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Doñana remonta el vuelo

Los 208 litros de lluvia caídos este otoño en la deteriorada reserva permiten a sus lagunas permanentes recuperar cierta biodiversidad

Vista aérea de la laguna de Santa Olalla, este lunes. ICTS/ Estación Biológica de Doñana
Vista aérea de la laguna de Santa Olalla, este lunes. ICTS/ Estación Biológica de DoñanaPicasa
Javier Martín-Arroyo

Doñana comienza a rebrotar tras haber entrado en fase crítica el pasado verano. Las últimas lluvias de diciembre han devuelto vida a sus lagunas permanentes y la emblemática reserva ha recuperado pulso y biodiversidad. Desde septiembre se han recogido en el parque 208 litros, una cantidad cercana a lo que llovió durante todo el año pasado entre septiembre y mayo, cuando se recogieron 280 litros. Después de que a finales de agosto la laguna de Santa Olalla se secara por completo y el agua dulce desapareciera del espacio protegido, poco a poco el mayor humedal del parque se ha rellenado de aves migratorias que han vuelto en masa. Aún queda mucha lluvia por caer para recuperar sus niveles de antaño, pero la tendencia es esperanzadora, explican los científicos.

“Este lunes Santa Olalla está llena de patos y flamencos, y probablemente tenga un metro de profundidad en el centro y la Dulce [laguna contigua] goce de 70 centímetros”, explica con contagiosa alegría la bióloga Carmen Díaz, investigadora de la Estación Biológica de Doñana, perteneciente al CSIC. Justo a continuación, la científica matiza que esos 208 litros han calado y los pájaros han vuelto, pero el camino por recorrer para la recuperación total de la biodiversidad es largo. “No nos creamos que esto se recupera tan pronto. De las ocho lagunas solo se han llenado las dos principales. Lo grave es que llegaran a secarse, se llenaran de tarajes y se murieran los peces y las plantas acuáticas”, añade sobre lagunas como el Zahíllo, todavía seca y a menos de un kilómetro de la macrourbanización de Matalascañas, donde cada verano se concentran 150.000 personas que perjudican con su consumo la recuperación de este humedal.

La sequía, pero también el expolio masivo provocado por los pozos ilegales para la agricultura intensiva de frutos rojos y Matalascañas fueron secando de manera paulatina Doñana hasta llegar al punto más bajo a finales de agosto, cuando se secó Santa Olalla. Antes solo en dos ocasiones, en 1995 y 1983, había desaparecido este santuario para las aves migratorias. El acuífero de la reserva sigue bajo mínimos y hace ya dos años que el Gobierno lo declaró “sobreexplotado”. Solo ahora la borrasca Efraín ha roto la mala racha tan prolongada. Si la media anual es de 540 litros durante los últimos 40 años, en octubre y noviembre cayeron 50 litros y este mes 158.

Vista aérea de la laguna de Santa Olalla en Doñana, el pasado agosto. / ESTACIÓN BIOLÓGICA DE DOÑANA (CSIC)
Vista aérea de la laguna de Santa Olalla en Doñana, el pasado agosto. / ESTACIÓN BIOLÓGICA DE DOÑANA (CSIC)

El director de la Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla, rebaja el entusiasmo y elimina cualquier atisbo de triunfalismo: “El agua solo sirve para evitar que se sigan produciendo daños, estamos lejos de recuperar la marisma y las lagunas. Esto para la degradación, sirve para el consumo humano en la cuenca del Guadalquivir y los cultivos de invierno como el cereal se podrán plantar”. Revilla recuerda que Santa Olalla ya se empezó a recuperar cuando los veraneantes abandonaron Matalascañas el 1 de septiembre, porque el nivel freático subió al disminuir las extracciones para el consumo del turismo.

Históricamente las lluvias llegaban a Doñana en otoño y primavera, pero en la última década la tendencia ha variado y ahora llueve sobre todo en invierno, un patrón extendido en todo el arco mediterráneo, advierten los expertos. Estas lluvias recientes se han producido en el invierno meteorológico, que comenzó el pasado 1 de diciembre.

El agua caída ha devuelto la vida a los humedales más significativos y ha revitalizado su riqueza, pero también la de las extensas marismas de Doñana, donde paran asimismo las aves migratorias de camino a África. El responsable científico del programa de seguimiento del parque, Javier Bustamante, resalta la gran resiliencia de Doñana: “200 litros no es mucho porque solo para que el terreno se empape requiere 100 litros. La lluvia crea oportunidades para especies y permite que se vayan recuperando y haya explosiones de especies como la ranita San Antonio y el gallipato [un tritón]”.

La laguna de Santa Olalla, este lunes, desde una de sus orillas. / CARMEN DÍAZ (CSIC)
La laguna de Santa Olalla, este lunes, desde una de sus orillas. / CARMEN DÍAZ (CSIC)

Entre las especies beneficiadas por las últimas lluvias destacan también los sapos de espuelas, el sapillo pintojo o el sapillo moteado junto a las libélulas, que pueden eclosionar ahora. “En ocasiones las especies hacen su inversión, pero como luego no hay agua suficiente, hay un fracaso reproductivo. Con la inundación la planta germina, pero si se seca no produce semillas y va hacia abajo, este fracaso agota la resiliencia de las plantas”, ilustra Díaz.

En la actual invernada de la reserva, están censadas 87.488 aves acuáticas, la cifra más baja en las últimas cuatro décadas y muy lejos de los 470.000 ejemplares contabilizados en la temporada 2020-2021, según los datos de los censos aéreos realizados por la Estación Biológica de Doñana y previos a las últimas lluvias.

Ante el deterioro progresivo del parque, las Administraciones han reaccionado tras los gritos de alerta de los científicos y los ecologistas. La Junta andaluza (PP) ha dejado atrás el plan de la derecha cuando hace un año propuso aumentar el regadío de fresas en 1.460 hectáreas al borde de Doñana mediante una proposición de ley que ahora solo ha repescado Vox. Y el Ministerio para la Transición Ecológica presentó hace tres semanas un plan de choque con 356 millones para comprar fincas agrícolas, trasladar sondeos para Matalascañas y ejecutar obras de canalización que recuperen el acuífero y las marismas. Ambas Administraciones se reunirán el próximo 28 de diciembre, en una cita del secretario de Estado de medio ambiente, Hugo Morán, con el consejero andaluz de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, Ramón Fernández-Pacheco. El objetivo es impulsar actuaciones conjuntas que refuercen la gobernanza en la reserva, dado que las competencias de agua son del Ministerio y las de agricultura de la Junta, ambas están por completo entrelazadas y su éxito depende de que vayan de la mano.

Vista aérea de la laguna de Santa Olalla, este lunes. ICTS/ Estación Biológica de Doñana
Vista aérea de la laguna de Santa Olalla, este lunes. ICTS/ Estación Biológica de Doñana

En el último Consejo de Participación de Doñana celebrado la semana pasada Fernández-Pacheco admitió que el plan de la Junta para proteger el acuífero de Doñana y vigente desde 2014 tiene carencias muy graves. La delegación onubense de esta consejería advirtió en dicho consejo de que era urgente dotar de personal y fondos económicos para cumplir objetivos ignorados durante ocho años, y el consejero recogió el guante y dijo que su intención era corregir el rumbo tras una legislatura entera perdida por su antecesora, Carmen Crespo. Preguntado por este diario su número dos, el viceconsejero andaluz Sergio Arjona, por cifras de inversión y personal, echó balones fuera: “Pronto se sabrá”, alegó escueto.

Todo apunta a que las recientes lluvias reforzarán el cambio de estrategia política de la Junta y la apuesta inversora del Ministerio para dar un respiro a la biodiversidad de Doñana y que así florezca de nuevo.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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