Crueldad humana a través del arte
Puede que LaBute no sea un experto en arte, pero en lo que sí se le puede considerar un catedrático es en el estudio de la crueldad humana, la manipulación de la voluntad y las relaciones entre sexos. Ya lo demostró con destreza en las brutales En compañía de hombres (1997) y Amigos y vecinos (1998), sus dos primeras películas, verdaderos tratados sobre el manejo de los sentimientos. Ahora, después de dos filmes alejados de su particular estilo y escritos por mano ajena (la notable Persiguiendo a Betty y la aceptable Posesión), LaBute regresa a su territorio más conocido, ése en el que no está bien visto ser una persona encantadora, ser buena gente, en el que lo que prima es ser como mínimo un borde y como máximo un canalla.
POR AMOR AL ARTE
Dirección: Neil LaBute. Intérpretes: Paul Rudd, Rachel Weisz, Gretchen Mol, Fred Weller. Género: drama. EE UU, 2003. Duración: 96 minutos.
Lo que ocurre es que el texto de sus dos primeros filmes era mejor que el de Por amor al arte. Si exceptuamos la monstruosa y deslumbrante traca final que esconde la historia, el resto es interesante pero no majestuoso. LaBute, evidentemente influido por el David Mamet de Oleanna y Glengarry Glen Ross, sigue teniendo talento para dibujar personajes odiosos sin resultar maniqueo. Sus animales contemporáneos se manifiestan con total cercanía. Son, como decía el título de su segunda salvajada, nada menos que nuestros amigos y vecinos. El cínico LaBute nos escupe a la cara lo que piensa del género humano, nos demuestra a cada paso que ha estudiado a Hobbes y, al mismo tiempo, que ha hecho un cursillo acelerado sobre la obra de Maquiavelo.
Sin embargo, el director no ha podido contar esta vez con Aaron Eckhart, su actor fetiche, que suele dar a sus personajes una deleznable mezcla de atracción y repulsión. Para interpretar a la ambiciosa escultora que maneja los hilos, LaBute ha acudido a la británica Rachel Weisz, de la que quizá se echa en falta una mayor frialdad en su actuación.
Babelia
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