Hungría se estanca
El nuevo Gobierno se enfrenta al dilema de dinamizar la economía o continuar con los ajustes
No es difícil adivinar que la principal tarea del nuevo Gobierno húngaro será combatir la profunda crisis económica en la que se encuentra sumida el país desde hace casi dos años. La novedad radica en cómo hacerlo y qué herramientas utilizar. El partido FIDESZ, liderado por el futuro primer ministro, Viktor Orban, afronta una situación económica extremadamente compleja, con un PIB que el año pasado cayó un 6,3% -el peor dato desde 1991- y un préstamo de las instituciones internacionales que obliga a controlar el déficit de manera draconiana durante los próximos tres años.
La crisis financiera mundial generó serios desequilibrios en la economía húngara, colapsando su sistema financiero y cerrándole el paso a los mercados internacionales. Esta situación pudo solventarse en parte gracias al millonario rescate emprendido por el FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea, equivalente a 20.000 millones de euros. A cambio, el Ejecutivo del entonces jefe de Gobierno, el socialista Gordon Bajnai, se comprometió a reducir el déficit en cifras cercanas al 3% del PIB.
El ganador de las elecciones pide un margen para reactivar la actividad
En 2008 este dato llegó hasta el 3,8%, después de registrarse un 5% en 2007 y un 9,3% en 2006. Este severo ajuste, que obligó a recortar las pensiones y los salarios del sector público, es visto por los expertos como uno de los grandes responsables de que el aparato productivo y el consumo sigan estancados. Es más, las últimas previsiones del Ejecutivo indican que el país seguirá en recesión este año, reduciendo su PIB un 0,2%. Hungría se convertirá así en uno de los pocos países de Europa del Este que mantendrá los números rojos junto a Estonia, Lituania y Letonia.
Para 2010, el objetivo de recortes comprometido con el FMI sigue siendo del 3,8% de déficit, pero el nuevo Ejecutivo ya ha advertido de que esta cifra es inalcanzable y no se puede pensar en la recuperación con estos niveles de ajustes. Viktor Orban ya ha avisado de que en su próxima reunión con el FMI, a finales de mayo, pedirá mayor margen de maniobra y una flexibilización de los límites de déficit. De momento, y si se sigue la estela del anterior Ejecutivo, el déficit debería estar en torno al 4,3%.
Este plan de austeridad choca frontalmente con una de las principales promesas electorales del Ejecutivo entrante: recortar los impuestos durante tres años a partir de enero de 2011. Orban ha señalado que hará todo lo posible por poner en marcha estas modificaciones, pero también ha advertido de que no se puede tener ninguna claridad presupuestaria hasta conocer a fondo las cuentas del anterior Ejecutivo.
El problema es que los organismos internacionales no están de momento por la labor de realizar estas flexibilizaciones que pide Orban, principalmente porque la deuda pública que acumula Hungría ya roza el 80% -en 2009 llegó al 72,9%-, 20 puntos por encima de los límites establecidos por la Unión Europea para una eventual entrada en la moneda única.
Mientras tanto, el resto de los indicadores se mantienen inestables. Las últimas previsiones de organismos privados indican que el consumo seguirá cayendo en torno al 2% en 2010 y que las inversiones no crecerán más allá del 1,5%. En desempleo se mantendrá en el 11%, y la inflación ha alcanzado un 5,7% en febrero. -
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