Del error y otros demonios
ironías.
En su apasionada crítica a El amor en los tiempos del cólera, el autor Thomas Pynchon no se andaba por las ramas a la hora de defender el potencial subversivo de la novela: en plenos -y descreídos- años ochenta, cuando el amor se había convertido casi en palabra malsonante, García Márquez se atrevía a realizar el gran acto revolucionario de abordar una novela sentimental completamente despojada de ironías. El escritor colombiano se autoafirmaba como gran autor kitsch, escribiendo una novela rosa -en toda regla- con los materiales nobles de un portentoso dominio del lenguaje y una desbordante celebración del estilo.
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
Dirección: Mike Newell.
Intérpretes: Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, Benjamin Bratt, John Leguizamo.
Género: Drama. Estados Unidos, 2007. Duración: 139 minutos.
El amor en los tiempos del cólera acababa trascendiendo su naturaleza genérica para entrar en el ámbito de lo simbólico: el amor, versión García Márquez, se redefinía como vocación de inmortalidad en constante pulso con la erosión del tiempo, la contingencia de lo terrenal y la putrefacción de la carne. Con todo, a este crítico le quedó una extraña sensación tras la lectura: como si hubiese asistido a un concierto de la Filarmónica de Viena a partir del repertorio de, pongamos, Camela.
Adaptar al cine la novela de García Márquez ahora, cuando la mirada sentimental intoxica incluso nuestra lectura de la Historia, está lejos de ser un acto revolucionario. Mike Newell logra que en su traducción a imágenes se pierda todo, incluso el fondo: el resultado se acerca al folclore imaginario (y casi colonial), habitado por actores que exasperan su condición de tópicos latinos -en este sentido, el caso de John Leguizamo clama al cielo-.
También hay mucho de desconcertante en la interpretación -y, especialmente, en las sucesivas caracterizaciones- de Javier Bardem, aunque, curiosamente, sus posibles argumentos para la defensa estén escritos en el original: el Florentino Ariza que camina como un viejo antes de serlo y cuya desnudez revela contradictorios grados de decadencia ya fue imaginado por García Márquez, pero su encarnación en imágenes desafía toda suspensión de la incredulidad. La película de Newell demuestra que, para la literatura latinoamericana, el cine es como la muerte, aquello que todo lo iguala: ya sea García Márquez, Isabel Allende... o Laura Esquivel.
Babelia
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