Europa rechaza los cálculos del FMI sobre el impacto de la crisis en la banca
El organismo estima en 200.000 millones las pérdidas derivadas de la deuda
Si Christine Lagarde quería demostrar su independencia de Europa, lo está consiguiendo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se afianza en su análisis sobre la necesidad adicional de liquidez de la banca europea. Y de momento no parece que vaya a ceder a la presión que llega desde el otro lado del Atlántico, cuestionando el cálculo del impacto de la crisis de la deuda en sus balances.
En el centro de la disputa transatlántica se colocó una cifra: 200.000 millones de euros. Son las pérdidas latentes en bonos de Irlanda, Grecia, Portugal, España, Bélgica e Italia que, según revela Financial Times citando un borrador del FMI, estaría soportando la banca de la eurozona. Daño que podría hasta doblarse si se desencadena el temido efecto dominó.
El presidente del Deutsche Bank dice que el problema está en la zona dólar
Para calcular esa necesidad de capital, el FMI se estaría fijando esencialmente en las pérdidas potenciales originadas por las inversiones en bonos de esos seis países, sin tener en cuenta las ganancias que aporta en paralelo la apreciación del bono alemán. Pero, además, el cálculo del FMI está basado en el precio de los CDS o seguros de impago de deuda, que se negocian en un mercado no organizado muy estrecho, opaco, especulativo y poco fiable como referencia.
La cifra fue discutida el miércoles por el consejo ejecutivo del FMI, en el que están representados los Gobiernos de los países miembros. El FMI se limitó a decir ayer que el debate "forma parte del proceso de revisión y consulta de los informes antes de su publicación", y que en la versión final del Informe de Estabilidad Financiera "se reflejarán" esas opiniones.
El texto final se presentará el próximo 21 de septiembre, en la víspera de la cumbre de otoño que se celebra junto al Banco Mundial en Washington. Hasta entonces, indican fuentes del FMI, el discurso que hizo el sábado Christine Lagarde en el simposio de Jackson Hole refleja la opinión general. Allí debutó como nueva directora gerente del organismo financiero.
Y allí comenzó el enfrentamiento con Bruselas, tras reiterar Lagarde en el foro de banqueros centrales que hay una necesidad urgente de que las entidades más débiles en Europa refuercen su colchón de capital. Se trata, dijo, de evitar cualquier riesgo de contagio. "Es necesario tomar medidas urgentes y decisivas para eliminar la incertidumbre", dijo en el foro.
Al mismo tiempo, reiteró que la "exposición de los bancos en todo el continente está transmitiendo deficiencias y propagando el miedo de un mercado a otro, de un país a otro, de la periferia al núcleo". Jean-Claude Trichet estaba presente cuando Christine Lagarde pronunció estas palabras, en su último paso por las Rocosas como presidente del Banco Central Europeo.
El mensaje no es nuevo, pero obligó a Trichet poco después a negar que Europa tenga un problema de liquidez y defendió las medidas activadas por la autoridad monetaria para hacer frente a la crisis para evitar ese extremo. La ministra española de Economía, Elena Salgado, según publicó ayer Financial Times, cree que la opinión del FMI es "parcial" y se fija solo "en la parte negativa".
También cuestiona la metodología Bruselas, que al igual que Salgado considera que el mejor barómetro sobre la salud de los bancos europeos y sus necesidades de capital son las últimas pruebas de solvencia. Y lamentan que los comentarios de Lagarde no hagan más que avivar el debate en los mercados, en un momento en el que se trata de recuperar la certidumbre.
La opinión de la banca privada la expresó el consejero delegado del Deustche Bank, Josef Ackermann, quien rechazó de plano el análisis expresado por Christine Lagarde y que aparece reflejado en los borradores del FMI. Es más, opina que el riesgo pesa más en estos momentos en los bancos de la zona dólar, como mostró la pérdida de confianza en Bank of America.
La banca alemana, como la francesa, fueron víctimas del ataque de los mercados en agosto por las inversiones que tienen en bonos emitidos por países de la periferia europea. "O está mal informada por el personal del FMI o no tiene a los bancos franceses en mente", añadió Christian Noyer, presidente del Banco de Francia, en una entrevista con la cadena BFM.
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