Riccardo Cassin, decano de los alpinistas europeos
Se midió con pendientes y paredes hasta los 80 años
Riccardo Cassin había perdido la cuenta. Este alpinista italiano, uno de los más activos del siglo XX, no recordaba con precisión cuántos ascensos había realizado. En cualquier caso, fueron por lo menos 2.500.
Cassin falleció el pasado 6 de agosto a los 100 años. Precisamente ese día, hace 71, había marcado un hito en la historia de la escalada abriendo una ruta en la cara norte de las Grandes Jorasses, en el Mont Blanc.
Nacido en la región de Friuli, en el norte de Italia, tras la muerte del padre se vio obligado a trasladarse cerca de Milán, cuando todavía era adolescente, para buscar un empleo. Trabajó como albañil y pronto se convirtió en gerente de una pequeña empresa de instalaciones eléctricas. En esa época también floreció su amor por las montañas. Empezó cerca de casa, enfrentándose primero a las que contemplaba todos los días al despertarse, en Lecco, como el Resegone o el Gruppo delle Grigne, un conjunto de cimas prealpinas.
Lucha de liberación
Cassin, que también practicó el pugilato y fundó su propia firma de herramientas y material de alpinismo, demostró tener valor y espíritu emprendedor también durante la II Guerra Mundial. La noche del 6 de febrero de 1945 apoyó, junto con otros escaladores, el lanzamiento de una de las mayores misiones de las tropas estadounidenses durante la liberación de Italia, llamada Dick Cerezo.
Ya en la posguerra, en 1953, llegó su gran oportunidad. El célebre explorador Ardito Desio le quiso junto a él en un viaje de reconocimiento antes del ascenso, realizado al año siguiente, del K-2.
En 1958 guió la expedición al Gasherbrum IV, en la cordillera del Karakorum entre China y Pakistán, y tres años más tarde abrió una ruta en la cara sur del McKinley, la cumbre más alta de Norteamérica, lo que le valió un telegrama de felicitaciones de John F. Kennedy.
Después se enfrentó a cimas del Cáucaso o los Andes peruanos, así como de los Alpes, donde se midió con pendientes y paredes de hielo hasta los 80 años. Porque Cassin no podía vivir de otra manera, como ha recordado la prensa italiana, y cuando se le preguntaba hacia dónde iba el alpinismo, contestaba: "Se va a la montaña. Todo lo demás, sobra".
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