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La crisis del euro

Bruselas propone un tipo de eurobonos con garantías nacionales

La Comisión diseña varias alternativas en un primer documento formal

Andreu Missé

Los eurobonos han dejado de ser un deseo de algunos políticos o campo de especulación académica para convertirse en un proyecto formal de la UE. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, presentará el próximo miércoles el Libro Verde sobre La viabilidad de la introducción de los bonos de estabilidad. El documento supone un salto cualitativo en el camino hacia la creación de los eurobonos o bonos de estabilidad como se les denomina en el texto, al plasmarse por primera vez en un documento de la Comisión varias fórmulas de mutualización de la deuda europea.

La iniciativa rompe un importante tabú al proponer cambios en el Tratado, especialmente el del artículo 125, que prohíbe a los Estados miembros asumir las deudas de otros. Con los eurobonos, la UE podría disponer de un mercado de deuda con tanta liquidez y profundidad como el de Estados Unidos y, por tanto, lograría un menor coste de su financiación. La deuda de la zona euro ascendió en 2010 a 7, 8 billones (85,4% del PIB), y la de Estados Unidos a 19,2 billones de dólares (94,4% del PIB).

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Los eurobonos vienen siendo reclamados desde hace tiempo por destacadas personalidades de orientación política muy diversa, como Poul Nyrup Rasmussen, presidente de los socialistas europeos; el demócrata cristiano, Jean-Claude Juncker; el exministro conservador italiano, Giulio Tremonti, o el liberal Guy Verhofstadt. La idea ha chocado hasta ahora con la oposición de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente francés Nicolas Sarkozy, aunque este último dejó una puerta abierta para el futuro.

El borrador al que ha tenido acceso EL PAÍS propone tres tipos de bonos de estabilidad, de los cuales los dos más ambiciosos requieren una reforma del Tratado. La tercera opción propuesta podría ser aplicada rápidamente con solo una modificación de la legislación secundaria y aportaría ya inmediatos beneficios, especialmente a los países con más dificultades.

El primer tipo, el modelo más ambicioso aspiraría a la sustitución de todos los bonos nacionales por los bonos de estabilidad. Esto implicaría que la emisión de estos títulos tendría la garantía solidaria de todos los Estados miembros, lo que exigiría la reforma del Tratado, especialmente del artículo 125. Es decir, exigiría mucho tiempo para su entrada en vigor.

El artículo 125 establece entre otras cosas que "los Estados miembros no asumirán ni responderán de los compromisos de los Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras autoridades públicas, organismos de derecho público o empresas públicas de otro Estado miembro, sin perjuicio de las garantías financieras mutuas para la realización conjunta de proyectos específicos".

El texto de la Comisión recuerda que aunque no están prohibidas ciertas formas de solidaridad como la concesión de préstamos, como los 80.000 millones destinados a Grecia en mayo de 2010; no obstante, advierte de que "la actual interpretación del artículo excluye completamente la concesión de garantías". La Comisión sugiere que la enmienda del artículo 125 "podría hacerse de forma simplificada si se estableciera una oficina de gestión común de la deuda bajo un marco intergubernamental".

El segundo sistema propuesto es una sustitución parcial de los bonos nacionales por bonos de estabilidad. Es el llamado modelo azul-rojo, inspirado en el trabajo de los economistas de Bruegel, Jacques Delpa y Jacob von Weiz-säcker. En este caso se propone que la deuda que no llegue al 60% del PIB de un país (el límite de Maastricht) sería emitida en forma de eurobonos (bonos azules) con garantía solidaria de todos los Estados miembros y también sería más barata. El resto de deuda que supere 60% la emitirían directamente los Estados a través de bonos nacionales (bonos rojos) que solo tendrían garantía nacional y que en consecuencia serían más caros. Este sistema implicaría un aliciente para no endeudarse más del 60% y un antídoto contra el riesgo moral. Esta segunda opción también tiene el inconveniente de que requiere la reforma del Tratado.

El tercer tipo de eurobonos significaría también una sustitución parcial de la deuda nacional por eurobonos. Pero en este caso, los bonos de estabilidad no tendrían la garantía solidaria de los demás Estados, sino que cada país garantizaría su parte. Se efectuaría, por ejemplo una emisión conjunta europea según las necesidades globales, que sustituiría parcialmente los bonos nacionales, pero que solo tendrían las garantías proporcionales a las necesidades de cada Estado. En este caso los Estados se beneficiarían de las ventajas de una emisión conjunta y de las garantías añadidas que cada Estado dispusiera (dinero, oro o adjudicación expresa de la recaudación de determinados impuestos). Esta propuesta proporcionaría menos beneficios que las dos anteriores, pero en cambio requeriría menos precondiciones.

Entre las ventajas de los eurobonos o bonos de estabilidad, se destaca que "podrían potencialmente aliviar rápidamente la crisis de deuda soberana". Los Estados con altos costes de financiación "podrían beneficiarse de la solvencia de los Estados con bajos costes". Aunque la introducción de estos títulos podría llevar tiempo "un acuerdo previo sobre la emisión común podría tener un impacto inmediato sobre las expectativas del mercado y de ese modo lograr unos costes financieros más bajos para aquellos países que actualmente están sufriendo presiones de financiación".

El documento subraya que esta iniciativa debería ir acompañada "por un compromiso paralelo de reforzar la gobernanza económica, que garantizaría los ajustes estructurales necesarios para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas".

Los eurobonos también permitirán hacer "más resistente el sistema financiero de la zona euro ante futuras condiciones adversas y reforzarán la estabilidad financiera". De manera especial se subraya que los bonos de estabilidad proporcionarán una fuente de garantías más sólidas para todos los bancos de la zona euro. Otras ventajas mencionadas son la de "facilitar la transmisión de la política monetaria", "mejorar la eficiencia del mercado de bonos" y "elevar el papel del euro en el sistema financiero global".

Escultura a la entrada del Parlamento Europeo en Bruselas.
Escultura a la entrada del Parlamento Europeo en Bruselas.SEAN GALLUP (GETTY)

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