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La Ronda de Doha mengua para lograr un acuerdo de mínimos este año

La negociación para liberalizar el comercio descarta medidas que enfrenten a países ricos con emergentes - Solo habrá alguna concesión al mundo en desarrollo

Alejandro Bolaños

Tras casi tres años en hibernación, la Ronda de Doha, la negociación para liberalizar el comercio mundial, sale del letargo. De mala gana, apenas para desmentir una retirada definitiva. Sin cambios en los grandes asuntos que la truncaron en 2008, Pascal Lamy, el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha cogido un atajo para avanzar este año: desgajar medidas que dan ventajas a los países más pobres. Pero ni la modestia de la propuesta (estos 32 países suponen el 1% del comercio internacional) garantiza que llegue a buen puerto.

"Piensen en las consecuencias del fracaso". A finales de marzo, Lamy constató ante los embajadores de los países de la OMC un estado de ánimo: los mismos que en la primera cumbre (noviembre de 2008) de líderes del G-20, el grupo de países ricos y emergentes, pedían una resolución urgente de la Ronda de Doha, arruinaban luego cualquier atisbo de avance. Lamy promueve ahora una "cosecha temprana" de asuntos en los que sí hay consenso para romper el bloqueo.

Lamy persigue la eliminación de los subsidios al algodón en EE UU

Los embajadores de la OMC apoyaron hace dos semanas explorar la triple vía que propone Lamy: una negociación intensiva sobre ventajas comerciales para los países más pobres que permita un acuerdo en la cumbre ministerial de diciembre; en paralelo, una ronda de contactos para discutir qué otros asuntos podrían incorporarse a esa "cosecha temprana"; y lo que el director general de la OMC llamó "vía lenta" -por no llamarle vía muerta-, donde se aparcarán los asuntos que tienen bloqueada la Ronda de Doha.

Porque los escollos insalvables siguen ahí: ni las potencias emergentes (India, China, Brasil) están dispuestas a eliminar los aranceles en varios sectores industriales; ni los países ricos apoyan un mecanismo de salvaguarda que permita restringir la importación de alimentos cuando amenace la agricultura local.

Lamy pretende delimitar este mes el paquete de medidas con el que salir del atolladero. Juega la baza del argumento moral: todos dicen estar a favor de dar trato preferente a los países más pobres, que fue además el motivo que animó esta octava ronda de negociaciones comerciales, iniciada en 2001. "Se la llamó Ronda de Desarrollo, pero nadie se lo creyó, la liberalización del comercio beneficia sobre todo a los países avanzados", puntualiza Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano. "Y en lo que quieren hablar ahora no hay grandes ganancias comerciales", añade el profesor de la Autónoma de Madrid.

El director general de la OMC plantea que en diciembre se consagre al menos la eliminación total de aranceles y cuotas para las exportaciones de los países más pobres. Lamy mantuvo que también debe darse "un paso adelante" en la eliminación de subsidios al algodón, singularmente de EE UU. El Gobierno estadounidense llegó, en julio de 2008, a aceptar la supresión de estos subsidios, que dan ventaja a 25.000 productores frente a millones de agricultores de Malí, Chad, Burkina Faso y Benín. Pero lo hizo a cambio de otras concesiones, ahora en vía muerta.

"Se pide un cambio radical en la negociación, escalonar en varias etapas lo que debe ser un solo acuerdo", advirtió el embajador estadounidense, Michael Punke, reacio a desvincular unas propuestas de otras. "No estoy seguro de que funcione", remachó.

"Una cosecha temprana para los países más pobres es apenas un acuerdo de mínimos tras una década de negociaciones", señala Romain Benicchio, observador de Oxfam Internacional en Ginebra, sede de la OMC. Y matiza sobre el desarme arancelario: "Se acordó dar acceso libre a, al menos, al 97% de las exportaciones de los países más pobres. Las mercancías en las que son más competitivos, como el textil o el azúcar, suponen menos del 3% de las líneas tarifarias y podrían quedar fuera".

"Hay que arremangarse la camisa, negociar otra vez", arengó Lamy a los embajadores de la OMC. Si su iniciativa fructifica, la Ronda de Doha habrá dado señales de vida, por débiles que sean. Pero si la cumbre de diciembre vuelve a no tener éxito, la idea de un nuevo pacto comercial volverá a los cuarteles de invierno.

El director general de la OMC, Pascal Lamy, el pasado mayo en París.
El director general de la OMC, Pascal Lamy, el pasado mayo en París.YOAN VALAT (EFE)

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