Derrota por goleada
La inconsistencia de Valverde abre la puerta a un festival italiano y permite a Ballan coronarse campeón del mundo
Aldo Sassi, que le ama, recuerda por la mañana que ya en 1999, cuando le conoció en el Mapei, había profetizado a Óscar Freire que ganaría cinco Mundiales. "Y hoy, en Varese, que es su casa, las carreteras en las que se entrena a diario, llegará el cuarto", augura el fisiólogo tímido. Seis horas después, Freire es una figura mustia, la fotografía de la frustración, que contempla el lento pedalear de Paolo Bettini, que aprovecha la ocasión para, feliz, empezar a despedirse de sus colegas ciclistas para siempre. A su lado, junto al cántabro, que se siente un ratón en una ratonera, Alejandro Valverde, avergonzado como un adolescente pillado con la mano pringosa junto a una tarta, no sabe dónde mirar. Es la última vuelta: el Mundial se decidirá en otra parte, delante, muy delante del grupo. La partida, blancas Italia, negras España, la deciden los alfiles. El mate lo materializa en el falso llano que conduce a la meta, a un hipódromo que es una caldera de emociones y gritos apasionados, el alfil más afilado, Alessandro Ballan, un corredor fuerte, magnífico, que sabe llevar hasta el final el compromiso ejemplar y generoso de la squadra azzurra. El espíritu de Pekín, el altruismo, convertido en un mito; la realidad española, mes y medio después, convertida en una selección a la que le falta el espíritu de sacrificio necesario para jugar bien a la defensiva, es de miradas duras y recriminaciones. La fantasía es italiana.
Al equipo español le faltó espíritu de sacrificio para jugar a la defensiva
"La escapada se ha hecho por táctica, no por fuerza", se lamenta Freire
Segundo terminó otro italiano, el tan apático a veces Damiano Cunego, compañero del gigante Ballan en el Lampre; y cuarto Rebellin. Purito Rodríguez, el primer español, el único que se infiltró en la fuga decisiva, donde intentó mantener el tipo hasta el final, fue sexto.
"La escapada decisiva se ha hecho por táctica, no por fuerza", dijo Freire, doblemente amargado por ello; "y yo estaba para ganar, eso sí que lo puedo decir". Valverde, el criticado, no sabe qué decir. El año mágico del ciclismo español, el de Giro, Tour y Vuelta, el del oro olímpico, el de la Lieja-Bastoña-Lieja, el sentimiento íntimo de que todos los sueños eran posibles, se deshizo en mil pedazos junto al lago de Varese, donde un italiano alcanzó el maillot arcoiris por tercer año consecutivo. Y no fue el que ganó los dos anteriores, Bettini, tan grande que fue capaz en su última carrera de convertirse, aun a sabiendas de que así moría, en el anzuelo que se tragaron, tan ansiosos, los españoles.
En Pekín, Bettini picó, se quedó con Valverde, dejó que el oro se lo jugara Davide Rebellin ante Samuel Sánchez; ayer le devolvió la jugada, corregida y aumentada, al murciano, cuya cabeza, de todas maneras, no es la mejor amueblada para jugar al ajedrez sobre una bicicleta. "En realidad", reconoció, "no sabía lo que pasaba delante, quiénes estaban, cómo hacían...". Si Valverde lo hubiera sabido -qué lástima, se disculpó, no le funcionaba el pinganillo-, si hubiera atendido a Freire, quien le aconsejaba de corazón -"vete delante, que me quedo yo con Bettini"-, en el momento decisivo del Mundial, cuando Ballan, ya él, ya el flamencólogo véneto y zanquilargo de 1,90 metros que se licenció en el Kappelmuur del Tour de Flandes del año pasado, que revalidó su título con una increíble excursión pirenaica entre la niebla la pasada Vuelta y que se doctoró ayer, forzó la ruptura al comienzo de la subida de los Ronchi de la penúltima vuelta, se habría lanzado también él. Y si Valverde hubiera estado en ese grupo, en la fuga en la que al final se juntaron otros dos italianos, Cunego y Rebellin, podrían haber ocurrido dos cosas: a), se neutralizaba la ofensiva, en la que también participaron, aparte de algunos electrones libres daneses o ucranios, con fuerza los belgas, o b), la historia seguía para adelante. Si a), entonces Freire, el más rápido, el más convencido, el más temido, ahora estaría celebrando su cuarto arcoiris; si b), entonces Valverde podría haberse sentido junto al gran Purito como en la Lieja, fuerte, juguetón y ganador. No se movió, desconcertado hizo de sordo en el concierto y salió c): Samuel, perdido entre dos aguas, se quedó sin entender nada, Purito se convirtió en el objeto favorito del pim-pam-pum italiano en la última subida a los Ronchi: arranca Ballan, Purito a rueda; ataca Cunego, ídem; ataca Rebellin, más ídem; ataca Ballan por tercera vez, ya en el falso llano, allí donde las piernas sólo reclaman descanso, y pum. Goleada.
Mundial de fondo en carretera: 1. A. Ballan (Ita): 6h 37m 30s. 2. D. Cunego (Ita), a 3s. 3. M. Breschel (Din), a 3s. 6. P. Rodríguez, a 3s. 22. S. Sánchez, a 1m 22s. 28. P. Bettini (Ita), a 4m 53s. 37. A. Valverde, mismo tiempo. 39. Ó. Freire, mismo tiempo.
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