‘Cormoran Strike’: El investigador que investiga
En la mayoría de series policiacas trabajo detectivesco hay poco; suelen centrarse más en los padecimientos de sus protagonistas, generalmente mujeres que, como decía Rosa Benito, “no pueden tirar más del carro”
Seguro que cuando J.K. Rowling decidió utilizar seudónimo para firmar su obra detectivesca no pensaba que algún día su nombre estaría demonizado, al menos en la burbuja formada por los clientes de Elon Musk. Si firma como Robert Galbraith es por diferenciar universos, como John Banville cuando muta en Benjamin Black. Que nadie espere en Cormoran Strike mortífagos o dementores, no hay en ella más elemento mágico que la facilidad con la que sus protagonistas resuelven casos a veces excesivamente abigarrados, al menos en la adaptación televisiva. Sí encontramos una pareja de detectives carismáticos, el gigantón Cormoran y su ayudante Robin, y todos los reconfortantes tópicos del género: una tensión no resuelta más emocional que sexual, parece poco probable que acaben lanzándose sobre una mesa de cristal como David y Maddie en Luz de luna, y los traumas inherentes a todo investigador; Cormoran, además de haber perdido un trozo de alma también ha perdido un trozo de pierna.
Lo que resulta novedoso en la serie que acaba de estrenar su nueva temporada en HBO Max es que Cormoran y Robin encuentren tiempo para investigar en medio del fragor cotidiano. Desde hace unos años, lo habitual es que en las series de temática criminal trabajo detectivesco haya poco o nada; suelen centrarse más en los padecimientos de sus protagonistas, generalmente mujeres que, como decía de sí misma Rosa Benito, “no pueden tirar más del carro” —imaginen a la madre de Chayo investigando homicidios entre una exclusiva en Lecturas y un cumpleaños de Gloria Camila, hay un formato ahí—.
Cormoran Strike no pretende ser la serie del año, pero es necesaria, porque los que entramos en las categorías de crimen y castigo de las plataformas esperando simplemente investigación, pistas, falsos culpables y giros imprevisibles necesitamos encontrarlo alguna vez.
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