'Guerreros', quinto largometraje de Daniel Calparsoro
Con este filme concluye la segunda entrega de EL PAÍS de DVD de cine español
"El mensaje que de forma inequívoca nos transmite la película es que en la guerra los pacificadores se convierten en guerreros", escribió Jonathan Holland en la revista Variety, comentario que el director de la película, Daniel Calparsoro, amplió después en el programa televisivo Versión española: "Guerreros cuenta cómo unos soldados tienen la misión de recuperar la luz eléctrica en un pueblo y cómo acaban perdidos en la misma oscuridad, convirtiéndose en bestias. Sin embargo, ésta no es una película de guerra al estilo del cine bélico tradicional. Es la historia de un viaje, de un viaje que empieza como si tratara de una película de guerra y que acaba como una película de terror".
"No es un filme de género, sino una vigorosa exploración con pinta de irrepetible"
Cuando en 2002 se estrenó este quinto largometraje de Daniel Calparsoro, 34 años, anteriormente autor de Salto al vacío (1995), Pasajes (1996), A ciegas (1997) y Asfalto (2000), en las que, según Francisco Marinero en El Mundo, "había mostrado cierta fascinación por la violencia", el público no prestó a la película el debido interés, a pesar de que la mayoría de los críticos intentaron llamar su atención, entre otros Ángel Fernández-Santos, que la definió como una "notable y turbadora película, que aunque saca cine, y buen cine, de la memoria de otras películas de guerra, no es un filme de género, sino una vigorosa exploración con pinta de irrepetible" en la que Calparsoro "representa, a través de un emocionante crescendo deslizado con ágil ritmo en vibrantes y terribles escenas, con aliento de generosidad, luminosidad y verdad, sin escatimar violencia y horror, nada menos que el loco e instantáneo aprendizaje del hombre humano de su condición de bestia humana".
No fue menos entusiasta Jesús Palacios en Fotogramas: "Contando con un brillante elenco juvenil, encabezado por un Eloy Azorín que a su belleza une la capacidad de crear un personaje complejo, mezquino y heroico al tiempo, pero siempre ambiguo y a la vez convincente, Guerreros, cuya ironía se resume ya en el propio título, demuestra, como ya hiciera su película anterior, Asfalto, que Calparsoro es el cineasta más maduro y coherente de su generación". En Cinemanía, Bárbara Escamilla encabezó su crítica diciendo que "la primera (y grata) sorpresa de Guerreros es encontrar, tras una factura impecable, una producción netamente española que se adentra en el género bélico desde una perspectiva alejada de nuestra contienda civil", y concluía diciendo que "las víctimas son todos, los monstruos son todos; cuanto más heroísmo, idealismo y espíritu marcial se pretenden cultivar bajo la bandera moral de la pacificación y la ayuda a los civiles, más fácil resulta caer en la barbarie y la locura".
Guerreros cuenta cómo en el verano de 2000 "una sección de una compañía del Ejército español integrada en la fuerza internacional de pacificación de Kosovo es atrapada, en una misión de servicio, por la tenaza del mortal barrido de un cruce de territorios entre serbios y albaneses". A partir de ese momento, según resumió Fernández-Santos en EL PAÍS, "el puñado de muchachos españoles, creado por un reparto vivísimo y sin grietas encabezado con empuje por Eduardo Noriega, que han acudido allí para escapar del ahogo ambiental, o del paro o de la cárcel familiar, con la bella tarea de edificar ámbitos de vida sobre los escombros de un país derruido, son bruscamente sometidos a la más soez y desnuda ley de supervivencia, la necesidad de matar para vivir...".
Los actores Eduardo Noriega, Eloy Azorín, Rubén Ochandiano, Carla Pérez, Jordi Vilches, Roger Casamajor e Iñaki Font representaron en la película a quienes deben transmitir "la tesis desencantada de que ni siquiera las buenas intenciones pacificadoras se abren camino en los territorios anegados por el odio racista y xenófobo", en opinión de J. L. Sánchez Noriega en Cine para leer. Todos ellos son personajes muy jóvenes, distintos a los que, según dice Daniel Calparsoro, "aparecen con frecuencia en las películas norteamericanas, con 30 años o más, cuando, en realidad, esos soldados son realmente niños, la mayoría de ellos de la misma generación que sigue en la televisión Gran Hermano y Operación Triunfo, chicos que se van a la guerra en busca de aventura o para ganar un sueldo y comprarse luego un coche en España".
Daniel Calparsoro y el coguionista Juan Cavestany habían imaginado a un ángel convertido en diablo, y la guerra de Kosovo les pareció un buen lugar "para dejar caer a ese ángel". Se fueron, pues, a Bosnia ambos guionistas junto al coproductor Enrique López Lavigne, además de "algunos amigos, uno de ellos ex militar, para ver si aquella idea tenía alguna consistencia. No queríamos hacer una película realista o documental, pero sí queríamos que fuera totalmente verosímil". En Bosnia les contaron "muchas leyendas urbanas de soldados" que se fueron traduciendo "en las ocho páginas de las que nació la que sería historia definitiva". Más tarde, durante el rodaje en Kosovo, "aunque el alto el fuego estaba garantizado por la misión de la OTAN y los soldados de la Legión española protegían al equipo del rodaje, los tiroteos y altercados fueron diarios". Para todo el equipo "fue una experiencia fuerte, que acabó influyendo en la película, en su recorrido, en su forma, en su contenido...".
En Revista digital, Pedro Luis Pascual Lacal escribió: "Quien vaya al cine a ver un filme bélico, descubrirá con agrado que Guerreros es una de esas películas de guerra que van más allá de lo sangriento y que sacan a flote aspectos que dejan consternado al espectador".
Daniel Calparsoro estrenó en 2002 Guerreros, su quinto largometraje, ambientado en la posguerra de Kosovo como marco de "la historia de unos niños en el infierno". El director concibió este filme, protagonizado por Eduardo Noriega y que EL PAÍS ofrece mañana por 1,95 euros, como "la historia de un viaje que empieza como una película de guerra y acaba como una película de terror".
Babelia
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