Retrato de un consumidor responsable

El hogar, ese espacio que se rige por nuestras normas y decisiones, es el lugar idóneo para iniciar la transformación de nuestros hábitos hacia un consumo más sostenible

Hace 15 años, Marta González-Moro decidió incorporar hábitos sostenibles a su vida, dar el primer paso hacia una forma de consumo responsable que, por aquel entonces, “se veía como algo innovador”. Reciclar y minimizar los desperdicios, comprar solo lo necesario, mirar las etiquetas de los productos para saber su origen y composición, reducir el uso de energía en el hogar, apostar por el comercio local… Como cuenta esta experta en consultoría estratégica basada en sostenibilidad, “esta actitud se entiende hoy como una forma lógica de vivir porque la sostenibilidad significa bienestar y, ¿quién no quiere disfrutar de esa tranquilidad?”, se pregunta.

La tendencia actual da la razón a González-Moro. En los últimos años ha crecido un perfil de consumidor ético y comprometido que da importancia a lo colectivo sobre lo individual, trata de ser coherente en sus decisiones y se siente corresponsable con sus acciones, tal y como demuestra el estudio Otro consumo para un futuro mejor, elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y Global Forum. Sin embargo, todavía existen algunos obstáculos, como el coste asociado a los productos sostenibles o el desconocimiento de otras opciones más sencillas y asequibles, que le impiden convertirse en un consumidor consciente y, a la vez, activo.

La situación crítica que enfrenta el planeta, y que ha sido refrendada recientemente por el informe del panel de expertos de la ONU (IPCC), es una de las razones que explican la creciente conciencia social sobre la necesidad de modificar los hábitos de consumo, pero no la única. “A los consumidores les preocupa el impacto medioambiental de un modelo de producción y consumo que está agotando los recursos naturales y que de seguir así tendrá consecuencias catastróficas, pero también el impacto socioeconómico que conlleva”, apunta Enrique García, portavoz de la OCU.

A este aspecto también ha contribuido la irrupción de la pandemia. “Hemos podido constatar que no se trata únicamente de informes científicos que parecían proyectar una situación futura. Hemos vivido en nuestras propias carnes las consecuencias de una mala actuación durante décadas, ya no es algo ajeno, sino que nos afecta en nuestra vida cotidiana”, explica González-Moro, directora y fundadora de 21gramos, una consultoría que ayuda a empresas a incorporar la sostenibilidad en sus modelos de negocio. “La pandemia nos ha hecho replantearnos nuestras prioridades”, añade.

El último informe de Marcas con valores –una iniciativa de 21gramos– sobre los hábitos de consumo tras la llegada de la covid-19 refleja que la sostenibilidad ha adquirido un lugar prioritario en la escala de valores de los ciudadanos. Un 76% de los encuestados estaría dispuesto a pagar más por productos sostenibles.

Las barreras del hogar

Pero pese a la voluntad y compromiso de adoptar comportamientos más sostenibles y éticos en las compras, todavía existen algunas barreras que impiden a los consumidores concienciados con el cambio pasar a la acción. Un ejemplo de ello es lo que sucede en el propio hogar, ese espacio que se rige por nuestras normas y decisiones y “el lugar idóneo para iniciar el cambio”, como explica Rufino Hernández, director de Calidad de Leroy Merlin, pero donde todavía cuesta mejorar en sostenibilidad.

Solo el 10% de los españoles tiene instalados los elementos que hacen que su vivienda cumpla con los criterios de sostenibilidad

Según el estudio Hogar y sostenibilidad: realidad o deseo, elaborado por la aseguradora Mutua de Propietarios y Leroy Merlin, aunque el 80% de los españoles considera que es importante tener un hogar sostenible, solo un 10% tiene instalados todos los elementos que hacen que su vivienda cumpla con esos criterios de sostenibilidad. Christopher Bunzl, director general de Grupo Mutua de Propietarios, explica que este bajo porcentaje “puede deberse a la situación económica de las familias, especialmente después de las dos grandes crisis de este siglo, que les impiden asumir el coste asociado a opciones sostenibles como, por ejemplo, sistemas de energías renovables para el autoconsumo”.

Otra de las razones es “el desconocimiento de soluciones sencillas y fácilmente instalables o incluso el impacto positivo que conseguimos con ellas”, como explica el director de Calidad de Leroy Merlin. “Es una cuestión de pedagogía, pero a veces el cliente también necesita que le pongas números sobre la mesa: cuánta agua o electricidad va a ahorrar con este sistema y qué beneficio obtiene de todo ello”, añade.

El poder de los consumidores

¿Qué podemos hacer para convertirnos en consumidores empoderados? Los consumidores tienen un gran poder de influencia sobre las marcas, como explica González-Moro. “De nuestra relación comercial con ellas puede surgir también el cambio. Por ejemplo, optando por aquellas empresas transparentes en sus procesos y que integran la sostenibilidad en sus estructuras”. Para el portavoz de la OCU, está actitud de premiar a las empresas comprometidas y castigar a las que no ya está funcionando. “Lo vemos en la publicidad y en la oferta, cada vez hay más productos sostenibles porque las marcas saben que existe una respuesta positiva de la ciudadanía hacia esta cuestión”, apunta.

Otro paso hacia ese empoderamiento como consumidores es dejar atrás la mentalidad del siglo XX. “Por aquel entonces la compra inteligente se basaba en la relación calidad-precio. Pero la compra inteligente del siglo XXI es calidad, precio y sostenibilidad”, explica la directora de 21gramos. “Eso es lo que hay que exigir a las marcas”, enfatiza.

La UE pone especial énfasis en el ecodiseño: productos elaborados con materiales 100% reciclados y que se puedan reciclar

Para que el trinomio calidad-precio-sostenibilidad funcione, hacen falta esfuerzos institucionales que regulen la producción, como explica García. Uno de estos mecanismos es la economía circular, que busca reducir el impacto de los residuos en el medioambiente y fomentar el consumo responsable. “La economía circular es una necesidad, no podemos permitirnos el lujo de seguir produciendo bajo ese modelo lineal que genera continuamente residuos”, apunta Rufino Hernández sobre este nuevo escenario de producción en el que el consumidor tiene un papel muy activo “porque está llamado a contribuir, reciclando, reparando y reutilizando productos”.

El Plan de Acción de Economía Circular 2020 de la Unión Europea pone especial énfasis en el ecodiseño, con criterios que exigen que los productos sean elaborados con materiales 100% reciclados y que, a su vez, también se puedan reciclar una vez concluya su vida útil. Hasta que esto suceda se potencia su reparación y su reutilización. “Ese derecho a reparar es también un empoderamiento de los ciudadanos”, apunta el portavoz de OCU.

La tecnología y la innovación son grandes aliados para convertir nuestros hogares en espacios sostenibles. Gracias a la domótica, podemos controlar diferentes parámetros de la vivienda como las luces o la temperatura, y controlar electrodomésticos y otros dispositivos inteligentes como lavadoras, lavavajillas, frigoríficos o aspiradoras para un uso más eficiente. También existen otras soluciones sencillas que ayudan a reducir el consumo de agua, como grifos y cabezales de ducha, sistemas de encendido y apagado del flujo o de doble descarga del inodoro; de electricidad, como las bombillas LED; materiales aislantes que mejoren el confort térmico para reducir la demanda de energía de la vivienda; o ecológicas que no sean nocivas para el medioambiente ni para nuestra salud.

El consumo sostenible no es solo lo que compramos, sino cómo actuamos, qué estilo de vida llevamos. Pasar de la teoría a la acción requiere de voluntad, “pero una vez que empiezas, te das cuenta de que funciona; a partir de ahí entras en un círculo virtuoso que te ayudará a mejorar en otros aspectos de tu cotidianeidad”, concluye Marta González-Moro.


Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Ideas para un menor consumo de agua

Los hogares sostenibles Materiales para un ahorro térmico

Los hogares sostenibles Materiales para un ahorro térmico

Los hogares sostenibles Materiales para un ahorro térmico

Los hogares sostenibles Aparatos para un menor consumo energético

Los hogares sostenibles Aparatos para un menor consumo energético

Los hogares sostenibles Aparatos para un menor consumo energético

Los hogares sostenibles Productos respetuosos con nuestra salud y con la del planeta

Los hogares sostenibles Productos respetuosos con nuestra salud y con la del planeta

Los hogares sostenibles Productos respetuosos con nuestra salud y con la del planeta

Sistemas automáticos que posibilitan el cierre del grifo a los dos segundos de retirar la mano del sensor.

Grifos y cabezales de ducha que mantienen el flujo máximo de agua en seis litros el minuto.

Aireadores en en el grifo y permiten un ahorro en el consumo del agua de hasta el 60%. Mezclan el agua con aire, pero sin perder la sensación de cantidad de caudal.

Sistemas de doble descarga del inodoro que permiten ahorrar hasta un 70% de agua al poder elegir entre un vaciado total o parcial de la cisterna

Limitadores de caudal en el latiguillo (el tubo flexible que une la tubería con el grifo) que permiten ahorrar un 30% de agua.

Grifos con monomando para controlar la mezcla de agua en una sola palanca y evitar el derroche de agua hasta que se alcanza la temperatura deseada.

Rociadores de ducha con botón ‘ecostop’ que permite detener el flujo de agua incluso con el grifo encendido mientras, por ejemplo, te enjabonas.

Aislantes elaborados con un 95% de materia prima de origen natural que aíslan la vivienda y la protegen de la temperatura y el ruido exterior.

El aislamiento térmico de ventanas está determinado por el material del que esté hecha, el sistema de apertura y el cristal. La transmitancia térmica (U) es la medida que determina el aislamiento y se expresa en vatio por metro y grado (W/m2k). A menor índice, mejor aislamiento tendrá la ventana. El coeficiente de transmisión acústico (DWA) mide en decibelios la calidad del aislamiento acústico. Cuanto más alto sea el índice, mejor es el aislamiento contra el ruido exterior.

Toldos, estores, lamas orientables o persianas fabricados con materiales de altas prestaciones frente a la radiación UV, reciclados, reciclables y reparables.

Frigoríficos, congeladores, lavavajillas, lavadoras o secadoras deben tener una categoría C de eficiencia energética o superior.

Hornos, vitrocerámicas y campanas extractoras con categoría A++.

Bombillas, tiras o tubos led deben ser de clase D o superior.

Pinturas ecológicas con bajo contenido en compuestos orgánicos volátiles (COVs).

Muebles de madera certificada o de origen sostenible.

Fertilizantes y abonos ecológicos certificados (para las plantas de un balcón, terraza o jardín).



HOGAR Y SALUD

Acondicionar nuestros hogares de una manera sostenible también tiene un impacto directo en nuestra salud, como explica el arquitecto Daniel Millor Vela, coordinador de Asertos, un programa de Arquitectura Sin Fronteras y la asociación francesa Quatorze que busca mejorar la salud de las personas a través del desarrollo participativo de viviendas y barrios. “Las reformas del hogar se suelen realizar por motivos estéticos, pero pocas veces se reflexiona sobre su funcionalidad, especialmente en lo que respecta a nuestra salud”, apunta Millor. Así lo demuestra el estudio Hogar y sostenibilidad: deseo o realidad, elaborado por la aseguradora Mutua de Propietarios y Leroy Merlin, que revela que el 43% de los propietarios que reformaron su vivienda en los últimos 5 años lo hicieron para mejorar la apariencia del espacio.

Como explica el arquitecto, una vivienda mal acondicionada puede acarrear graves problemas de salud. “La humedad, por ejemplo, ya sea por capilaridad o por un mal aislamiento, provoca enfermedades respiratorias. También lo vemos en estancias que no pueden ser aireadas, como los baños, por falta de ventanas. Instalaciones antiguas de plomo, que es un elemento altamente nocivo, la sobreocupación de una vivienda, el frío extremo o el ruido, fruto de un mal aislamiento en algunos casos, son otros determinantes que, literalmente, nos quitan años de vida”, cuenta Millor. “Cuando adaptamos una casa aplicando unos estándares, por ejemplo, de eficiencia energética, no solo estamos pensando en el medioambiente, sino también en nuestra propia salud”, añade.

CRÉDITOS

Redacción: Marta Villena
Coordinación editorial: Francis Pachá
Desarrollo: Belén Polo y Rodolfo Mata
Ilustración y diseño: María José Durán
Coordinación diseño: Adolfo Domenech