"Soy un personaje incómodo"
La Universidad Politécnica de Valencia celebra hoy los 50 años de la canción Al vent con un recital antológico de Raimon, varias publicaciones y una exposición alrededor del cantante nacido en 1940 en Xàtiva.
Al vent cumple 50 años. Su compositor tenía entonces 19 años y ni siquiera se llamaba Raimon. Era Ramon Pelegero Sanchis, de Xàtiva, y estudiaba Historia en Valencia. Un día iba de paquete en la Vespa de un amigo hacia Valencia y le daba el viento en la cara. Todo lo demás hervía en su cabeza. Al final del trayecto la canción estaba hecha. Sin saberlo, había condensado una furia de siglos, hombres y piedras en su música y su letra. Se trataba de un himno tan potente que agrietó la costra que apresaba a varias generaciones. Su aullido asustó entonces a la dictadura y medio siglo después todavía resulta inquietante para algunos gobernantes.
Raimon sitúa la génesis de Al vent en la mezcla de acontecimientos que vivió a partir de marzo de 1959, cuando la Universitat de València celebró el quinto centenario de la muerte de Ausiàs March, en cuyo acto declamó unos versos del poeta de Beniarjó. "Había conocido a Joan Fuster, venía de Xàtiva y había sentido el rechazo que había a la lengua en las universidades porque te consideraban de pueblo, llevaba en la cabeza lecturas de Camus y Sartre..., todo contribuyó", recuerda ante una copa de vino blanco en un hotel de Valencia.
"Al vent' tiene muy pocas palabras, porque posiblemente no sabía más"
"Siempre he tenido muchas dificultades para cantar en Valencia"
"Si tienes criterio y quieres ser libre, tienes que pagar un peaje. Te putean".
"Me han ofrecido cantar en castellano y en francés, pero no me ha interesado".
Pregunta. ¿La escribió en valenciano como consecuencia del descubrimiento de March?
Respuesta. No, porque cuando leí a March no lo entendía. Ahora, sí, porque lo he trabajado mucho. Don Miquel Dolç, que era el catedrático de Latín, me enseñó a leer los decasílabos con la cesura y la acentuación donde correspondían. El poema que leí, Elogi a Teresa, lo entendí rápidamente, con alguna ayuda de Dolç, pero cuando intenté profundizar me dije: ya lo leerá quien quiera. Poco a poco fui insistiendo y diez años después hice Veles e vents. No creo que influyera conscientemente en mí. Fue el ambiente, y que era mi lengua normal.
P. Al vent cambió su rumbo.
R. Siempre me gustó cantar, pero quería estudiar Historia. El disco se publicó en marzo de 1963 y tuvo un impacto increíble. En junio terminé la carrera y opté. Pero si lo llego a grabar antes de terminar la carrera, no sé si hubiese sido cantante.
P. La primera vez que la cantó en público fue en una tasca de Valencia, Casa Pedro.
R. Fue la primera vez fuera de la Universidad. Debió ser en 1961. Canté Al vent y Les feuilles mortes, pero de lo que más me acuerdo es de que me dieron cuarenta duros, porque entonces, que funcionaba con becas, me venían muy bien.
P. Al vent era una canción extraña para la época.
R. De hecho, hubo mucha gente que me preguntó que quién la había hecho. Les decía que yo, pero insistían: ¿de quién la has traducido? Cómo la iba a traducir si ni siquiera sabía bien la lengua. Sólo la hablaba, que era lo natural para mí, sin haber estudiado nada. Fue pura chamba. La letra era impensable: en busca de Dios... Manolo Sacristán lo explicaba muy bien. Era la cosa de la adolescencia, la entrada en el mundo de la división del trabajo, la sociedad adversa, las lecturas, la presión de la dictadura... Al vent es una gran metáfora que simboliza todo eso. En aquel momento yo sé muy poco, todo es más instintivo, más fisiológico. La canción tiene muy pocas palabras, porque posiblemente no sabía más.
P. Por fin canta en Valencia.
R. Lo hago muy cerca, en la Universidad Politécnica. Desde el año 2000 no lo hacía. Me hubiese gustado cantar unos días en el teatro Principal, pero no cuentan conmigo. Hace unos años propusimos traer el recital del Festival de Almagro, Clásicos valencianos de la literatura catalana, todos valencianos. El teatro Principal tardó siete u ocho meses en contestar. Nos dijeron que para esa temporada lo tenían lleno. Nos podrían haber dicho que a la siguiente o a la otra, pero no.
P. ¿Siempre fue una ciudad difícil para usted?
R. Para la gente de pueblo, suele ser difícil. No ha desarrollado la capitalidad que debía respecto a lo que tiene alrededor, ni siquiera en el país. Para mí, profesionalmente, ha sido muy dura. Siempre he tenido muchas dificultades para cantar: durante la dictadura y durante la democracia. Sólo a mediados de los ochenta, cuando estaba Ciprià Ciscar en Cultura, pudimos hacer algo. Luego empezó a ser más difícil.
P. ¿A qué lo atribuye?
R. Posiblemente soy un personaje incómodo. Si estoy de acuerdo, digo que sí, y si no, digo que no. Me han propuesto cosas a las que he dicho no. Eso molesta.
P. A la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se le pone la carne de gallina cuando recita el primer verso de Veles e vents.
R. Porque estaría pendiente de si lo pronunciaba bien o no.
P. Es culpa suya, en gran parte, que se conozca a March.
R. Pienso que es un gran poeta. Me he preocupado mucho de leerlo. Me encuentro muy a gusto en su obra. Me reencuentro con una lengua que es la que he mamado y creo que aunque tenga dificultades para subsistir no es razón para abandonarla. A mí me han ofrecido cantar en castellano hasta hace media hora. O en francés. Y me han puesto mucho dinero sobre la mesa. No me ha interesado. Algunos han empezado a aumentar el precio, pero no es una cuestión de precio. Si quieres tener criterio propio e intentas ser libre, tienes que pagar un peaje. Te putean. Al principio me cabreaba mucho; ahora, un poco menos, porque ya sé que son las reglas del juego. O vas a favor del viento o vas en contra del viento. No soy radical. Me gustaría entenderme con las autoridades sin tener que dejar de ser quien soy.
P. Está tratando de eludir su mérito respecto a Ausiàs March.
R. A mí me sorprendió. Cuando hice Veles e vents Fuster me advirtió: te puede apartar de grueso de tu público. Mucha gente se quedaba un poco así, como con Espriu, pero March es impresionante.
P. También era un canalla, el máximo depredador de L'Albufera.
R. Era un señor de la época, un pequeño feudal que lame al Rey porque quiere ser halconero... Si conoces la biografía de los grandes personajes de la literatura, no tomaría café con ellos. Para mí la biografía tiene un interés secundario. Por una parte está la biografía y por la otra lo que en italiano llaman el laborío interno, el desasosiego interno de quien sabe que tiene que morir y no está haciendo lo que debe hacer. Eso en March es importantísimo. La tensión entre la ética cristiana y su temperamento amoroso, que le lleva por donde no debe, crea una fuerza interna muy potente. March lo expresa enormemente bien, y con una lengua que se estrena. Es fascinante y me deslumbró. Y todavía lo hace.
P. Continúa haciendo canciones.
R. El año próximo haré un disco. Tengo unas cuantas inéditas. Y en el recital cantaré alguna.
P. ¿El cincuentenario de Al vent tendrá alguna celebración en Xàtiva, donde el alcalde, Alfonso Rus, acaba de llamar gilipollas a todos los que dicen aleshores, doncs y gairebé?
R. Doncs gairebé aleshores no lo sé.
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