El centro de todas las protestas
Los acampados en la plaza de Catalunya acaparan varias reivindicaciones para hacer crecer el movimiento - Varios miles de personas asisten a la cacerolada
Varios miles de personas se concentraron ayer en la plaza de Catalunya, pertrechados con cacerolas y cucharas. A las nueve, los indignados ensordecieron con su ruido los alrededores. La protesta se extendió incluso a los balcones de algunas calles del Eixample. Los acampados anunciaron que eran más de 7.000. La Guardia Urbana los cifró en 800, algo manifiestamente alejado de la realidad. La protesta se repitió en distintos puntos de Cataluña.
El movimiento de los indignados dio ayer un vuelco. Del discreto éxito de participación del lunes, martes y miércoles, al notable aumento de ayer. "Queremos que plaza de Catalunya sea el centro de todas las protestas", explicó una representante de la comisión de expansión, Núria Comerma, de 27 años.
"¡Estamos vivos!", celebraban ayer una madre y una hija, de 62 y 34 años
El propósito de esa comisión es extender el movimiento de protesta a distinas franjas sociales que, hasta ahora, no se han sumado. Para conseguirlo han contactado con "diversos colectivos que se encuentran en medio de un conflicto laboral", como el sanitario, el educativo, el universitario e incluso los trabajadores de Telefónica afectados por un ERE y la Federación Catalana de ONG. Intentan que cualquier manifestación que se celebre en la ciudad acabe en la plaza de Catalunya. Hasta el momento, ya lo han logrado con algunas protestas minoritarias.
Además, se valen de las redes sociales para hacer llegar su mensaje. Incluso han colocado varias cámaras que intentan transmitir en directo lo que ocurre la plaza y se han esforzado en hacer llegar su mensaje a los medios de comunicación.
La iniciativa ha surtido efecto también en personas que no pertenecen a ninguna asociación. Como Consuelo Santamaría, de 62 años, que se sumó a la protesta, cacerola en mano, junto a su hija, de 34 años. "¡Estamos vivos!", decían, sonrientes.
Lo mismo que Ana y Francisco, una pareja de 64 y 65 años, recién jubilados, que se acercaron para "apoyar a la juventud" porque "es mucho más efectivo quejarse aquí que solo ir a votar". "Esto se ve en todo el mundo y eso es lo que más molesta a los políticos", afirmó Francisco.
Los acampados no desisten. Y aseguran que piensan resistir en la plaza, aunque haya una resolución contraria de la Junta Electoral. Por ahora, cada día, a las 21 horas, han convocado una cacerolada.Nadie quiere crearse enemigos en campaña electoral entre los acampados. Así se explica que todos los partidos evitasen ayer criticar a los concentrados en la plaza de Catalunya de Barcelona y hasta lanzaron, con matices, guiños de complicidad, no fuera que eso les costara votos.
Los dirigentes de Iniciativa fueron los que se mostraron más receptivos a los concentrados. El secretario general de la formación, Joan Herrera, afirmó: "Las movilizaciones han impedido que algunos mataran la campaña", en referencia a los acampados y los que participaron en la protesta del pasado día 14 en Barcelona contra los recortes de la Generalitat.
Más cauteloso se mostró Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, quien evitó pronunciarse sobre si había que desalojar a los concentrados argumentando que él no tiene competencias sobre el asunto y que corresponde a la Junta Electoral Central. Con todo, afirmó que "de la indignación hay que pasar a la acción", al tiempo que pidió que ningún partido instrumentalizara las protestas.
El candidato de CiU a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, se mojó más y pidió abiertamente que no se les desaloje para no agravar la propuesta, mientras que el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol se preguntó "y después de indignarse ¿qué?, porque no podemos quedarnos en la pura indignación".
El secretario general de ERC, Joan Ridao, aseguró que las concentraciones reflejan el "malestar social" generado por las recetas anticrisis, y, en el otro extremo, la presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, dijo que entendía la indignación de los jóvenes ante las cifras de paro juvenil, que ronda el 40%.
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