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Reportaje:Las consecuencias de la crisis

La deflación asoma por primera vez

Los precios bajan en marzo un 0,1% en tasa interanual, según el avance del INE - Solbes lo achaca a la caída del petróleo y descarta un descenso persistente

Alejandro Bolaños

2009 se está ganando a pulso su sitio en los libros de Historia. Todos los augurios anticipan que será el año en el que la economía mundial retrocederá, algo inaudito desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. España sufre de lleno la crisis, aunque ya entró en recesión al menos en otras tres ocasiones durante la democracia. Porque para fenómeno extraño en la economía española, lo que ha ocurrido en los últimos 12 meses: los precios bajaron.

El debate sobre la deflación es recurrente en Estados Unidos y llena de preocupación al Gobierno de Japón, que padeció a finales de los noventa alguno de sus efectos más perversos. Pero, si el dato anticipado ayer se confirma, será la economía española, una habitual en la lista de países avanzados más inflacionistas, la primera en reportar una caída en la tasa anual de precios.

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El indicador adelantado que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja que los precios bajaron un 0,1% en marzo. Es un dato que anticipa con precisión -como mucho, varía en una décima-, lo que contará dentro de quince días el IPC, el índice que mide la evolución de bienes y servicios de consumo de la economía española en los últimos 46 años. Y en esa serie, que empieza en enero de 1962, no hay ningún otro mes que muestre un signo negativo es la tasa anual.

El INE envía esta estimación adelantada a la oficina estadística de la Comisión Europea, que elabora un índice armonizado con datos de todos los países de la UE. La estadística de marzo aún no está disponible, pero vista la evolución de los precios en España (pasaron de subir un 0,7% en febrero a caer en marzo) se repetirá, por tercer mes consecutivo, otro hecho inusual: la tasa anual de precios de la economía española será más baja que el promedio de la zona euro (1,2% en febrero). De hecho, sólo Irlanda y Portugal, entre los países que usan la moneda única, flirteaban con la deflación el mes pasado.

"Es simplemente un dato negativo, que tiene que ver con la evolución del petróleo. Hay que darle la importancia que tiene, ni quitársela, ni exagerarla". El vicepresidente económico, Pedro Solbes, templó ante la novedad. En declaraciones a TVE, además, fijó la posición del Gobierno ante el debate que viene. "La deflación es una situación continuada de caída de precios, y no es ésa la situación de España todavía".

Los argumentos que expuso horas después el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, sonaron muy parecidos. "En este momento no hay riesgo sólido de deflación" en Europa, dijo ante los parlamentarios europeos.

La evolución del petróleo es un asidero sólido para los que argumentan que la caída de los precios tiene fecha de caducidad. La diferencia con lo que aconteció el año pasado es brutal (en marzo de 2008 el barril de brent alcanzó una cotización media de 66 euros, este mes se quedó en 36). Y será aún mayor, al menos, hasta julio: la vertiginosa subida que registró el crudo en 2008 tocó cima en verano, con un precio superior a los 93 euros.

La llamativa evolución de los precios en España, por su elevada dependencia energética, debe mucho a la evolución del petróleo: fue el país que peor encajó la escalada del crudo (la inflación alcanzó el 5,3% en julio del año pasado) y el que más se beneficia de la devaluación del oro negro. Pero no es la única explicación. El influjo de la caída de la demanda, causa y efecto de la recesión, gana peso. Y es ahí donde se abre el debate.

Que, por comparación con el año pasado, la evolución del petróleo anticipaba una caída de los precios durante varios meses era un pronóstico compartido por el Gobierno y los analistas. Lo que no pensaba casi nadie es que fuera a producirse tan pronto. Y en esto no hay petróleo que valga: la cotización del crudo apenas osciló este mes y se ha comportado como estaba previsto.

"La inestabilidad de los precios energéticos dejó de ser un factor problemático para los modelos de predicción a finales de 2008, pero a mediados de febrero tuvimos que hacer una revisión a la baja notable. Por primera vez era evidente que había un efecto claro de la caída del consumo", explica Emiliano Carluccio, analista del Instituto Flores de Lemus.

Este centro de predicciones, adscrito a la Universidad Carlos III de Madrid, modificó entonces su vaticinio y lo dejó en una variación nula (0%) para marzo, cuando antes pronosticaba aún una subida interanual del 0,4%. Otros servicios de estudios, que no hacen revisiones tan frecuentes, se han visto sorprendidos por el dato del INE. Y también lo explican por el frenazo en la demanda, señal de que la recesión se agrava: el Gobierno ya da por hecho que en el primer trimestre de este año, el retroceso del PIB puede ser aún mayor que en el tramo final de 2008. "Nosotros preveíamos una subida del 0,3%", explica Ángel Laborda, del servicio de estudios de la fundación de las cajas de ahorros (Funcas).

Laborda señala como causas a la posible desviación de turismo y viajes (la Semana Santa fue el año pasado en marzo y éste en abril) y al efecto de la baja demanda en alimentos frescos y en el sector textil (los precios no se habrían recuperado como es habitual tras las rebajas).

La caída de los precios ha tenido muchas consecuencias positivas para la economía española: el ahorro en la factura energética este año puede llegar a los 18.000 millones de euros. Y el descenso del Euríbor, tras sucesivas recortes en los tipos de interés facilitados por la baja inflación, supondrá una inyección de más de 6.000 millones para las familias que tenían ya hipotecas de tipo variable.

Pero la deflación asusta porque, como explica Laborda, si es prolongada, "eso lleva a un cambio de las expectativas sobre los precios y hace que la gente se frene al consumir o invertir", lo que transformaría la recesión en depresión, como ocurrió en tras el crack de 1929 en EE UU. Además, si la inflación ayuda a pagar las deudas (lo que se debe a los bancos no se actualiza con el IPC y los sueldos sí), la deflación aumenta su coste relativo, una mala noticia para un país tan endeudado como España.

El servicio de estudios de La Caixa añade que "las tradicionales rigideces de la economía española dificultan la deflación". Los expertos de la entidad catalana hacen referencia a la resistencia a caer de los precios de los servicios (el sector más importante y el menos abierto a la competencia) y los incrementos salariales, que en muy pocos casos se dan la vuelta. Todo eso se deja notar en la inflación subyacente (excluye los precios energéticos y de alimentos frescos), que baja a paso lento.

"La deflación también pueden ser buenas noticias, excelentes en el caso de la economía española", opone Carluccio. El analista del Instituto Carlos III cree que la evolución reciente del IPC derriba el mito de que los precios en España no son flexibles. Y sostiene que ganar competitividad al mantener la evolución de los precios por debajo de la zona euro "puede ser la única forma de salir de esta crisis".

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