Zapatero avisa de que tras el acuerdo queda mucho trabajo por hacer

José Luis Rodríguez Zapatero salió de la cumbre del G-20 con un mensaje de confianza y realismo. Si antes de viajar a Londres, el presidente auguraba que esta cita marcaría el "inicio de la recuperación económica", ayer admitió que "queda mucho trabajo por delante" y que frenar la destrucción de empleo y la caída del PIB ya es "una expectativa muy positiva".

Tras subrayar que "esta cumbre facilitará la recuperación", matizó que "el segundo semestre

sería el momento en que podamos afirmar que se ha tocado fondo y comienza la recuperación". Lejos quedan los tiempos en que se esperaba que el plan de inversiones municipales de 8.000 millones tuviera efecto esta primavera. Las estadísticas oficiales arrojaron ayer 123.500 parados más en marzo.

El Gobierno da por hecho que estará en la nueva cumbre de otoño

El jefe del Ejecutivo y Obama se verán el próximo domingo en Praga

Como octava economía del mundo, pese a sus dificultades, España salió de la reunión con un compromiso concreto: aportar 4.000 de los 75.000 millones de euros que pondrá la UE a disposición del Fondo Monetario Internacional (FMI), para que triplique sus recursos y pueda acudir en auxilio de los países en dificultades. Este dinero, según fuentes del Ministerio de Economía, pertenece a las reservas del Banco de España y sólo saldrá de allí si es requerido. Aún falta por negociar la parte que corresponderá a España de los 100.000 millones de dólares destinados a los bancos multilaterales de desarrollo y de los 250.000 que se movilizarán para financiar el comercio.

Zapatero negó que en los debates de la cumbre se hubiera producido la discrepancia entre partidarios de nuevas medidas de impulso fiscal (EE UU y Reino Unido) y defensores de una regulación estricta de los mercados financieros, tal como han reflejado los medios de comunicación. "No he visto diferencias, sino una coincidencia generalizada en el esfuerzo realizado. Me parece muy razonable que tengamos que ver los efectos de las medidas tomadas", respondió.

Y ciertamente dicha cuestión no se ventiló en los debates de la cumbre, sino entre bambalinas. Fuentes de La Moncloa indicaron el miércoles que el primer ministro británico, Gordon Brown, había pedido al presidente español que mediase entre EE UU y Alemania.

Ayer, Zapatero obvió este punto y prefirió decir que sus esfuerzos se han volcado en el tema de los paraísos fiscales, en el que estuvo en las "posiciones más avanzadas", y a los que auguró el fin de la inmunidad.

Las sanciones para los países incluidos en la lista de paraísos fiscales de la OCDE, que todos los asistentes a la cumbre acabaron aceptando, correrá a cargo de los ministros de Economía, mientras que la nueva regulación del sistema financiero será la tarea del Foro Estabilidad Financiera (FSF), rebautizado como Consejo de Estabilidad Financiara (FSC), en el que España acaba de entrar.

Zapatero se felicitó de la consolidación de España como socio del G-20 y dio por hecho que estará en su próxima reunión, prevista para otoño en Estados Unidos, coincidiendo con la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En cambio, no se cuenta con él para la cita de julio del G-8 en Italia, aunque Berlusconi quiere invitar a las economías emergentes.

La reunión de Londres sirvió al jefe del Gobierno español para "conocer, saludar y conversar en varias ocasiones" con Obama. "La primera impresión", dijo del nuevo presidente estadounidense, "no puede ser mejor. Espero que culmine con un entendimiento que anticipo va a ser muy fácil y positivo para España". Tendrá ocasión de comprobarlo en la entrevista que ambos mantendrán el domingo en Praga tras la celebración del Ecofin (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE).

"Esta cumbre contribuye a la confianza y facilitará la recuperación. Ha habido unidad y decisiones. Ahora toca trabajar, trabajar y trabajar. Y acertar", dijo como conclusión en su comparecencia ante los medios de comunicación.