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CASO PALAU

Las sombras del hotel del Palau

El proyecto turístico se plasmó en un convenio que fue ocultado - Satisfacción entre los denunciantes porque el fiscal asume sus argumentos

Blanca Cia

Los vecinos de Ciutat Vella estaban convencidos de que en el proyecto del hotel del Palau de la Música había gato encerrado y de ahí su perseverancia en denunciarlo. Ante los tribunales de lo contencioso, primero, y después, ante la fiscalía. Hace dos años se encontraron prácticamente sobre la mesa del distrito -lo mismo le ocurrió a la entonces regidora, Itziar González- el proyecto del hotel que ya había sido aprobado por la comisión de gobierno.

¿Cómo se daba por hecho que se derribaban tres fincas protegidas por el catálogo para hacer el hotel?, ¿dónde estaba el convenio inicial firmado por el consejero Antoni Castells y Fèlix Millet, que no fue aportado al trámite de la modificación urbanística?, ¿cómo era posible que el proceso participativo abierto en el distrito para intentar apaciguar los ánimos -pero sin cuestionar la viabilidad el hotel- lo pagara Fèlix Millet?, ¿cómo las tres fincas cambiaron de propiedad, del Palau de la Música a Olivia Hotels, en plena tramitación sin que el Ayuntamiento lo supiera?

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Estas son algunas de las preguntas que se formulaban los vecinos y las sombras que se han cernido desde el alumbramiento del polémico proyecto, una iniciativa de Millet defendida a capa y espada por la Generalitat y, sobre todo, por el Ayuntamiento, especialmente por el edil de Urbanismo, Ramón García-Bragado, y el propio alcalde, Jordi Hereu. Ambos apoyaron la operación y justificaron en repetidas ocasiones el "interés público" de lo que para el fiscal ha resultado ser un supuesto delito de tráfico de influencias. "Nosotros no pretendíamos una acción penal, lo que queríamos era desmontar la legitimidad de la operación urbanística y conseguir que las tres fincas volvieran ser lo que eran: equipamientos, no un hotel", explicaba ayer Daniel Jiménez, el letrado que representa a los vecinos del Casc Antic. Él considera que el Ayuntamiento, en esa operación, no defendió el interés general, sino que se alineó con la posición de Millet. "Está claro que esa vara de medir no la utilizan con cualquier ciudadano", apostilló.

En efecto, algunas de las permutas urbanísticas más sonadas tienen como protagonistas a promotores inmobiliarios de renombre, como es el caso de la construtora de Núñez en la falda de Collserola, la permuta que se concedió a la clínica Quirón, que ha sido paralizada por el Tribunal Superior y, más recientemente, la recalificación del Miniestadi del FC Barcelona.

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El Consistorio sólo paralizó el plan especial del hotel del Palau meses después del estallido del escándalo y una vez que el fiscal decidiera abrir la investigación. Sin embargo, todavía queda por resolver el origen de todo el problema: deshacer la modificación urbana y que los tres edificios vuelvan a ser lo que eran, equipamientos. El Ayuntamiento parece que no está por la labor por miedo a que le cueste dinero. La Generalitat, en cambio, está deseosa, porque así recupera un patrimonio que se ha visto menoscabado a mayor honor y gloria del saqueador confeso Fèlix Millet.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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