Las cuerdas altas desafinan
El nivel medio de los músicos españoles, salvo en viento, no es competitivo en Europa - Los expertos achacan el problema a la pedagogía obsoleta
Sólo hay que echar un ojo a revistas especializadas extranjeras para constatar que las orquestas españolas, descontentas con el nivel de los profesionales del violín y la viola -las llamadas cuerdas altas-, optan por buscar profesionales fuera mediante anuncios. La presencia de este tipo de instrumentistas nacionales en las sinfónicas es casi simbólica. Tres o cuatro personas de un total de 40 tocando estos dos instrumentos. La pretensión institucional es revertir la tendencia y, mientras tanto, se consuela pensando que la proporción es mucho mayor en el resto de la plantilla.
"El nivel de los españoles con Europa no se puede comparar salvo en viento. Somos buenísimos en flauta, oboe, clarinete... Muchos españoles ocupan puestos en orquestas europeas", cuenta el contrabajista Miguel Rodrigáñez. El cuello de botella está en los conservatorios incapaces de formar profesionales. "Cuando yo estudiaba en la Royal Academy de Londres, el trato era universitario. Aquí los conservatorios son un funcionariado con sistemas del siglo pasado", prosigue el músico.
Los especialistas resaltan el problema de los alumnos de violín y viola
Muchos intérpretes piensan que hasta ahora las novedades en fisiología, neurología o psicología que han revolucionado la pedagogía musical apenas se han aplicado en el sistema nacional. Un retraso que afecta sobre todo a las cuerdas. "Los alumnos tienen problemas fisiológicos que les impiden tener soltura y avanzar. Tocan agarrotados", asegura el músico y profesor Juan Krakenberger.
Desde un prisma mucho más optimista habla José Luis Turina, director de la Joven Orquesta Nacional de España (Jonde), que se agarra a los datos. "Es verdad que el nivel ha sido bajo, pero las cosas están cambiando y pronto se verán profesionales en las orquestas. En maderas y metales somos muy buenos porque hay mucha tradición de bandas en Valencia y ahora también en Galicia. En cuerdas no la tenemos, pero se está mejorando. A las pruebas de la Jonde, por ejemplo, en 2001 se presentaron 45 violinistas y este año 150. Hay mucha gente que toca y cada vez mejor".
Turina saca pecho al recordar que hace una década un jurado extranjero elegía tan solo cada año uno o dos músicos españoles para la Joven Orquesta Gustav Mahler y la Joven Orquesta Europea. Hoy son unos 17, entre ellos varios violines. "Han visto la evolución desde el principio y están asombrados".
Juan López Martínez, subdirector general de Ordenación Académica, es consciente del problema y también reclama paciencia: "En la legislatura pasada, con nueva ley educativa, hemos desarrollado una reforma importante del grado medio que ahora es más moderno y más orientado hacia la excelencia". Con vistas a una mejora en la maestría, Krakenberger propone un curso de pedagogía para principiantes de cuerda. Duraría un año lectivo y tres niños recibirían clases semanales delante de 30 potenciales profesores. Ello serviría para diagnosticar los defectos de los propios maestros y para ofrecer soluciones recogidas en un vídeo de proyección obligatoria para el personal de los conservatorios. "Aquí se cree que la letra con sangre entra y se somete a los niños a mucha presión: muchas horas de ensayo, exámenes desde pequeños...", se queja este experto.
"Lo que tiene que haber, como en Europa, son escuelas de música en las que el niño no tenga ningún condicionante de estudio y hacia eso vamos", añade el director de la Jonde. Mientras, Rodrigáñez echa por tierra la idea de que hay que empezar pronto. "Yo empecé con el rock, me pasé al blues y me apunté con 17 años al conservatorio para tocar jazz. A los 20 estaba en la Jonde, el primero que dio un empujón a la formación profesional. Luego las jóvenes orquestas de las comunidades autónomas se han dado cuenta de que da caché".
La virtuosa de 13 años Carla Marrero, que ha actuado con Plácido Domingo o Barenboim, no ha pisado un conservatorio y eso que se inició a los 18 meses. No va al colegio y le dedica muchas horas al violín -complementado con viola y piano- entre Madrid y Alemania. Su familia no concibe otro sistema en un país en el que las cuerdas altas tradicionalmente han desafinado.
Zaragoza va por libre
En Europa, si un músico demuestra su capacidad no hace falta que presente diplomas u oposite para que enseñe en un conservatorio. Las puertas están abiertas. Una práctica no extendida en España pero a la que se ha sumado el conservatorio de Zaragoza, amparado por una ley específica de educación musical de la Comunidad Autónoma de Aragón."El Gobierno de Aragón entiende que éste es el modelo para conseguir objetivos. Nuestro proyecto es reciente. Tiene sólo cinco años pero el resultado es muy satisfactorio", cuenta su director, Pedro Purrey. El ingreso en el claustro de estos profesionales, sostiene, termina con "el funcionariado, las listas, la presión de los sindicatos...".Además, el conservatorio da más relevancia a la interpretación en grupo -frente a las clases tradicionales, enfocadas sobre todo a la individualidad-; apuesta por que los profesores venidos de fuera impartan clase no sólo de posgrado sino de grado, y en su mente está acercarse a los más pequeños, los más aptos para el aprendizaje.Tras un proyecto piloto de dos años, la escuela infantil se inaugurará el próximo curso.
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