_
_
_
_
yo afectado
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rasca, gilipollas

Verónica dice que muchas parejas rompen durante las vacaciones porque descubren que no tienen nada de qué hablar. Y lo dice de vacaciones, después de diez minutos de silencio. Mierda. Estamos frente al mar. Solos. Siete días. Da miedo parar. A veces quiero ver poco a Verónica. Para que me dure. O para durarle yo a ella. ¿Y si no tengo nada que aportarle? No soy especialmente gracioso, ni culto, ni aventurero. La ciudad ya no me protege. Los cines no me arropan. Los restaurantes japoneses no me acogen. Los gin-tonics de Del Diego no me consuelan. Me siento desnudo sin mi capa de director. Ya no soy un superhéroe. Va a descubrir que soy un fraude. Tengo una irremediable tendencia a no aceptar la paz, la tranquilidad, a perpetuar el conflicto, dentro de mí sobre todo. Uno de los mayores problemas de las parejas actuales es que tienden a analizarlo todo demasiado. Vamos a ser civilizados, modernos y sinceros. Vamos a decirnos las cosas. Vamos a crear una base sólida para que nuestra relación sea duradera. Mierda, todo mierda. Rasca, gilipollas, tú rasca, que si te empeñas, siempre vas a encontrar basura. Verónica tiene una piel hermosa y delicada, pero si la frotas demasiado, acaban saliendo pelotillas. No te pongas a hablar de esto con ella. Piensa que estás de vacaciones en un ascensor. Usa frases hechas, sé banal. Pero si no digo cosas interesantes, se va a aburrir. Pero si me pongo en plan sincero, se va a hartar. Diga lo que diga, me va a dejar. Qué ansiedad, qué calor, qué humedad. Escucha el mar y no hables. No des rienda suelta a tus miedos. No busques solución a problemas que no existen. "Hace calor, pero ya verás como por la noche refresca", digo después de un buen rato en silencio. Esto es el fin. O el principio. No lo sé. Encima, esta situación es como el crucigrama de un periódico, no te dan la solución hasta la siguiente edición.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_