La médula familiar
Reyes y reina (2004) de Arnaud Desplechin -oportunamente editada en DVD por Cameo- se cerraba con la imagen de un niño enfrascado en la elaboración de uno de los más delicados trabajos manuales: el trazado de su árbol genealógico. El espectador sabía que ese árbol genealógico iba a tener ramas invisibles: ese padre deseable que no formaba parte de su herencia genética y que los desórdenes de la vida apartaban, irremediablemente, de su paisaje familiar.
Un cuento de Navidad estructura su frondosa narrativa partiendo de otro árbol genealógico: uno que hunde sus raíces en la tumba de un niño muerto y cuyo crecimiento -arborescente, laberíntico- obliga a una dolorosa gestión de médula ósea entre una madre distante y los elementos más problemáticos de su descendencia. Como Reyes y reina, éste es otro tour de force marca Desplechin: una película cuyo metraje se acerca a las tres horas, pero que el espectador recibe como la gratificante inyección en vena de una novela de quinientas páginas, hábil en la pulverización de expectativas, elegante en la integración de su aparato referencial -tanto literario como cinematográfico-, enérgica en su constante tránsito de registros. Desplechin menciona como referentes de Un cuento de Navidad -la película capaz de acabar de una vez por todas con el cine de reencuentros familiares- a Saraband (2003), de Bergman, y a Los Tenenbaums (2001), de Wes Anderson, pero lo más deslumbrante de este generoso banquete de gran cine es la afirmación de la voz propia de su autor.
UN CUENTO DE NAVIDAD
Dirección: Arnaud Desplechin.
Intérpretes: Mathieu Almaric, Catherine Deneuve, Jean-Paul Roussillon, Anne Consigny, Melvin Poupaud.
Género: drama. Francia, 2008.
Duración: 150 minutos.
Babelia
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