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Bailar sentados no es bailar: el ingenio de una discoteca holandesa para reabrir

Un local de Nimega retoma la actividad con aforo limitado y colocando a sus clientes en sillas para disfrutar de una sesión de electrónica

La pandemia está exigiendo a algunos empresarios de ocio buenas dosis de ingenio para retomar sus negocios. Si en Alemania lo intentaron con una autodisco en una explanada para mantener la distancia social, en la localidad holandesa de Nimega, en la provincia de Güeldres, el club Doornroosje ha abierto sus puertas y ha permitido que los clientes vuelvan a asistir a una sesión de música electrónica con un matiz importante: no pueden ponerse de pie.

El evento, celebrado al mediodía, solo podría disfrutarse desde unos asientos desplegados en la pista de baile y en horario diurno. El promotor, Jonatan Brandl, explica que la idea original fue que las personas pudieran bailar a un metro y medio de distancia, pero las autoridades locales se lo impidieron: “Sigue siendo guay. La gente baila, aunque estén sentados en una silla. Mueven las muñecas y su cuerpo. Es genial".

El aforo, por el momento, también está limitado y no puede superar las 30 personas, a diez euros la entrada, aunque si todo marcha bien, serán 100 a partir del mes de julio. “Es la perfecta dosis de música, con 20 minutos es suficiente”, explica Nuray Boga, una de las asistentes.



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