Nord Stream sigue su curso
Los países del Báltico se oponen al gasoducto ruso que abastecerá a la UE
El gran proyecto del gigante energético ruso Gazprom toma nuevos bríos. Se trata de la construcción del gasoducto Nord Stream, que debería comenzar a verter gas ruso en el corazón de la Unión Europea a partir de 2011. El proyecto ha levantado ampollas en algunos países de la UE, sobre todo de los bañados por el mar Báltico, que recelan del control que ejercen sobre la operación rusos y alemanes.
El presidente polaco, Lech Kaczynski, considera que no hay justificación económica para la construcción del gasoducto, e incluso ha insinuado que se trata de un nuevo acuerdo Molotov-Ribbentrop. "Es nuestro deber estar muy vigilantes en todo lo que se refiere a las relaciones ruso-alemanas", dijo Kaczynski.
Cuando el ex canciller alemán Gerhard Schröder, uno de los principales defensores del gasoducto, dejó su puesto, en 2005, fue nombrado miembro del Consejo de Dirección del proyecto. Además de suscitar dudas éticas, la contratación de Schröder despertó una agria reacción en Polonia y en los países bálticos.
"Cuando nosotros consultamos sobre el tema, el ex canciller respondió que se trataba de un acuerdo entre empresas privadas. Perdón, ¿Gazprom empresa privada?", se pregunta el presidente de Estonia, Toomas Ilves. "Nosotros también somos parte de la Unión Europea, y el Báltico es también nuestro mar. Vemos en esto una maniobra en la que se usan los recursos naturales para comprometer políticamente a Europa. Estamos consternados por cómo se hacen las cosas en la UE. Esto es la schröderización de la política", declaró Ilves a EL PAÍS.
El gasoducto submarino cubrirá 1.200 kilómetros desde el puerto de Vyborg, en el golfo de Finlandia, hasta Greifswald, en la costa norte de Alemania, a sólo 200 kilómetros de Berlín. Dos tuberías paralelas transportarán gas suficiente para dar electricidad a 25 millones de hogares. A partir de 2015, el gasoducto cubrirá el 25% de la importación de gas de la UE.
La paternidad del proyecto se atribuye al mismísimo Vladímir Putin, entonces presidente y ahora primer ministro de Rusia, y su coste inicial es de 7.400 millones de euros. En 2005, Gazprom firmó un acuerdo con las alemanas E.On y BASF y con la holandesa Gasunie. De este acuerdo nació el consorcio Nord Stream, con sede en Zug (Suiza). Gazprom se quedó con el 51%; E.On, con el 20%; BASF, con otro 20%, y Nederlandese Gasunie, con el 9%.
El trazado del gasoducto pasa por zonas marítimas de Finlandia y a dos kilómetros de aguas estonias, suecas y danesas. Para acelerar las cruciales evaluaciones sobre el impacto ambiental, el consorcio ha fichado como consultor a otro peso pesado, el ex primer ministro de Finlandia Paavo Lipponen. Consultado el político sobre la viabilidad de su nueva responsabilidad, respondió: "Ésta es una labor patriótica. Se trata de asegurar fuentes fiables de energía para la UE, y nuestro país debe colaborar en ello".
De acuerdo a las proyecciones, la importación de gas ruso a la UE aumentará de 130.000 millones de metros cúbicos actuales a 190.000 millones en 2020, un 50% más. Los defensores del proyecto argumentan que será imposible resolver las necesidades europeas de gas sin Rusia, el país con las mayores reservas del mundo.
Según Sebastian Sass, gerente de relaciones internacionales de Nord Stream, las evaluaciones sobre el impacto ambiental ya están bajo estudio en Suecia y Finlandia. "Esperamos sus respuestas para el verano del próximo año. Estos estudios están siendo realizados por los expertos más cualificados del mundo y, por tanto, creo que las repúblicas bálticas estarán satisfechas con esos resultados", declaró Sass desde Zug.
El ejecutivo asegura que el proyecto se mantiene en su presupuesto inicial. "Tenemos financiado el 50%, y por el 50% restante estamos en negociaciones con entidades bancarias de prestigio". Pero en la situación actual, la obtención de créditos no es tan simple. "Nord Stream no tendrá problemas. Representamos a cuatro compañías robustas, y los bancos, sobre todo en tiempos como éstos, buscan proyectos sólidos como el nuestro", apunta Sass. -
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