Cuando la vocación está bajo la piel
A Nacho Arnao, un campeón de España juvenil de velocidad y judo, le ha costado seis años entrar en la Policía pese a tener las mejores notas en la oposición. Fue uno de los damnificados de una ley que hasta hace tres años impedía entrar en el Cuerpo a personas con diabetes, psoriasis o VIH o celíacos
El zaragozano Nacho Arnao quedó tres veces excluido de las oposiciones para Policía Nacional por padecer psoriasis. No porque esta enfermedad de la piel le impidiera superar las pruebas, sino por una ley de 1988 que establecía que tener psoriasis era una causa excluyente al igual que ser diabético o celíaco o portar el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). No apto. No importaban las notas –Arnao mejoró las teóricas y las físicas un año tras otro hasta lograr las más alta de su provincia–. Llegaba la hora del reconocimiento médico, el facultativo detectaba una coloración distinta en los codos y en las rodillas del candidato y quedaba excluido.
Hasta hace justo tres años, cuando el BOE recogió la eliminación de estas dolencias como causa de exclusión para el acceso a la Policía y otros cuerpos de seguridad del Estado. La asociación Acción Psoriasis unió fuerzas con Trabajando en positivo, vinculada al VIH, y otras cuatro entidades más para levantar el veto a los casi siete millones de ciudadanos que sufren estas enfermedades crónicas. Enviaron una carta al ministerio de Política Territorial y Función Pública y al mes y medio aceptaron su propuesta. Se produjo el cambio normativo. Se había logrado un éxito enorme pero había que llevarlo a la práctica.
Julio Gómez, responsable de proyectos de Trabajando en Positivo, asegura que algunos profesionales sanitarios aún desconocen el cambio normativo. “Falta mucho para que un candidato se presente en el reconocimiento médico y diga abiertamente que padece alguna de estas dolencias” que antes eran excluyentes, dice. Gómez afirma que las personas con VIH no informaban al médico de que eran portadores –no se realizaban análisis, no era obligatorio–. Su infección pasaba inadvertida. A diferencia de la psoriasis, una enfermedad inflamatoria inmunomediada que provoca descamaciones y placas en la piel y afecta a las articulaciones, o de la diabetes y la celiaquía, que conviene poner en conocimiento por las repercusiones diarias en la forma de alimentarse, el VIH se podían ocultar. No fue óbice para que las asociaciones vinculadas a estas dolencias unieran fuerzas e impulsaran el cambio. Subyacían razones de calado.
—¿Qué ganan los pacientes de VIH con el cambio normativo?
—Se manda un mensaje a la sociedad. Se visibiliza que una persona con VIH tiene derecho a acceder a cualquier tipo de empleo público. Se defiende la no discriminación.
Gómez cuenta que una encuesta pública realizada en 2016 reveló que existían portadores de VIH dentro de los cuerpos de seguridad del Estado. La norma ahora les ampara oficialmente y les dignifica ante la población.
Para los que vengan después
Arnao, de 38 años, tuvo que pelear en los juzgados. El Tribunal Superior de Madrid admitió a trámite su recurso y hace dos años ingresó en la Policía Nacional. Peleó junto con Acción Psoriasis por este reconocimiento. “Te das cuenta de que has conseguido algo para ti, para los que vienen, para los que no se presentaron y para los que no lo lograron. Es un homenaje para estos últimos”, cuenta. Arnao luchó por lo que él entendía justo con el coraje que desde muy joven llevaba a las pistas para competir. Fue campeón de España juvenil de velocidad y luego de judo, en categoría semiligero. Jugó siempre al fútbol americano, incluso en la máxima categoría de España, hasta que lo dejó para evitar una lesión que afectara su preparación física. La psoriasis que padece desde los 16 años es leve, aunque no se libra de los brotes caprichosos de esta enfermedad que padece el 2,3% de la población. Algunos de ellos motivados por el estrés de prepararse una oposición, la falta de sueño, una alimentación más descuidada… factores exógenos que provocan el mal funcionamiento del sistema inmunitario y la consecuente inflamación en forma de placas en el caso de Arnau o de otras lesiones cutáneas.
Existe también una predisposición genética –la psoriasis no se hereda, pero un tercio de los afectados tiene familiares directos que la padecen–. “La enfermedad no la llevo por bandera. Lo saben mis familiares y amigos y lo cuento cuando hay cercanía”, afirma este policía aún en prácticas en su primer año en el cuerpo. “Es como quien lleva peluquín, no se lo cuentas a cualquiera”, bromea este gran deportista que juega en tres equipos de fútbol. La psoriasis nunca le ha afectado ni física ni emocionalmente. Esta enfermedad inmunomediada se manifiesta de forma visible en la piel pero afecta también emocional y psicológicamente. Al 70% de los pacientes se les diagnostica entre los 20 y los 30 años, una etapa de la vida en la que se toman decisiones como la carrera profesional o en la que se conoce a la pareja. A la primera importante al menos.
Conviene saber que cada caso es único y como tal debe tratarse. Un millón de españoles padece esta enfermedad, según Acción Psoriasis. En algunos casos resulta invalidante o afecta tanto al estado anímico que el paciente rehúye los trabajos presenciales o colectivos, como asegura la dermatóloga Marta García: “Se da mucho el teletrabajo entre estos pacientes. Los hay que eligen una profesión que les permita ejercer desde casa. Se protegen, se limitan”. Esta especialista del Hospital Universitario de La Laguna (Tenerife) insiste en lo que insisten todos los médicos: la importancia de un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado. “La enfermedad es controlable”, asegura. Es crónica, pero aspiran a que cada vez haya más pacientes tratados y “limpios”, sin lesiones visibles en la piel.
Cómo influye la enfermedad en el trabajo
La psoriasis afecta en el ámbito laboral y académico al 22,7% de los pacientes que la sufren, según la encuesta NEXT Psoriasis. García asegura que conversa mucho con los afectados que van a su consulta, que incluso les anima a presentarse con una lista de preguntas o dudas para optimizar “el poco tiempo que tenemos”. Rara vez le inquieren sobre la afectación de la enfermedad en el trabajo, pero recomienda que no lo cuenten: “Es mejor que lo oculten. Es triste pero no les va a beneficiar”, asegura. “Hay estudios que afirman que además les cuesta compartirlo, ser sinceros, más allá de con su familia”, añade. “A nadie se le ocurre sin embargo pensar que por padecer hipertensión o diabetes un paciente va a quedar fuera de un proceso de selección”, cuenta la dermatóloga, que señala un aspecto no tan evidente: minimizar las visitas al médico una vez el paciente está controlado y el nivel de confianza con su médico es elevado hasta el punto de realizarse consultas por teléfono. De esta manera se evita que el trabajador solicite la mañana libre o falte unas horas cada cierto tiempo. “Seguimos observando que estos pacientes piden más bajas en ocasiones porque están infratratados”, afirma García para abundar en la solución.
La gravedad de la psoriasis varía. La norma aprobada en 2019 no garantiza que un candidato pase el reconocimiento de manera automática. “Lo que pedíamos es que se evaluara cada caso de forma individual”, dice Arnao. Hay pacientes que tienen lesiones importantes en las manos y en los pies y pueden invalidarlos para desempeñar ciertos trabajos. No se trata de restarle importancia a la enfermedad. García apela a la generosidad de la población y también de los empresarios o empleadores. La dermatóloga señala la necesidad de formar a la sociedad a través de foros de divulgación o mediante la aprobación de leyes como la que impedía a los pacientes de estas enfermedades crónicas optar a un empleo público.
Arnao desempeña un papel activo. Ha participado en ponencias organizadas por Acción Psoriasis para hablar de la inserción laboral. “Había una ley en vigor que nos discriminaba”, recuerda. Muy integrado en la Policía, revela que los mandos conocen su caso pero le tratan como a uno más, “no me supone un problema haber accedido por un recurso”. Tras haberse presentado varias veces a la oposición, vuelca su experiencia y su vocación de servicio público con los nuevos candidatos. Les acompaña y asesora, les da consejos. Sin preguntarles por su condición.