Una masía con larga historia
La torre del Fang, en la Sagrera, se reconstruirá después del túnel del AVE
A finales de la década de los setenta, la torre del Fang era un edificio cerrado y en avanzado estado de desmoronamiento. Todo parecía indicar que a la antigua casona situada justo en la esquina de la calle del Clot y el puente de Espronceda de Barcelona -a un paso de las vías del ferrocarril- le quedaba poco futuro. Eran los tiempos de las barracas de La Perona y desde los pisos de cierta altura más próximos a esa esquina lo que se veía era un continuo de chabolas y la mole gris y abandonada de la torre del Fang. Pero revivió en 1984 cuando la adquirió el Ayuntamiento de Barcelona y desde entonces alberga los servicios de normalización lingüística y el centro de recursos pedagógicos de Sant Martí.
Un estudio apunta que desde esa zona se bombardeó la ciudad en 1714
La parte histórica de la torre se izará mientras se construye el túnel
La masía fue tierra de cultivo en manos de mercaderes de Barcelona
El trazado del AVE desde Sants hasta la Sagrera puso otra vez en la picota a la torre del Fang porque los técnicos de Adif situaron el macropozo de ataque de la tuneladora que llegará hasta Sants justo debajo de la masía, un edificio catalogado como bien de interés local. La primera idea fue, sencillamente, derribarla. Después, trasladarla de lugar. Y, al final, después de una presión considerable de la oposición municipal y de los vecinos, la torre del Fang seguirá estando donde está tras una compleja operación de ingeniería que tendrá un coste de unos cinco millones de euros.
Consistirá en algo parecido a un acorazamiento de las dos fachadas más antiguas -de los siglos XIV y XV- con frente a la calle del Clot y a la esquina de Espronceda, que literalmente quedarán suspendidas sobre el túnel mientras duran las obras. Las partes que se considera que no tienen valor histórico serán derribadas. Cuando se acabe el túnel, la torre del Fang se volverá a alzar, como si nada, en el mismo punto.
Los vecinos la reclaman para equipamientos del barrio, especialmente el del Clot. Domiciano Sandoval, presidente de la asociación de vecinos de ese barrio, ha sido uno de los movilizadores de la campaña Salvem la torre del Fang y está enfrascado en dar a conocer la historia de la masía. Tanto, que este próximo sábado, día 29, organizará en la misma torre (12.30 horas) un coloquio-debate con la participación del historiador Antoni Nicolau y el urbanista Jordi Borja.
Y es que la historia de la torre del Fang es la de Sant Martí de Provençals: tierra de viñedos y de campos agrícolas hasta bien entrado el siglo XIX, cuando empezaron a aparecer las primeras fábricas. Un estudio realizado por el gabinete Àqaba -y tenido en cuenta para el proyecto de reconstrucción de la torre- explica la historia de lo que fue una de las cerca de 30 masías de Sant Martí. Como la mayoría, la propiedad siempre fue de importantes familias barcelonesas, entre ellas la de Galzeran de Gualbes (1423), mercader y banquero del siglo XIV que llegó a ser miembro del Consell de Cent. Más tarde, la masía y sus tierras pasaron, vía donación, al clero y órdenes religiosas.
En su día era un lugar privilegiado ya que su proximidad al Rec Comtal favorecía las labores agrícolas y, además, estaba en una vía principal porque lo que hoy es la calle del Clot (antes carretera de Ribas) había sido el camino real que partía del Portal Nou de las murallas de Barcelona y llegaba hasta Sant Andreu del Palomar y Sant Martí. En 1713 y 1714, según el estudio, esta torre fue utilizada por el ejército borbónico como uno de los puntos desde los que se bombardeaba Barcelona.Los primeros documentos reseñados en el estudio sitúan la construcción, con sillares de piedra, de la primera fachada, la que da a la calle del Clot, hacia finales del siglo XIII o principios del siglo XIV. Un siglo más tarde se añadió el volumen del lado norte, la que da a Espronceda, que se realizó con muros de mampostería ligada con mortero de barro. De ahí, tal vez, su nombre. Fue más tarde, aproximadamente a partir de mediados del siglo XVIII, cuando se le añadieron más cuerpos constructivos.
Su historia dio un vuelco en 1852 cuando se realizaron las primeras expropiaciones para el tendido de la línea férrea. Desde ese momento, el devenir de la torre del Fang está marcado por el tren y la industria. Sesenta y tres años después, en 1915, los terrenos de la masía se vieron afectados por una nueva expropiación, ligada a la ampliación de la línea del ferrocarril a Francia.
En 1922, la torre del Fang dejó de ser una masía agrícola y pasó a tener uso industrial. La compró Fomento de Obras y Construcciones y en lo que antes eran huertos y campos se alzaron instalaciones para la fabricación de materiales de construcción. El poderío de Fomento ya estaba claro en esa época porque pidió al Ayuntamiento de Barcelona, y consiguió en 1924, que los terrenos que ocupaba fueran excluidos del Plan Cerdà. Los edificios se transformaron en unas oficinas de la constructora y las tierras pasaron a ser un gran almacén al aire libre de los grandes adoquines con los que se trazaron las calzadas del Eixample.
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