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Reportaje:

La gran carrera de los 'ochomiles'

La surcoreana Eun Sun Oh intenta en el Annapurna ser la primera mujer en coronar las 14 mayores cimas mientras Pasaban busca en el Shisha Pangma seguir en la lucha

Parecían tres mujeres a la carrera, pugnando con una sonrisa en la cara por sumar en primer lugar los 14 ochomiles del planeta. Pero... no. Resultó que eran cinco las interesadas y que dos de ellas, tapadas, surcoreanas obstinadas, llevaban un buen rato comiéndose a dentelladas un pastel que Edurne Pasaban, la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner y la italiana Nives Meroi mordisqueaban sin pausa, pero con cierta mesura. Sin embargo, la carrera sufrió el pasado 10 de julio un mazazo: la surcoreana Mi-Sun Go, de 41 años y con 11 ochomiles ascendidos entre 2006 y 2009, patinó cuando regresaba de la cima del Nanga Parbat (8.125 metros) desapareciendo 1.000 metros más abajo. Nadie, ni hombre ni mujer, había sumado antes tantas grandes cimas en tan breve espacio de tiempo. Su muerte tuvo un efecto depresivo inmediato en sus rivales, no así en su compatriota Eun Sun Oh, que se trasladó al vecino Gasherbrum I (8.068 metros) para sumar ahí su decimotercer ochomil, el cuarto en una misma temporada.

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Días después, Edurne Pasaban dio por zanjado el asunto que le ha llevado de una montaña a otra desde 2001, cuando pisó la cima del Everest (8.848 metros), su primer ochomil: asumió como inevitable que Eun Sun Oh ganase la partida, consciente del final que aguarda a los que olvidan los preceptos básicos del alpinismo. Ahora, ambas siguen en la lucha por ser la primera mujer en alcanzar los 14 picos más altos: 13 lleva Eun Sun Oh (le falta el durísimo Annapurna, donde lucha ahora contra unas condiciones climatológicas adversas); 12, Pasaban (esta semana intenta el Shisha Pangma pese al viento que el domingo hizo desaparecer parte de sus tiendas y sacos); 12, también, Kaltenbrunner, y 11, Meroi.

Eun Sun Oh no es una recién llegada: en 1997, acompañada de dos compatriotas que se convertirían en los primeros asiáticos en unirse a la lista de catorceochomilistas, pisó la cima del Gasherbrum II (8.035 metros), pero le costó siete años repetir éxito: fue en el Everest. Todavía sin prisas, se apuntó en 2006 el Shisha Pangma (8.046 metros) para llevarse en 2007 el sencillo Cho Oyu (8.201) y el complicado K 2 (8.611). Entonces, el Gobierno surcoreano decidió hacer de su carrera en el Himalaya un asunto de estado y le ofreció un gran apoyo en sus expediciones. En Corea del Sur, el alpinismo es uno de los deportes más seguidos y admirados, algo parecido a lo que vivieron los países del arco alpino en la década de los 50, cuando se decidía la conquista de los gigantes himaláyicos. Los medios empleados por esta surcoreana de 43 años no difieren mucho de los exhibidos por Pasaban: un buen equipo de sherpas y de alpinistas a su servicio, helicóptero para moverse de un campo base a otro, medios económicos para dedicarse en exclusiva a la tarea y el uso de oxígeno en el Everest y el K 2.

En cambio, la alpinista más autónoma, con más talento, experiencia y fuerza, Kaltenbrunner (38 años), decidió en su momento completar la colección sin emplear jamás oxígeno artificial ni sherpas, anteponiendo el estilo al resultado: para acabar con la lista sólo le faltan las dos cimas más altas, el K 2 y el Everest, que apenas un puñado de himalayistas ha hollado sin oxígeno artificial.

De hecho, su compañero sentimental, Ralf Dujmovits, también catorceochomilista, ha propuesto que se separe en dos listas a los 17 hombres que han completado los 14 ochomiles: con oxígeno artificial o sin él. Sólo siete escalaron los techos del planeta sin oxígeno embotellado.

La carrera femenina está ahora en manos de Eun Sun Oh, que se mide al Annapurna (8.091 metros), la cima que casi todos posponen hasta que se hace inevitable enfrentarse a ella, el ochomil con más porcentaje de desapariciones en relación a su conquista (55 muertos por 137 cimas). El Annapurna también aguarda a Pasaban (36 años). La italiana Meroi, de 48, también tiene una cita con esta temida montaña, pero antes deberá resolver las cimas del Kangchenjunga (8.586 metros) y del Makalu (8.463). En realidad, tal y como asegura Eun Sun Oh, "el Annapurna decidirá" una disputa que le costó mucho retomar tras desaparecer su amiga.

En la carrera de los 14 ochomiles sólo cuenta el vencedor, fuese Messner hace 23 años o sea una mujer ahora. Y, ya que todas las partes admiten que esto es una competición sin dorsal, todo lo que no sea ganar será visto como un fracaso: un enorme contrasentido tratándose de alpinismo, donde hasta hace bien poco se estimaba que no existía competición más allá de la que uno establece contra sus límites.

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