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Reportaje:LA TERCERA HORA DE CASTELLANO EN LA ESCUELA

"No necesitamos la tercera hora, sino más catalán"

El aula es el único contacto con el catalán de los alumnos de Sant Cosme i Sant Damià, en El Prat

La escuela pública Sant Cosme i Sant Damià se ubicaen el barrio de Sant Cosme de El Prat de Llobregat, una zona habitada mayoritariamente por familias de etnia gitana. Allí el castellano domina todos los ámbitos. Para la mayoría de los pequeños del barrio, su ámbito de aprendizaje de lengua catalana se reduce a las aulas, por lo que los profesores no creen necesario impartir una tercera hora de castellano. "El único contacto de los niños con el catalán es la escuela", explica el director, Toni López, que considera innecesario el refuerzo de castellano al ser "la lengua vehicular en la que se expresa la sociedad".

"Aquí no necesitamos la tercera hora de castellano; las dificultades de los niños en catalán son inmensas", explica Carolina Rius, profesora de primero de primaria. Tras una inmersión que se realiza durante los tres años de educación infantil -en la que el catalán se aprende a base de juegos y actividades amenas-, Rius se encuentra con unos niños que apenas han aprendido a balbucear algunas frases en catalán, pero sí se expresan, con dificultad, en castellano: "Todo el entorno es en castellano. Sólo oyen el catalán en la escuela", razona la maestra, que reclama "más horas de lengua catalana".

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El esfuerzo de la escuela, cuyas clases, excepto las dos horas de castellano, se imparten en catalán, se ve recompensado: a los 12 años los alumnos se pueden defender en ambas lenguas. Aunque en la calle, en sus relaciones y en todos sus ámbitos, todos se expresan en castellano: "Lo hacen por comodidad. En el centro, si tu les preguntas, responden en catalán; pero si ellos te explican algo, lo harán en su lengua", ilustra Aurelia Fontcuberta, jefa de estudios de la escuela.

"Estamos logrando que los niños hablen un poco el catalán y se expresen mejor en castellano", se felicita el director del centro. Los padres de los niños, antaño reticentes a que sus hijos aprendieran la lengua catalana, se muestran ahora más abiertos. "Incluso hay madres que han pedido un cursillo de catalán dirigido a adultos, para poder ayudar a sus hijos con los deberes", apostilla López.

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