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Columna
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’El jurado’ o la importancia de un buen guion

Lo distintivo de esta producción belga es que se juzga a una presunta asesina pero se diseccionan las vidas cotidianas de quienes han de juzgarla

Imagen de la serie belga 'El jurado'.
Ángel S. Harguindey

Las series en las que los abogados, fiscales y jueces son los protagonistas conforman ya uno de los géneros más prolíficos de la industria televisiva. Desde aquella Reina Madre de las tramas judiciales que fue Perry Mason, hasta las muy recientes The Good Wife y su secuela, The Good Fight, sin olvidarnos de la estupenda Damages, por citar tan solo algunas. Ahora llega a través de Sundance TV, El jurado, una producción belga, concretamente flamenca, en la que los 12 titulares y los dos suplentes encargados de decidir el destino de la acusada, una directora de colegio que presuntamente asesinó a su mejor amiga en el años 2000 y a su hija de dos años en el 2015. Lo distintivo de esta producción es que se juzga a una presunta asesina pero se diseccionan las vidas cotidianas de quienes han de juzgarla.

La serie, y así se destaca en todos los comentarios y promociones, ganó el premio al mejor guion en la II edición del Festival Internacional de Series de Cannes, un reonocimiento justificado a Bert Van Dael y Sanne Nuyens, sus creadores, que muestran con habilidad las pequeñas miserias, y en ocasiones los grandes traumas, que definen la personalidad de la mayoría de los jurados y que, naturalmente, condicionarán sus conclusiones, al mismo tiempo que el espectador recibe una mayor información sobre los hechos y el entorno de la responsable.

Probablemente el ritmo narrativo de sus diez capítulos sea algo lento y la elección de sus actores la única posible, que no la idónea, en una industria tan minoritaria como la flamenca. En todo caso, El jurado, es la demostración de que un buen guion puede salvar una serie, incluso convertirla en buena.

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