Mastín por amor al arte
Torres y Villa se medirán al central Gary Medel, nombrado mejor defensa de la segunda jornada por la FIFA y recuperado para el fútbol después de una trayectoria muy polémica
Había dado cuatro vueltas de campana antes de salir despedido por la luna de su coche, en avanzado estado de ebriedad, y había salido ileso. Había protagonizado varias peleas tumultuarias en distintos lugares públicos. Había celebrado una fiesta en su casa cuando una de las invitadas se quitó la vida arrojándose desde el balcón. Había sido detenido por la policía de Canadá durante el Mundial sub 20 de 2008, por agresión y desacato.
Su historial sugería una preocupante inclinación hacia el conflicto. Sin embargo, el seleccionador de Chile, Marcelo Bielsa, dijo que si Boca Juniors lo fichaba no se arrepentiría. Un año después, Gary Medel, elegido ayer mejor jugador de la segunda jornada mundialista por la FIFA, es una figura consolidada en Boca, uno de esos jugadores que le meten goles a River y después se cuelgan de la alambrada, como reclusos poseídos, para celebrar junto a la barra brava.
Juega de medio centro en Boca, pero Bielsa le prefiere de defensa central
También es uno de los mayores problemas que deberá resolver España si quiere sobrevivir a la Copa del Mundo. Se hacía fácil reconocerle ayer, al verle trotar alrededor del campo en White River, en el valle del río de los Cocodrilos. Era el que bromeaba. Era el chico al que todos seguían. El carismático. El cuerpo compacto, el pelo de punta, los ojos afilados rematando un morro de sabueso y las orejas abiertas y puntiagudas daban la razón a los compañeros que le pusieron el apodo: Pit-Bull.
Su invencible buen humor delata uno de esos espíritus sólidos, curtidos en una niñez tan difícil que ya el resto parece un recreo. Hay futbolistas que no necesitan aclimatarse a nada en Sudáfrica y Medel es uno de ellos. "¿Presión en la selección? Yo aprendí a no perder en mi barrio porque allí, al que perdía lo mataban", dijo. "Si no hubiera sido futbolista habría sido narcotraficante".
El viaje de Medel hacia la Copa del Mundo comenzó cuando se subió a su Nissan deportivo blanco en Buenos Aires. No podía jugar la última jornada contra Banfield, por sanción, así que resolvió irse a Santiago de Chile por carretera para probar el coche nuevo. Hizo 1.200 kilómetros por una carretera de dos carriles hasta Mendoza y aburrido de conducir se subió a un avión para cruzar Los Andes.
Aterrizó y se fue a La Palmilla, su barrio de la infancia. El caserío se ubica a los pies de la zona pobre del Cerro San Cristóbal, en el distrito de Conchalí, uno de esos arrabales chilenos por los que el milagro económico de los años de Pinochet nunca pasó. Se apareció en la sede del Sabino Aguad, el club en el que empezó a jugar al fútbol, y organizó un partido con sus amigos de siempre.
El Mundial vino después. Bielsa, que siempre sintió debilidad por los profesionales que, como él dice, juegan "con espíritu amateur", encontró en Medel a su ideal de futbolista. No le importaron sus antecedentes problemáticos, como en su época tampoco se detuvo a considerar la anarquía del Burrito Ortega o el matonismo del Kily González. Bielsa dijo una vez: "Si yo entrenase a robots ganaría todos los partidos".
El tiempo ha demostrado que la verdadera vocación de Bielsa es convertir espíritus libres en devotos ejecutantes del oficio. Medel es uno de esos jugadores que en cada partido entregan su corazón. "Medel tiene tanta hambre por quitarle el balón al contrario que cada vez que entra en una disputa pone su vida para salir ganador", observó el técnico, "es un defensa extraordinario y es el mejor cabeceador del equipo". Que solo mida 1,71 de estatura, igual que Xavi Hernández, no le ha impedido desarrollar un salto notable. Esta capacidad, unida a la tenacidad en la marca y a la velocidad para anticiparse o ir al corte, inspiraron a Bielsa cuando resolvió convertirlo en su stopper de referencia. Su Puyol.
A pesar de que en Boca Juniors juega de medio centro defensivo, el seleccionador decidió retrasarlo. Lleva 15 balones robados, dos faltas a favor, dos en contra, y dos remates.
Contra Honduras se encargó de anular a Pavón, y la diana, el armario catracho, no tiró nunca a puerta. Contra Suiza hostigó a Nkufo y el jugador más corpulento del equipo alpino no logró rematar con limpieza. Mañana contra España será el encargado de tomar a Fernando Torres. Si este no tiene un buen día, el que seguro estará en su sitio será el defensa chileno.
Como dijo, con su popular elocuencia, cuando llegó a White River, prometiendo controlar la energía que tantos problemas le ha dado con la autoridad arbitral: "Voy a tratar de no mandarme ninguna cagada".
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