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Reportaje:Economía global

Olivares sin futuro

Con las cotizaciones actuales del aceite, la mitad de los 2,45 millones de hectáreas cultivadas, deberían abandonarse al no cubrir los costes productivos

El sector del aceite de oliva -más de 500.000 olivareros, 1.800 almazaras y más de 800 empresas envasadoras- atraviesa en los últimos meses una de las crisis más graves que se recuerdan en las últimas décadas ante la fuerte bajada de los precios en origen que en los últimos 12 meses ha sido de una media del 30%.

Desde el sector agrario hay voces diferentes a la hora de reclamar responsabilidades. Para la organización agraria Coag, la caída se debe a la política seguida por unas pocas industrias que controlan una parte muy importante de las ventas. Por el contrario, desde UPA se considera que se trata de un problema de mayor calado y responsabilizan de esta situación a la caída de la demanda en todos los mercados y, sobre todo, a la estrategia de la gran distribución de vender aceites baratos con sus propias marcas como un producto reclamo, y a la falta de mecanismos de intervención para regular el mercado. UPA ha presentado denuncias contra varios grupos de la gran distribución por la venta de aceite a pérdidas.

La crisis y la caída de la demanda han convertido el aceite en producto reclamo

El sector olivarero español se asienta hoy sobre una superficie de 2,45 millones de hectáreas con unos 350 millones de olivos y es eje de la actividad económica en muchas áreas rurales del sur. De esa cifra, unas 550.000 hectáreas son producciones de regadío, mientras que el resto son tierras de secano y olivares en zonas de sierra donde cumplen un papel medioambiental. Frente a lo que ha sucedido en otros cultivos con abandonos de superficies, en el olivar, la buena rentabilidad de la última década provocó un aumento de las plantaciones en regadío.

Tirando sólo de la estadística, las producciones medias serían de unos 2.100 kilos de aceituna por hectárea, equivalentes a algo menos de 500 litros de aceite. Sin embargo, la realidad es otra. En las 550.000 hectáreas de superficies de regadío, las producciones pueden superar los 5.000 kilos por hectárea, y llegar incluso a los 10.000 kilos en las pocas decenas de miles de hectáreas de olivares superintensivas. Hay otras 700.000 hectáreas en tierras de buena calidad con una producción superior a los 3.000 kilos por hectárea. Y, sobre todo, hay 1,2 millones de hectáreas con producciones de menos de 2.000 kilos de aceituna por hectárea que se hallarían por debajo de los umbrales de los costes mínimos con un futuro inviable a los actuales precios de los mercados.

Según un estudio elaborado por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Jaén sobre una superficie de unas 565.000 hectáreas, los costes medios de una hectárea de olivar se sitúan entre los 1.600 y los 2.050 euros. Supone un coste medio por kilo de aceite de entre 2,2 y 2,3 euros sin contar con una ayuda comunitaria media que oscila entre 500 y 600 euros por hectárea.

Al precio actual de 1,70 euros en origen, el 47% de los olivares de la provincia de Jaén no son rentables, situación que se podría extender a un porcentaje muy superior de los olivares de secano de otras comunidades como Extremadura o Castilla-La Mancha. Tomando como referencia esta campaña, frente a unos precios pagados por la aceituna de 0,35 euros kilo, los gastos de recogida se han elevado a 0,18 euros en zonas de sierra, 0,12 euros kilo en zonas de secano y 0,09 euros kilo para la recolección mecanizada.

En las últimas cinco campañas, los precios de un aceite de oliva tipo lampante, el de calidad media, tuvo unos precios medios de entre 2,4 y 2,6 euros, con un techo máximo de 3,2 euros kilo en la campaña 2005/2006. Frente a estos precios, en esta campaña las cotizaciones en origen para este tipo de aceite se sitúan en 1,70 euros kilo.

Para Agustín Rodríguez, responsable de UPA en el sector del aceite, la mayoría de los 1,3 millones de hectáreas de olivar andaluz tiene capacidad para ser competitivo, siempre que haya condiciones normales de mercado.

La actual crisis de los precios en el sector del aceite tendría sus raíces en tres causas.

Primero, el incremento de las producciones que han pasado en la última década de medias de un millón de toneladas a 1,2 millones con posibilidad de llegar a 1,5 millones. Algo que no debería ser un problema para el sector si, en paralelo, se hubiera potenciado la demanda, de un producto de calidad, cosa que no se ha hecho.

En este momento, uno de los efectos de la crisis ha sido la reducción del consumo en el mercado interior y, sobre todo, en el mercado exterior donde ha habido un cambio a otras grasas.

Segundo, la presión de la gran distribución para bajar los precios del aceite de oliva y utilizar este artículo como un reclamo para el resto de la cesta de la compra. Hoy, en algunos tipos de aceite, la marca blanca barata de la gran distribución llega hasta el 80% de las ventas, lo que produce un efecto negativo sobre las marcas propias de las industrias. Esa presión de la gran distribución sobre las industrias la trasladan éstas a los precios en el campo.

Tercero, no han funcionado los mecanismos comunitarios para la regulación del mercado basados sólo en el almacenamiento privado. En España, el secretario general de Medio Ambiente, José Puxeu, recalca, frente a la politica de almacenamiento para reducir los excedentes, que la salida es tratar de aumentar ventas de aceite y destinar esos fondos a campañas de promoción.

Crisis económica, caída de la demanda o presión a la baja de la gran distribución son razones que han impulsado la caída de los precios en el mercado del aceite de oliva. Pero, también tiene sus responsabilidades el propio sector.

En épocas de bonanza, de grandes beneficios, que los hubo, desde la producción no se hizo ningún esfuerzo para la promoción del consumo del aceite de oliva y para situarlo en un segmento alto de calidad por sus características como alimento saludable. De tal abandono, hoy se recogen los lodos de un producto cuya demanda sólo se trata de impulsar desde la gran distribución como un aceite de reclamo barato.

Hoy, tras la constitución de la organización interprofesional entre industriales y olivareros, que supondrá recaudar cada campaña unos siete millones de euros, al fin se va a destinar una cantidad importante a la promoción del aceite de oliva.

Resulta curioso y lamentable que los mayores esfuerzos para situar el aceite de oliva como un producto de calidad hayan tenido como base Estados Unidos, donde la Food and Drug Administration permitió calificar este aceite como producto saludable. Esta calificación se basó en trabajos realizados por algunos investigadores españoles como Pedro Mata, de la Fundación Jiménez Díaz, y de Francisco Pérez Jiménez, del hospital Reina Sofia de Córdoba, sobre la relación entre el consumo de aceite de oliva y el colesterol y su ingesta y las enfermedades cardiovasculares. En España estos trabajos de investigación y salud reciben escasos apoyos del sector y entre éstos cabe citar al viejo Patrimonio Olivarero o al grupo Carbonell, socio de la Fundación de Hipercolesterolemia familiar.

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