El 'blaverismo' resucitado
El abogado Juan García Sentandreu, relacionado con grupos ultras, busca recuperar el espacio político regionalista
Relacionado con los sectores españolistas más conservadores, Juan García Sentandreu, activista universitario, abogado, agitador y ahora dirigente de un pequeño partido denominado Coalición Valenciana, se ha convertido en una piedra en el zapato del Partido Popular.
Representante del secesionismo lingüístico más enardecido, García Sentandreu ha sido, paradójicamente uno de los que más ha hecho por el reconocimiento de la unidad lingüística del valenciano y el catalán. Gracias a su empeño -desde Alternativa Universitaria, una de las organizaciones estudiantiles más derechistas- en impedir que la Universitat de València reconociese la unidad de la lengua en sus estatutos, el Tribunal Constitucional acabó dando la razón a la autoridad universitaria en 1997 y sentó una jurisprudencia que ahora es utilizada como soporte legal por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para justificar en el memorándum dirigido a la Unión Europea la unidad de una lengua que en la Comunidad Valenciana se denomina valenciano y en Cataluña y Baleares, catalán.
Ha logrado representación propia en la Confederación Empresarial Valenciana
García Sentandreu no tuvo reparo en acudir a lanzar huevos a los miembros del CVC
La sentencia del Tribunal Constitucional fue protestada con una gran manifestación el 13 de junio de 1997 por las calles de Valencia por parte de sectores conservadores y secesionistas. En la práctica, fue una especie de canto del cisne. Tras ella, el PP dirigido por Eduardo Zaplana emprendió la línea de creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua para sacar la polémica lingüística de la agenda política. En aquella manifestación -que García Sentandreu ha intentado reeditar con motivo del memorándum del Gobierno a la UE y en un ambiente de excitación en sectores conservadores alentado por el Consell que preside Francisco Camps- este abogado valenciano participó como dirigente del Grup d'Acció Valencianista (GAV), una entidad radical cuya actividad, a menudo violenta, dejó un triste recuerdo en la transición y en los años posteriores y a cuyo seno llegó procedente de bien conocidos sectores de la ultraderecha universitaria.
Sólo un año después de la multitudinaria manifestación de 1997, el Consell Valencià de Cultura emitiría el conocido dictamen que daría pie a la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua en el que se reconoce la pertenencia del valenciano y el catalán a un mismo sistema lingüístico. Todo ello en medio de un tenso proceso en el que García Sentandreu no tuvo ningún reparo en acudir con varias decenas de personas a lanzar huevos y tomates a los miembros del CVC que intentaban acordar el dictamen sobre el valenciano.
Vinculado desde su etapa universitaria a los círculos de la ultraderecha valenciana y española -el servicio de seguridad de la manifestación convocada por Coalición Valenciana el pasado día 27 de noviembre estuvo a cargo de los integrantes del partido ultra España 2000-, García Sentandreu ha tenido oportunidad de desplegar una mayor actividad pública con los gobiernos del PP, una formación en la que algunos cargos públicos no ocultan sus simpatías por este abogado, casado y padre de tres hijos.
Presidente del GAV durante siete años y vinculado a entidades blaveras la Coordinadora de Entidades Culturales del Reino de Valencia, decidió, tras la marcha de Eduardo Zaplana a Madrid y con la derrota del PP en el Gobierno central, buscar su propio espacio político.
Así, García Sentandreu recurrió a una operación de manual. Primero creó la Fundación Nou Valencianisme, de la que sigue siendo presidente, como paso previo a la constitución de Coalición Valenciana el pasado mes de noviembre. "Durante años, una gran mayoría valenciana ha estado soportando que las personas en las que habíamos delegado la representación política y cívica de nuestros intereses, nos fueran traicionando y olvidándose de ese necesario servicio público al que se habían comprometido", afirmaba García Sentandreu en la presentación de su partido. Luego añadía: "La lucha por lo valenciano sigue más exasperada y envenenada que nunca".
A la nueva faceta de dirigente de partido político -donde ha buscado a los desencantados con Unión Valenciana y del PP, como Dolores García Broch o Joaquín Corredor-, Juan García Sentandreu ha añadido la de autor de distintas publicaciones -capaces de hacer sonrojar a los escolares- en las que aporta su propia visión sobre la historia y la lengua valencianas. Una visión destinada a dotar de un cierto corpus ideológico a los sectores más radicales del secesionismo lingüístico.
En el salto a la actividad política, García Sentandreu ha contado con el apoyo de la ex directora del periódico Las Provincias María Consuelo Reyna, el ex jefe de gabinete de Eduardo Zaplana en la primera legislatura Jesús Sánchez Carrascosa y personas relacionadas con la actividad cultural como el escritor Fernando Sánchez Dragó; el jefe de publicaciones de la Diputación de Valencia, Carles Recio, y el jefe de prensa del presidente de la Corporación provincial, Baltasar Bueno.
Una relación que llevó al dirigente de Coalición Valenciana a pedir al presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner, que abandonase el Partido Popular para sumarse al nuevo proyecto político.
Con contactos en ciertas instancias del PP, que le abrieron las puertas de Presidencia durante la etapa Zaplana, García Sentandreu ha visto en las soflamas victimistas del Consell de Francisco Camps y en la presentación de Josep Lluís Carod Rovira -el líder de Esquerra Republicana de Cataluña- como una amenaza para los valencianos el caldo de cultivo necesario para reeditar nuevamente el blaverismo.
García Sentandreu, que el 27 de diciembre logró sacar varios miles de personas a la calle tras la agitación anticatalanista que ha promovido el Consell, no ha descuidado tampoco su faceta de hombre de negocios y sus vinculaciones con las organizaciones empresariales.
Junto a su actividad como abogado -está colegiado en Valencia desde 1987, después de emplear más de la cuenta para terminar la carrera de Derecho- García Sentandreu también ejerce como empresario. En este campo, sus iniciativas más recientes están relacionadas con el mundo inmobiliario, con dos empresas dedicadas a la compra-venta de inmuebles y solares y a la construcción, actividad que ha diversificado con la constitución, días después de conocerse la elección de la ciudad de Valencia para organizar la Copa del América de 2007, de una empresa de arrendamientos náuticos. Pero, sobre todo, Sentandreu está relacionado desde hace años con el mundo de los discapacitados y aparece como socio o apoderado en varias empresas que regentan residencias y centros diversos. Un sector del que recientemente ha obtenido un reconocimiento, al acceder a la presidencia de la Federación Valenciana de Centros Especiales de Empleo, entidad que cuenta con línea presupuestaria propia de la Consejería de Empleo. Desde ese puesto ha logrado representación propia en la Confederación Empresarial Valenciana y acceso directo a su presidente, Rafael Ferrando.
Además, edita una revista sobre los centros de empleo. Estas entidades, que se benefician de exenciones del 100% de las cuotas de la Seguridad Social y no pagan impuestos porque, al menos en teoría, son instituciones sin ánimo de lucro, emplean a discapacitados físicos y psíquicos, cuyo sueldo paga en parte la Administración, que aporta la mitad del salario mínimo interprofesional.
Los centros realizan trabajos, generalmente manuales, que les subcontratan empresas diversas. Uno de esos centros, en Enguera, fue objeto de polémica, a mediados de los años noventa, después de que la Consejería de Trabajo detectara una serie de "anomalías económicas y de funcionamiento". Los inspectores detectaron que el centro acogía a más usuarios de los permitidos, tenía importantes lagunas burocráticas y carecía de infraestructuras básicas como sistemas de detección y de alarma contra incendios. Además, la alimentación que recibían los disminuidos no era la "adecuada". Pero lo más grave era que, según los inspectores, la actividad del centro estaba enfocada principalmente "a la actividad productiva" en detrimento de técnicas de "socialización, formación de hábitos de autonomía y convivencia y actividades de ocio y tiempo libre". En lo económico se denunciaban remuneraciones inferiores a las estipuladas, así como "indicios de presuntas falsificaciones" de nóminas.
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