España exporta clase media
Dídac, Víctor Ruiz y Azpilicueta son los emigrantes de la nueva generación que brilla en el Europeo sub 21
En un país de naturaleza inmigrante, el fútbol español se resistía a coger el tren. Era como si no existiese hasta que algunos pioneros dieron el primer paso, bien como prometedores futbolistas (José Mari, Javi Moreno) con incierto futuro, como rotundas realidades (Mendieta, Fernando Torres) o como ilustres figuras al final de sus carreras (Raúl, Guti). Cuando España descubrió Europa y viceversa, no solo se activó el mercado de figuras, sino que saltó el mecanismo de los jovencísimos talentos de las canteras (Cesc, Piqué) y de los jóvenes sobradamente preparados que partían hacia los grandes equipos europeos desde orígenes poco conocidos en el fútbol continental.
Antes de que comenzase el Europeo sub 21, pocos seguidores españoles sabían que Dídac Vila y Víctor Ruiz, ambos de la cantera del Espanyol, ambos de 22 años, pertenecen al Milan y el Nápoles, respectivamente. O que Azpilicueta, de Osasuna, también de 22, milita en el Olympique de Marsella, el club más seguido en Francia.
"El Milan es mi reto. Quiero demostrarme que puedo jugar allí", asegura Dídac
"Es otro mundo, un mundo multirracial, una ciudad enorme y una pasión enorme por el fútbol", asegura el defensa navarro, uno de los más dicharacheros de la selección, quizás porque aún no domina del todo el francés y en la concentración ha encontrado el medio hablado para sacar todo lo que lleva dentro. Víctor Ruiz, central, es feliz, aunque ahora es suplente. "Yo llegue a Nápoles porque tanto el Espanyol como yo creímos que era lo mejor para ambos y fue un cambio radical y magnífico. Solo ver el recibimiento que me hicieron, a mí, a un chico de 22 años, del Espanyol, volviéndose locos, me hizo entender que venía a otro mundo. Al principio, me sentí abrumado", confiesa.
Dídac es un lateral izquierdo (que tan poco abundan) al que el Milan requirió con urgencia en el mercado de invierno. Parecía la solución a sus males, la necesidad imperiosa. "Y allí me fui con una ilusión tremenda, pero luego las cosas no salieron como esperaba. El entrenador no me alineaba y yo comencé a preguntarme para qué me habían traído, aunque jugadores como Seedorf, Cassano y Zambrotta me ayudaron mucho para superarlo y ganamos la Liga", afirma. La sonrisa era la clave para solventar los errores. Ahora vuelve al Espanyol, cedido por el Milan, pero con la esperanza de reimpulsar su carrera y volver a Italia: "Tengo la ilusión de regresar. Es mi reto. Quiero demostrarme que puedo jugar allí".
España ya no es un país de niños cazados al primer albur, ni de promesas reconocibles ni de figuras en su fase final de elaboración. El influjo del fútbol español alcanza a la clase media, convertida ya en uno de los mercados de referencia. Dídac, probablemente el mejor lateral largo del campeonato -"mi ídolo es Roberto Carlos", asegura-, ha pasado inadvertido en el Milan y tiene esa espina clavada. A Víctor Ruiz, un central con buena salida del balón, que firmó por cuatro años con el Nápoles, le ha ido mejor, perdiéndose solo la parte final del campeonato. "Ahora estoy ilusionado con disputar la Champions", dice. A Azpilicueta una lesión le frenó la carrera en el Marsella, pero la confianza se mantiene. "Todo lo que estoy viviendo allí es magnífico. Es un club muy singular, muy importante, muy variado, con gentes de muchas procedencias", cuenta.
Víctor y Azpilicueta fueron piezas básicas en la clasificación de España para el Europeo. Dídac está brillando con nota. Los tres defienden la clase media española.
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