Trichet deja un BCE más dividido que nunca
El alto funcionario francés abandona el instituto emisor tras ocho años en el cargo. -El italiano Draghi asumirá el testigo
Jean Claude Trichet (Lyon, 68 años) dice adiós al Banco Central Europeo y deja tras de sí un consejo más dividido que nunca. Ocho años después de su llegada, Trichet ha presidido hoy su último Consejo de Gobierno del organismo. Lo ha hecho en medio de una crisis económica que se ha recrudecido en el último año, con el rescate griego que todavía colea y con el FMI azuzando sobre las decisiones que el organismo debe asumir.
Trichet traspasa al italiano Mario Draghi el mando de una institución que en los últimos tiempos ha visto cómo se agravaban las tensiones entre los 23 miembros de su Consejo. Unas discrepancias que se han agudizado debido a las posiciones enfrentadas por la compra de deuda de países europeos. Un programa que la institución comenzó en 2010, en las fechas posteriores al rescate griego, y que retomó a comienzos de agosto de este año con la adquisición de bonos italianos y españoles para frenar el acoso de los mercados a su deuda.
El mandatario francés asumió el timón del Banco Central Europeo en un momento de bonanza económica, pero durante los últimos cuatro años ha tenido que tripular el barco entre una tormentosa crisis económica. Una situación económica adversa en la que cuando parecía que paraba de llover han vuelto a caer chuzos de punta. En los últimos meses se ha tenido, además, que enfrentar con "probablemente la mayor ruptura interna en la historia del BCE", según apuntaba el economista del banco Berenberg, Holger Schmieding.
El hombre que dice no en 54 palabras deja atrás un Consejo en el que ya no se sienta Jürgen Stark. El economista jefe de la institución fue uno de los consejeros que se opuso a la compra de bonos por parte del BCE. Junto a él se alineaba el presidente del Banco Central Alemán, Jens Weidmann, y otros los consejeros de Austria y Holanda. Trichet se marcha en un momento económico complicado con diferentes voces augurando una nueva recesión y varias otras pidiendo la implantación de los llamados eurobonos.
Las diferencias sobre política monetaria podían estar previstas en la fundación del BC, ya que, son discrepancias inevitables en un organismo en el que están presentes representantes de los 17 países de la eurozona con intereses comunes, pero también con otros divergentes. Sin embargo, estas pueden haber llegado a un punto en el que se planteen problemas de fondo, de cómo el BCE debe afrontar su misión. Una misión que recordó el propio Trichet en una comparecencia ante los europarlamentarios hace dos días: "A veces se olvida que el objetivo primario del BCE es mantener la estabilidad de precios".
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