El ego del artista
Realidad o tópico, las biografías cinematográficas de los genios de la pintura suelen caracterizarse por unas constantes determinadas: desequilibrio psíquico del protagonista, egocentrismo vital y profesional e inestabilidad de las relaciones afectivas. La existencia del genial pintor italiano de principios del siglo XX Amedeo Modigliani no escapa de tales convenciones, así que quizá para diferenciar un tanto su película de otras realizadas en los últimos años (Sobrevivir a Picasso, Pollock), el británico Mick Davis intenta ofrecer en Modigliani un plus de autoría propia que nunca funciona.
Así, mostrar la inestabilidad mental del pintor por medio de unas oníricas conversaciones con un ángel de la guarda (que no es sino él mismo cuando era apenas un crío) resulta tan ingenuo como cursi. Por no hablar de la penosa música elegida (una especie de versión house del Ave María) para ilustrar la preparación de los pintores para el concurso del Café de los Artistas. Sin embargo, cuando Davis se centra simplemente en relatar las relaciones entre sus personajes, la película se asienta e incluso posee algún chispazo de cierta emoción, caso del encuentro con el anciano Renoir.
MODIGLIANI
Dirección: Mick Davis. Intérpretes: Andy García, Elsa Zylberstein, Omid Djalili, Udo Kier, Peter Kapadli. Género: drama. EE UU, Francia, Alemania, 2004. Duración: 128 minutos.
Todo ello ayudado por unas cuantas elucubraciones de guión (legítimas tratándose de una película de ficción, siempre que el espectador no las dé por irrefutables), comandadas por la tempestuosa relación con Pablo Picasso, marcada por la atracción y la competitividad mutua en la época en la que ambos vivían en Montparnasse y formaban parte de la Escuela de París.
Babelia
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