No quiero incidir más porque ha habido un acuerdo político [Hamás y Fatah han formado un Ejecutivo de unidad nacional]. Presentamos una denuncia y espero que siga su curso legal". Un deseo quimérico en una Gaza sumida en el desgobierno absoluto.
La de la franja es una sociedad muy tradicional, cada vez más religiosa. Esta universidad no desentona en ese ambiente. El rector tarda mucho en responder a la pregunta de qué peso tiene la religión en la educación que imparten. "Hay diferencias en nuestro punto de vista hacia la religión y el de ustedes como cristianos. Para ustedes hay una gran separación entre la religión y la vida cotidiana. El islam no es sólo rezar y vestir de una manera, también es no mentir, enseñar bien... El verdadero musulmán vive de manera islámica. Por eso en esta universidad la religión tiene mucho peso". Pero no descarta que, como en España, la segregación por sexos sea algún día historia: "El islam no es inamovible, puede modificarse, la necesidad dirá si un día enseñamos juntos a hombres y mujeres".
Un cambio que le gustaría ver pronto es el aumento de profesoras (el 12%). Muchas graduadas dejan de trabajar tras casarse. Le preocupa, pero recalca que ellas tienen la última palabra. "Le voy a contar una historia. Mi hija vivió conmigo en EE UU y en Inglaterra. Estudió en la Universidad Islámica. Era partidaria de trabajar, pero al tener hijos no pudo con todo y ha elegido quedarse en casa. Veo cómo educa a sus hijos y es mucho mejor de lo que hicieron mi madre o mi esposa".
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