Rosa Cullell sorprende en su debut con una novela intimista
"Es la primera vez que desvelo algo de mí", dice de 'El mejor lugar del mundo'
"Es un experimento sentimental". Así definió ayer Rosa Cullell (Barcelona, 1958) su primera novela, El mejor lugar del mundo (New Books en castellano; Ámsterdam en catalán). Son historias entrelazadas -"relatos", explicó ella durante la presentación de su obra- que convergen en universo común.
El mejor lugar del mundo es para la abuela Lola un enorme piso alquilado del Eixample del que, después de 40 años, será expulsada porque lo necesitaban sus dueños. El mejor lugar del mundo para Manuel, un bombero, sería poder conseguir ese ático luminoso para compartir con su amor... Son todas las que van entretegiendo la novela historias agridulces, como la de la mujer que el día en que cumple 50 años espera y no espera una fiesta sorpresa. Va a la peluquería, se arregla y cuando llega a casa todo es silencio.
Estos relatos que van dando forma a la novela tienen dos partes: la Barcelona de finales de los sesenta, "provinciana, donde apenas pasaba nada" y la de ahora (2008-2010), donde todo "va muy deprisa", según la autora. También está Albacete, la nostalgia de Castilla, Asturias, Francia... La primera parte de la novela, admite la propia Cullell, es más autobiográfica, sobre todo en la recreación de atmósferas.
En los tiempos actuales los "personajes quieren ser felices; y esa es la dificultad: vivimos en un mundo bastante privilegiado y aún queremos ser más privilegiados. Tenemos que tranquilizarnos". En el mundo anterior, "todos estaban tranquilos y aguardaban".
En todas, o en casi todas, las vidas que se cruzan en El mejor lugar del mundo, hay un denominador común. "Volver a empezar es posible". Y eso vale para la propia Rosa Cullell. Periodista en la BBC, TVE y EL PAÍS, articulista, directora general adjunta de La Caixa, consejera delegada de Grup 62, directora general del Liceo y luego de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Ahora se planta y quiere hacer lo que le da la gana. Y lo que le da la gana es esta novela que tanto tiempo llevaba en la cabeza.
Le costó dar el paso. Todo el mundo esperaba de ella que publicara un libro sobre sus aventuras y avatares profesionales, pero se descuelga con una novela que hace reír y llorar. "Es la primera vez que desvelo algo de mí misma", se sincera. "Quizá a los 53 años es demasiado tarde para empezar a publicar, pero es ahora cuando he tenido la soledad y el tiempo necesario para poder hacerlo".
Asegura que tiene más cosas en el cajón. O sea que quizá sí, quizá ha nacido una nueva narradora.
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