Anita Page, estrella de cine mudo

En este mundo multimedia, recordar los tiempos del cine mudo es casi como hablar de la prehistoria. Sin embargo, la muerte de la actriz Anita Page el pasado 6 de agosto a la edad de 98 años, obliga a dar marcha atrás en el tiempo y a rememorar a una de las grandes estrellas de una época silenciosa y en blanco y negro de la que quizás muchos niños de hoy, rodeados de videojuegos de colores, ni siquiera hayan oído hablar.

Page, a la que se llegó a promocionar como "el rostro más bello de Hollywood" era una chica del barrio de Queens que comenzó a trabajar en la industria neoyorquina siendo una adolescente, actuando como extra en varias cintas en las que ni siquiera consiguió un crédito. A los 15 años ya se había embarcado rumbo a California para perseguir su sueño de ser estrella. Lo consiguió con apenas 18 años, actuando junto a Joan Crawford en el filme Our dancing daugh-ters, una película en la que ambas competían por el amor de un millonario que acababa escogiendo a Page hasta que, en un giro final de guión, el director la mataba haciéndola caer por las escaleras borracha como una cuba. "Fue una escena muy difícil de rodar porque tenía 17 años y no había bebido en mi vida", declaró años después.

Aquel filme la convirtió en una de las mujeres más buscadas y admiradas de Hollywood. Y se dice que incluso Benito Mussolini se enamoró de ella y le pidió en matrimonio por carta.

Corrían los años veinte y en Hollywood eran los grandes estudios los que hacían y deshacían. Page recordó una vez que Louis B. Mayer, el mítico padre de la MGM le dijo: "Puedo convertirte en la estrella más grande del mundo en tres películas. También puedo destrozar a Garbo (una de sus competidoras) en tres películas". Ella le contestó: "Señor Mayer, ya soy una estrella". Y él a su vez le dijo: "No importa, te podría hacer más grande. Sólo habría que ser discretos". Ella se negó a aceptar la propuesta.

Hizo la transición al cine sonoro con la película The Broadway Melody, un musical que se llevó el primer Oscar del cine hablado a la mejor película en 1930. Sin embargo, la presión de la transición y la negativa de MGM a subirle el salario cuando en 1933 expiró su contrato, le hicieron retirarse de la pantalla. Sólo tenía 23 años. Vivió el resto de su vida retirada del cine, excepto por un puñado de títulos prescindibles de serie B en los que hizo apariciones mínimas.