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Crónica:BAYERN 0 - INTER 2 | LIGA DE CAMPEONES | El Inter conquista el 'triplete'
Crónica
Texto informativo con interpretación

Milito corona al Inter

El equipo italiano conquista ante el Bayern su tercera Copa de Europa con dos goles del delantero y pone el broche a un año mágico en que con Mourinho también ganó Liga y Copa

Diego Torres

La final de Madrid fue la culminación de la epopeya de Diego Milito. Hay jugadores extraños que se imponen un aprendizaje rutinario y acaban, tardíamente, por producir algo como la magia. Milito, que nació para el fútbol profesional como un delantero académico en el Racing de Avellaneda, ha dedicado prácticamente todos sus 31 años a perfeccionar el arte del gol. Ayer en el Bernabéu absorbió todas las posesiones de su equipo, desplegó el manual, y lo puso en práctica de la primera a la última lección. Lo hizo con tanta precisión que el Bayern no pudo resistirlo. Van Buyten y Demichelis se acordarán de esta noche, y de este delantero, toda su vida. Sus dos goles le dieron al Inter, y a José Mourinho, otra Copa de Europa. La tercera para el equipo italiano, que alcanza además el triplete, y la segunda para el entrenador. Y el punto final de la relación entre el club y el técnico portugués, que mezcló la celebración con su despedida del Inter y anunció que negocia con el Real Madrid para llegar al Bernabéu la próxima temporada.

BAYERN 0 - INTER 2

Bayern: Butt; Lahm, Van Buyten, Demichelis, Badstuber; Robben, Van Bommel, Schweinsteiger, Altintop (Klose, m. 63); Müller y Olic (Mario Gómez, m. 74). No utilizados: Rensing; Görlitz, Pranjic, Contento y Tymoshchuk.

Inter: Julio César; Maicon, Lucio, Samuel, Chivu (Stankovic, m. 68); Zanetti, Cambiasso; Eto'o, Sneijder, Pandev (Muntari, m. 79); y Diego Milito (Materazzi, m. 92). No utilizados: Toldo; Córdoba, Muntari, Mariga, Materazzi y Balotelli.

Goles: 0-1. M. 35. Milito. 0-2. M. 70. Milito.

Árbitro: Howard Webb (ING). Amonestó a Demichelis, Chivu y Van Bommel.

80.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

La carga alemana se topó con Julio César, magnífico bajo los palos
El Inter es un tratado del buen oficio, un grupo maduro que soluciona problemas
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Gloria al Príncipe
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Apostada en el fondo norte, la multitud del Inter, amontonada y pasional, celebró al Príncipe desde los minutos iniciales. El jugador que recibía el título aristocrático era Milito, que es de todo menos un modelo de elegancia. Tiene un punto desgarbado, la nariz grande y la mirada aparentemente perdida. Puro engaño. Milito sigue las evoluciones de su equipo con atención de cirujano. Su complicidad con Sneijder y Eto'o destrozó al Bayern.

El Bayern tiene el aroma de los equipos de otra época. Canteranos como Müller y Badstuber, recién salidos de los campos de Tercera, líderes de largo aliento como Van Bommel, una figura encarnada en Robben, y un entrenador paternalista y ortodoxo como Van Gaal. Responde a una propuesta valiente que ejecuta irregularmente, cometiendo errores de ingenuidad. Le faltan especialistas de categoría en casi todas las líneas. Precisamente lo que tuvo ayer su adversario. El Inter es un tratado del buen oficio. Un grupo de gente muy madura que sabe cómo se solucionan los problemas. Hay entrenadores, como Van Gaal, que deben ejercer cierta labor didáctica para dar un tono competitivo a sus conjuntos. En este sentido, el trabajo de Mourinho debe ser más sencillo. Julio César, Samuel, Cambiasso, Eto'o, Sneijder y Milito se las saben todas. Ayer resolvieron la final en las dos áreas. Con puño de hierro y dos fogonazos de Milito.

El Bayern respondió con vehemencia y corazón. Tuvo en Robben a su máximo exponente. Como Garrincha en Brasil durante el Mundial de Chile, como Conti en la Roma de los ochenta, como Gainza en el Athletic de la posguerra, Arjen Robben es uno de esos extremos que ponen a girar a sus equipos alrededor de la raya de pintura blanca. Es uno de esos casos raros cuya posición esquinada no le impide ejercer una influencia imposible de resistir. El holandés no necesitó ocupar el eje del campo para que todo el equipo girase a su alrededor. Estuviera o no Ribéry, su principal socio, el equipo siguió el guión de Robben. Fue una excepción histórica en el Bayern, que nunca jugó con un extremo tan dominante. No es casual que Van Gaal sea un representante ilustre de la escuela del Ajax. Ayer el técnico dispuso un dibujo de 4-2-3-1 para dar vuelo a sus bandas y Robben no tardó en ponerse manos a la obra. Puso en la mira a Chivu y el rumano se convirtió en la figura más doliente del partido. Su gorro protector, reminiscencia de una fractura craneal, siguió a duras penas los quiebros y requiebros de la zurda de Robben, que pegó el balón al empeine exterior de su pie y machacó el dispositivo defensivo del Inter hasta que el árbitro puso fin a la agonía.

La carga del Bayern se topó con las intervenciones de Julio César. El portero del Inter estuvo magnífico. Le paró un tiro a Robben, a mano cambiada, cuando la multitud gritaba el empate. Pero la gran contribución del portero de Brasil no fue una parada. Fue un saque de portería. El primer gol del Inter salió de un pelotazo de Julio César. Lanzó a Milito, que recibió de espaldas, con Demichelis prendiéndole la camiseta. El delantero centro controló y tiró la pared con Sneijder, que se la devolvió a la zona de nadie. Lejos de Butt. Lejos de Demichelis, que tardó un siglo en girarse. Milito llegó oportunamente y definió con un tiro cruzado. Se consumía el primer tiempo y el Inter era dueño de su destino.

Al gol siguió el repliegue general. Pandev y Eto'o abandonaron sus posiciones en los extremos para cerrar los costados y poner otra barricada en los carriles de Robben y Altintop. Puesto a asaltar una fortaleza de hormigón, el Bayern precisó que todos los jugadores que no llevaban el balón se movieran continuamente. No fue esa la respuesta del equipo bávaro, que tuvo la pelota hasta aburrirse. Perdió demasiados balones, pidió los pases al pie y se desmarcó menos de lo que debía.

Si el primer gol de Milito fue grandioso, el segundo fue mejor. Sucedió al cabo de un contragolpe. Recibió un pase interior de Eto'o, encaró a Van Buyten y lo desarboló con un amague callejero. Se puso en el área, hizo la pausa y le pegó al palo largo. Lejos de Butt. Fue la sentencia. Fue la Copa de Europa. Después de 45 años, el Inter volvió a coronarse, por tercera vez en su historia, y sumó la Champions a la Liga y la Copa, el triplete que el año pasado levantó el Barça. Milito coronó al equipo italiano y a Mourinho, para quien el Inter ya es pasado y el Madrid es el futuro.

José Mourinho, entrenador del Inter, levanta la Copa de Europa rodeado por sus jugadores.
José Mourinho, entrenador del Inter, levanta la Copa de Europa rodeado por sus jugadores.CLAUDIO ÁLVAREZ
Javier Zanetti, capitán del Inter, levanta la Copa de Europa rodeado de sus compañeros. A la derecha, Mourinho con el balón.
Javier Zanetti, capitán del Inter, levanta la Copa de Europa rodeado de sus compañeros. A la derecha, Mourinho con el balón.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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