Anomalía española en Davos
Para algunos, el Foro Económico Mundial es una gran feria de vanidades. Para otros, un encuentro excepcional porque reúne durante un puñado de días la mayor concentración de presidentes y consejeros delegados del mundo junto a los principales jefes de Estado y Gobierno. La realidad está probablemente entre estos dos extremos. Lo cierto es que la edición de 2009, que comienza el miércoles, se presenta como excepcional por coincidir con la mayor crisis económica y financiera experimentada desde principios del siglo pasado.
A Davos viajarán más de 40 jefes de Estado y de Gobierno y 2.500 líderes empresariales, políticos y académicos. Como en años anteriores, los empresarios (70% del total) serán los más numerosos. Más de 90 nacionalidades estarán representadas. Sin sorpresa, los líderes procedentes de Estados Unidos dominan (643 del total), por delante de los procedentes del Reino Unido (275), Suiza (187), Alemania (123) y Francia (89), los cinco países con máximas representaciones. Estos países encabezan las clasificaciones mundiales en función de PIB. Los dos primeros concentran, respectivamente, cerca del 21% y del 3% del PIB mundial.
Hay un país cuya infrarepresentación destaca, y éste es España
Un análisis detallado de estos viajeros alpinos apunta a los ganadores y perdedores de la globalización. Así, con la excepción de una buena representación surafricana, el continente africano será, como en años anteriores, el gran ausente de la cita. Un total de 38 líderes procedentes de África del Sur participarán. A éstos se les suman los de Egipto (7), Nigeria (8), Kenia (2) y uno cada uno para Mozambique, Ghana y Túnez. En total, apenas 60 personas procederán del continente africano, es decir, menos que la representación procedente de India (75 líderes, sin incluir a los indios que lideran empresas globales como Arcelor Mittal o Pepsico o los ubicados en otros países).
Más sorprendente es la escasa representación procedente de América Latina, inferior incluso a la representación africana señalada. Los latinoamericanos tienen una representación relativamente inferior a su tamaño y peso. Éste es el caso de Brasil, con apenas 12 líderes, y de México, con 14. A éstos se les suman otros 22 latinoamericanos procedentes de Argentina, Venezuela, Bolivia, Chile y Perú. Llama la atención que un país como Colombia no tenga ningún representante.
Con excepción de Brasil y México, los demás grandes países emergentes sí tendrán representaciones nutridas. India domina con 75 representantes, por delante de Rusia (46), Suráfrica (38), China (35), Turquía (26), Arabia Saudí (22), Emiratos Árabes (21) y Corea del Sur (18). Claramente, no todas las naciones están representadas acorde a su peso económico o a la importancia de sus empresas a nivel global. Ya lo hemos mencionado en el caso de América Latina. También se podría argumentar que la representación procedente de China no está alineada con el peso internacional de este país. Su representación es dos veces inferior a la de India, mientras China pesa casi un 11% en el PIB mundial, más de dos veces India (4,5%).
Sin embargo, la mayor sorpresa no está en África, Asia o América Latina. Hay un país cuya infrarepresentación destaca, y éste es España. Con apenas 10 líderes, la representación española es probablemente una de las que menos están alineadas con el peso económico del país (y eso contando a un español que trabaja para una empresa británica en España). La undécima economía mundial, según los datos del FMI, tiene una representación en Davos inferior a Canadá, el socio con menos peso del G-7 y por delante del cual España se sitúa en función de PIB. Con un peso en la economía mundial relativamente comparable para los dos países, Canadá tiene este año en Davos una representación casi tres veces superior a la española.
La representación de España apenas logra superar las de Pakistán (7), Egipto (7), Nigeria (8) o Argentina (8). Es muy inferior a las de las grandes economías emergentes ya mencionadas: India, Rusia, China o incluso África del Sur. Es comparable a la de Dinamarca (10 también) e inferior a la de muchos más países, en particular Israel (12), Kuwait (11), Australia (12) o Noruega (14), por ejemplo. La representación española es incluso dos veces inferior a la de Italia (21), Suecia (22) y Bélgica (22), y tres veces inferior a la de Holanda (32), un país que representa apenas el 1% del PIB mundial, es decir, dos veces menos que España, con una cuota de 2% del PIB mundial.
Claro que hay otros países que tampoco tienen una representación totalmente ajustada a su peso económico. Éste es también el caso de Japón (44 líderes) o de Canadá (25). Japón, con un peso en el PIB mundial superior al de Alemania (6,5% frente a 4,5%), está casi tres veces menos representado en Davos. Pero no deja de llamar la atención este desfase en el caso español. De hecho, el contingente español apenas se incrementaría si contáramos los nacionales españoles que trabajan en organismos internacionales o en multinacionales de otros países ubicados en el extranjero. Pero aun así, la representación española destaca por su escasez.
Se podría argumentar como explicación que la actual crisis que azota la economía española apunta hacia otras prioridades para los ejecutivos y líderes españoles. Este argumento, sin embargo, no explica entonces por qué en la edición de Davos de 2008 también había escasa representación ibérica. También podríamos argumentar que las empresas españolas no están volcadas hacia asuntos internacionales, lo cual sería erróneo. Las multinacionales del Ibex 35, por ejemplo, destacan precisamente por su fuerte presencia internacional y por el extraordinario vuelco que dieron a lo largo de la última década en este sentido. Es difícil, por lo tanto, explicar esta relativa anomalía.
Probablemente lo más interesante de Davos no está en las sesiones y conferencias, sino en la capacidad de este evento para concentrar a toda una serie de líderes que hacen y deshacen las agendas y relaciones globales, tanto económicas como políticas. Desde este punto de vista, Davos es un lugar de encuentros, de networking, como dirían los anglosajones, excepcional.
También es una ocasión única para tomarle el pulso a los asuntos del mundo. En 2008 los fondos soberanos y las multinacionales emergentes dominaron los debates. En 2009, sin duda lo hará la crisis y cómo salir de ella. Todos ellos son temas de gran relevancia para la economía española. Esperemos que en 2010 no sólo hayamos salido de la crisis, sino que además España esté también presente en Davos acorde al tamaño cobrado por sus empresas y su economía a lo largo de una década feliz que esperemos se repetirá una vez superada la crisis actual.
Javier Santiso es director del Centro de Desarrollo de la OCDE
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