Telecine
Errol Flynn, que fue mejor Robin Hood que el verdadero Robin Hood y pionero en el arte de tocar el piano con el propio pene, sostenía que la vida comienza en el vientre de una mujer y que casi siempre se desarrolla no demasiado lejos allí. Algo parecido pasa con el cine español y la televisión. Toda película española nace gracias a la televisión y termina en la televisión, vientre materno y cónyuge irremediable al mismo tiempo. La ley fuerza a las televisiones que emiten cine a destinar una pequeña partida de sus ingresos a la producción audiovisual, y les concede total libertad para elegir sus inversiones y organizar la comercialización. Así se han transformado de hecho en las productoras más fuertes del sector. Al poseer también la ventanilla de emisión, gozan de una posición preeminente en el mercado. Para asimilar una situación tal, podríamos imaginar que para emitir un partido de fútbol fuera imprescindible que los equipos en liza estuvieran participados por el canal.
Sin embargo, cuando la gente, y aquí entran todos los acercamientos posibles, desde el prejuicioso hasta el animoso, del catastrofista al angélico, decide ponerse a valorar ese magma conocido como cine español, nadie se acuerda de esta dependencia de la televisión. Para que cualquier película llegue a hacerse en condiciones mínimas de solvencia, ha de contar con la aprobación de los ejecutivos televisivos. Ellos son los dueños de la luz verde, ese semáforo en el que arranca cualquier producción.
Así que los premios Goya también podrían evaluarse como un galardón a las decisiones de los canales. De hacerlo así, anoche TVE se habría alzado con una posición muy destacada, porque es la dueña de la emisión de títulos como Pa negre, También la lluvia, Balada triste de trompeta, Biutiful o los cuatro finalistas en la categoría de Mejor Documental. La televisión catalana participa en varias de ellas, lo que la convierte de lejos en la más activa y afinada cadena autonómica con respecto al cine. Canal + es diferente, aún hegemónica en la tele de pago. La Sexta, con su participación en Buried, era el único canal privado aspirante al gran premio. Enorme descompensación que se equilibra al analizar los resultados de taquilla, donde las privadas dirigen sus aspiraciones.
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