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Columna
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Stephen Frears y los concursos de televisión

El realizador de la miniserie ‘Quiz’ demuestra que es un espléndido narrador de historias

Los protagonistas de la serie 'Quiz'.
Ángel S. Harguindey

Esta es una curiosa historia: 2001, un oficial del ejército británico, Charles Ingram, se presenta a un concurso de televisión, ¿Quién quiere ser millonario? Varios programas después consigue el premio máximo: un millón de libras esterlinas. Y aquí comienzan sus problemas.

Los antecedentes. Paul Smith es el responsable de una productora de televisión. David Liddiment es el nuevo director de programas de la cadena privada ITV y tiene una obsesión: superar en audiencia a la pública BBC y los 19 millones de espectadores, de un total de 58 millones de habitantes en ese momento, conseguidos con la retransmisión del funeral de la princesa Diana. Smith le propone un concurso de preguntas y respuestas cuyo mayor atractivo es ganar un millón de libras. Se acepta. Un año después la cadena privada consigue igualar la audiencia del ritual funerario de la princesa.

Todo parecía ir bien hasta que la productora presentó una denuncia contra los Ingram en base a que habían hecho trampas. A su juicio, cuando el concursante dudaba entre las cuatro respuestas posibles de cada pregunta se escuchaba en el estudio una tos que, al parecer, indicaba cuál era la respuesta adecuada. Comienza el calvario de los Ingram que negaban tal artimaña.

En el juicio no se demostró la inocencia de los acusados pero la brillante abogada de la defensa sembró una duda razonable sobre la culpabilidad de sus defendidos. Los Ingram fueron condenados a una pena menor pero, al mismo tiempo, se los libró de la prisión. La productora no pagó el millón de libras y Stephen Frears, el realizador de la miniserie Quiz, el escándalo de ¿Quién quiere ser millonario? (Movistar) demostró lo ya sabido: que es un espléndido narrador de historias.

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