Empacho de símbolos en Turín

Hablemos solo de ciclismo, proponía ayer la Gazzetta, el periódico del papel rosa (y por eso, desde 1931, el líder del Giro va de rosa), igual que en España la prensa deportiva en vísperas de los Barça-Madrid decía hablemos solo de fútbol. Cómo si los asuntos de dopaje, de los que extensamente trató la misma Gazzetta las últimas semanas, no formaran parte tan indisoluble del deporte como inseparables son el hueso y la carne en el hombre; cómo si las polémicas y las palabras de los entrenadores no fueran la savia del fútbol también. Hablemos solo de ciclismo, pues. ¿Entonces, si solo hablamos de bicis, y en una contrarreloj eso significaría poner la clasificación y empezar a sumar y contar segundos, no deberíamos hablar del empacho de símbolos que, tan amontonados uno sobre otro en plan mole Antonelliana (o tarta nupcial) apropiadamente teñida de rosa estos días, propuso ayer la carrera que mejor quiere cuidar su imagen? Por supuesto que no, claro. El ciclismo es, más que nada, lo que significa, lo que simboliza. El ciclismo es, claro, lo que brilla al sol y lo que se quiere dejar en la sombra.

El ciclismo fue ayer, así, la maglia rosa y su valor simbólico-patriótico máximo alcanzado al ser Marco Pinotti el ciclista que terminó vistiéndola. Pinotti, de 35 años, es un símbolo del ciclismo del resurgimiento, del ciclismo limpio que tanto ha sufrido estos años. Además, el hombre que, gentileza de su compañero Mark Cavendish, el mismo que le hurtó la maglia hace un par de años en el Lido de Venecia, pasó el primero por meta del equipo ganador, el inevitable HTC, lo hizo vistiendo la maglia tricolor de campeón italiano de contrarreloj. ¿Qué más podían pedir los miles de alpini, los voluntarios del ejército con su sombrero tirolés y su pluma negra, que llenaban las calles turinesas? Qué emoción por un día: seguramente mañana, gracias a la bonificación, Cavendish se pondrá líder.

El ciclismo fue, además, los simbólicos 8s -un mordisquito de nada, el precio de una bonificación por un tercer puesto?en que el Liquigas de Nibali aventajó al Saxo Bank de Contador en los casi 20 kilómetros llanos corridos por el HTC a más de 55 por hora. El corredor de Pinto se declaró feliz por no caerse, por no meter la rueda de su Specialized en la línea de las vías de los tranvías que surcaban el empedrado turinés. Si simbólicos fueron también los 2s que cedió el Lampre de Scarponi a Nibali, más sustancia sin embargo contienen los 28s perdidos por Kreuziger ante el siciliano que ganó la última Vuelta, los 31s de Menchov y los 42s de Purito. Los 51s de Anton (el Euskaltel fue el último), en cambio, son bienvenidos, un paso más para alcanzar su aspiración de ganar una etapa de montaña.