En honor a San Canuto
La asociación de estudios sobre el Cannabis de Sevilla celebró ayer el día del 'patrón de los marihuanos'
Diecinueve de enero. En el santoral, San Canuto, rey de Dinamarca y mártir que, según cuentan, dedicó su vida a extender la fe cristiana hasta los confines de sus dominios. Fundó hospitales, edificó monasterios y templos y se afanó por buscar la felicidad de sus súbditos. Sus enemigos lo asesinaron mientras oraba al pie de un altar allá por el año 1086. Ayer, un milenio después, se escucharon varios ¡vivas! en su honor en la sede de Arsec.Se, la Asociación Ramón Santos de Estudios sobre el Cannabis de Sevilla.
Los defensores de la despenalización del autocultivo y del consumo en público de esta planta se reunieron para celebrar San Canuto, el patrón de los marihuanos. Una fiesta que concentró a alrededor de medio centenar de personas. Socios de Arsec.Se y familiares y amigos, fumadores y no fumadores, jóvenes, ancianos y niños, que empujan triciclos, carritos de muñecas y balones correteando de una punta a otra del local.
Francisco Rodríguez, un ex funcionario de Correos de 72 años, se reconoce encantado con el ambiente festivo que se respira en el local de Arsec.Se, hasta donde ha llegado con su hijo, uno de los 300 socios de la asociación. "Yo de fumar nada", asegura Francisco, "a mí lo que me gusta es estar en casa con mi copa de vino o mi cerveza, pero he venido a echar un ratito con los jóvenes", se justifica mientras echa mano a un plato de sangre encebollada recién salida de la cocina.
En el centro del local, el presidente de Arsec.Se está ya ultimando el plato principal del almuerzo. Una enorme paella a la que sólo le faltan el toque mágico y cinco minutos de cocción. Enrique Valverde, camisa y delantal blanco, gorro de chef y pañuelo verde al cuello, desgrana su receta: tres kilos de arroz, cuatro de pollo, dos de almejas, uno de chocos, dos de mejillones y dos de gambas. "Y el truco", advierte mientras distribuye cuidadosamente por la paellera una veintena de cogollos de cannabis.
"Ha quedado riquísima", confirma luego Feliciana, la esposa de Francisco, el ex funcionario de Correos. En poco más de media hora, en la paellera apenas queda rastro del arroz y algunos, aún hambrientos, acuden a la cocina a probar la versión infantil: sin carne ni hierba. "¿Pero por qué no podemos tomar de la grande?", protesta Carmen, de siete años. "Porque eso no lo puedes comer tú", zanja Carlos, su padre, un trabajador de la construcción que pertenece a Arsec.Se desde que se fundó, en agosto de 2001.
Él y Laura, su mujer, son socios activos. Ella era la tesorera de la asociación hasta que se quedó embarazada de Carlos, que a sus cuatro meses visitó ayer el local de Arsec por segunda vez en su vida. Sus padres se han instalado en un rincón independiente hasta donde no llega el humo y donde el volumen de la música baja varios decibelios. Con todo, a Carlos le ha costado dormirse. "Es muy inquieto y cualquier situación extraña le altera", explica Laura con el niño completamente dormido en sus brazos.
Como el resto de los socios de Arsec, defienden el autocultivo y el consumo en público, por lo que Carlos no tiene reparos en fumar delante de su hija Carmen, visitante asidua de la sede de Arsec.Se, pero que ayer protestaba por todo medio dormida y aburrida porque no habían ido ninguna de sus amigas de la asociación. "Tiene siete años y lo que le gusta es cuidar las plantas que yo tengo en casa. Sobre todo cuando son pequeñas. Las mira, pregunta, se preocupa por ellas", cuenta el padre. "No entiende bien que esto está mal visto, pero yo creo que sí que sabe que algo raro hay", dice.
De todas formas, intentan no fumar en la misma habitación en la que están los niños para que no les moleste el humo. "¿Pero por qué va a ser peor que respire el humo de un porro al de un tubo de escape?", se pregunta Laura, quien, durante el embarazo de su hijo Carlos no dejó nunca de consumir hierba. "Me asesoré, leí mucho, y nadie me dijo que fuera malo. Tuve un embarazo perfecto, el niño nació con el peso normal y se le ve sano", explica. "Puede que de alguna manera afecte al bebé, pero seguro que no es para mal", afirma Laura.
Dulces y diapositivas
Mientras apuran la paella y Miguel Ángel Lazo, otro de los socios, prepara las rosas de huevo, harina y miel que tomarán como postre, algunos se concentran en torno a un proyector de diapositivas donde se proyectan imágenes de Marruecos. El autor es Antonio, el ganador del Primer Concurso de Cosecha Cannábica, que se celebró en noviembre en Arsec.Se, y donde un jurado de expertos puntuó la textura, aroma, suavidad y efecto de las 62 variedades presentadas.
La hierba cultivada por Antonio recibió el galardón de Mejor Planta, premiada con un viaje para dos personas de fin de semana a Marruecos. Antonio, fotógrafo aficionado, ya lo conocía, pero no escatima elogios a la fotogenia del país africano. Sin embargo, prefiere de lejos el cannabis que se cultiva aquí. "Ellos son los primeros productores del mundo, pero es una porquería", asegura. "No saben cultivar, no les preocupa, lo adulteran todo. Producen mucho, pero es un mito falso", advierte.
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