La memoria incompleta
Un documental reúne las reflexiones de 27 mujeres sobre el franquismo
El golpe militar de 1936 desencadenó la desgracia de muchos. Desde hace muy poco, las asociaciones de la memoria histórica han intentado dignificar, no sin dificultades, a los que padecieron el acoso de la dictadura. La historia se recuperaba, pero estaba incompleta. Faltaban las represaliadas por el franquismo. También faltaban las herederas de una generación de mujeres nacidas para estar al servicio del hombre.
Para difundir sus testimonios, la Asociación Memoria Histórica do 36 de Ponteareas, en colaboración con la Universidad de Vigo, puso en marcha el documental Digna rabia, en el que 27 mujeres reflexionan sobre el impacto del franquismo en sus vidas. Pretenden estrenarlo en marzo, haciendo coincidir su presentación con el Día de la Mujer. El documental refleja la historia de activistas feministas, intelectuales y políticas. Desde la única alcaldesa republicana de Galicia, María Gómez, regidora de A Cañiza en julio del 36, hasta la ex conselleira del PP Manuela López Besteiro. También se repasa la trayectoria de feministas históricas como María Xosé Queizán o Nanina Santos.
Chiña González no habló de la historia de su padre hasta los años 70
"Ni los hombres más progres se implican", se queja Santasmarinas
Pero las consecuencias del franquismo tuvieron efecto también sobre mujeres anónimas, que por primera vez cuentan en público cómo sufrieron la dictadura. Chiña González es una de ellas. Su padre fue concejal socialista de Ponteareas durante la República. Tras el golpe de estado intentó huir a Portugal pero alguien lo delató. Lo fusilaron en octubre del 36. Chiña todavía recuerda que se llevaron a muchas jóvenes al ayuntamiento para raparles el pelo. Luego, las pasearon por las calles. "Ellas intentaban taparse la cabeza con pañuelos pero los falangistas se los quitaban", explica. El hijo de González, Rafael Bargiela, no conoció esta historia hasta mucho después. "Había elecciones y pasó un coche con un altavoz por delante de casa. Era propaganda electoral y de fondo sonaba La Internacional, entonces me di cuenta de que mi madre estaba llorando", explica Bargiela. Fue aquel día cuando Chiña comenzó a hablar de lo difícil que fue soportar el acoso falangista.
Sacrificio y silencio. Eso era lo que les esperaba a quienes sufrieron de forma directa la represión. Porque también hubo presas en las cárceles de Franco. Saturrarán, en Guipúzcoa, es el mejor ejemplo. A esta prisión femenina llegaron muchas gallegas, entre ellas la última alcaldesa republicana de A Cañiza, María Gómez. "La vida de todos los presos era horrible, pero las mujeres soportaban otras cargas, como la violencia sexual. Los hombres disponían del apoyo de sus esposas, pero las presas tenían que ganarse la vida en cautividad y en muchos casos ayudar a su familia desde allí", explica la investigadora María José Bernete. Al igual que la alcaldesa de A Cañiza, la mayoría de las supervivientes de las cárceles franquistas no volvían a sus poblaciones de origen. Algunas por un exilio forzoso, otras porque allí les esperaban las caras de quienes las habían delatado. María Gómez pasó el resto de su vida en Lugo.
El feminismo fue resultado de las conciencias de las jóvenes que no estaban dispuestas a asumir el rol que habían desempeñado sus madres. Esta conciencia nace a finales de los 60 y Nanina Santos estuvo involucrada en aquella lucha. "El franquismo, ayudado por la jerarquía eclesiástica, se encargó de realizar un trabajo de propaganda que enseñaba cómo ser mujer, y consistía en someterse al varón". El termómetro que medía la feminidad funcionaba de forma directamente proporcional a la blancura de las sábanas en los tendales. Y hubo consecuencias. Incluso los movimientos que se consideraban más comprometidos relegaban a las mujeres. Es una queja que comparten todas las entrevistadas: en el seno del partido más igualitario la mujer estaba fuera de las decisiones importantes. Y, según Santos, lo sigue estando. La ex funcionaria de Extensión Agraria e Pesqueira, Prudencia Santasmarinas es tajante: "Incluso los hombres más progres no sienten que esto vaya con ellos".
Aún quedan frentes abiertos. "Hay mucha presión a la igualdad, pero parece haberse convertido en un eslogan con pocas medidas concretas", se queja Santos. El recuerdo de la digna rabia de aquellas mujeres abre ahora una puerta a la reflexión, invita a retomar la conciencia.
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