El Kilómetro 0 empieza en Porriño
Un escultor local ha hecho la placa que sustituye en Madrid a la original de la Puerta del Sol, y apenas le han permitido licencias respecto a la franquista
Con 23 años, el escultor Paco Candán escuchó a hurtadillas una conversación entre su madre y una vecina. La progenitora, que había quedado viuda bastante joven, contaba apenada y algo avergonzada a la otra que su hijo había dejado la empresa de cantería en la que estaba empleado para dedicarse a tallar "canastros" en miniatura en el faiado. Y la amiga la intentaba consolar argumentando, no con mucha convicción, que sería todavía peor que estuviese "metido nas droghas". Eso pasó hace 22 años, y poco después pasó por el pequeño taller que el chico empezaba a montar el empresario David Fernández, el granitero que fue asesinado siete años más tarde con su mujer, su hija y su empleada doméstica en un chalé de Nigrán.
Descubrieron, sólo llegar, que Candán había quitado el punto tras el cero
El hombre, "un buen hombre", según recuerda Candán, le pidió a la madre del chico que tuviese confianza, porque su hijo creía en lo que hacía, y acto seguido le encargó al joven una partida de hórreos enanos. Fernández fue su primer cliente en serio, y después de este encargo llegaron otros. Hoy Candán, que ya ha descendido del faiado y ha construido un taller en la planta baja, todavía no sabe para qué quería aquel hombre de negocios esos souvenirs que él fabricaba y sigue fabricando, si para regalar o para vender, pero a partir de entonces su suerte empezó a cambiar y los recelos de su madre se esfumaron.
Esta tarde, en su taller de Sequeiras (un barrio de O Porriño arrimado físicamente a Cans que ni los de O Porriño ni los de Cans reivindican como propio), sobre las mesas de trabajo se despliega un Combarro liliputiense. Ristras de hórreos, y también cruceiros de estantería, construcciones populares en granito de Parga que él y su sobrina fabrican por cientos a la semana, se alinean listos para ser despachados a tiendas de recuerdos de Santiago.
También labran trisqueles, diversas figuritas ornamentales y trofeos, y es esto, prácticamente, de lo que viven, pero entre medias, de vez en cuando, por la puerta de Candán, Artesanía Galega en Pedra, entran grandes empresarios con prisas y marrones de última hora "para ya". Y el cantero de bolsillo siempre les resuelve "la papeleta" sin alterarse, sean regalos de empresa, réplicas de monumentos para agasajar a la Administración de turno o simplemente imprevistos urgentes con los que nadie contaba. Con eso del Plan E, los ayuntamientos andan bastante apurados. El de Madrid, por ejemplo, tuvo que remodelar en tiempo récord la plaza de la Puerta del Sol, y cuando la constructora adjudicataria se puso manos a la obra reparó en lo cascado que estaba el Kilómetro 0, "origen de las carreteras radiales" de España.
Desde 1950, cuando fue engarzada entre las losas de la acera, frente a la antigua Real Casa de Correos, la placa de terrazo en semicírculo se convirtió en punto preferido de encuentro de los madrileños y sufrió un desgaste feroz por las pisadas. Hace unos años, además, en una anterior reforma quedó bastante tocado y dado la vuelta, con lo que la aguja del Este señalaba al Oeste y viceversa. Así que el pasado agosto la constructora encargó a una subcontrata que resolviese el problema extra de la placa, y la orden fue bajando en cadena, de una empresa a otra, hasta que llamó a la puerta de Candán.
Un encargado de Granilouro, una firma porriñesa que trabaja mucho para fuera, le pidió al artesano que hiciese una réplica "exacta" del Kilómetro 0. Tenía que estar lista en 15 días porque la remodelación de la plaza completa estaba prevista para finales de septiembre. En vez de terrazo, se utilizaría latón para las letras y granito de colores. Gris de Galicia para el fondo, rojo de Venezuela para la tira de las letras y el mapa del Estado, y Amarelo San Martinho de Monçao para las siluetas de Francia y Portugal.
Nadie le dio más pistas. Candán, consciente de las críticas que podía despertar en Madrid cualquier improvisación sobre el libreto franquista, mandó a un amigo que vive en aquella ciudad a medir la placa original; se volvió loco hasta que encontró por Internet los gastadísimos escudos que aparecían en ella, el de los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y el antiguo blasón de Madrid; y con la única referencia de una foto fue encajando las piezas del puzzle hasta lograr una réplica mucho más duradera, por los materiales, y casi perfecta.
Cuando los de Madrid, preocupados por el resultado, vinieron hasta O Porriño para ver la réplica, descubrieron a la primera que Candán se había permitido una licencia. En la placa de 1950, después del 0 había un punto que al de Sequeiros le parecía absurdo, así que lo eliminó. Al final, el nuevo centro de España fue inaugurado como él quiso y ya han surgido comentarios, pero el escultor, que cobró 4.000 euros por su trabajo, aplaca a los críticos: "Si se empeñan... Que me pongan una toma de corriente, voy a Madrid, hago un agujero con el taladro y le meto un punto de latón".
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