12 fotosLas caras del voluntariadoLas caras del voluntariado 21 ene 2011 - 08:16CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceMónica Guachamin es ecuatoriana, tiene 38 años y lleva una década en España. Entre semana trabaja cuidando niños. Los domingos, de 10 a 11.30, reparte desayunos a personas sin recursos. Ofrece café con leche, bocadillos o bollos a través de una ventanilla en la iglesia de las Misioneras del Santísimo Sacramento, conocida como Cachito de cielo, en el barrio de Chueca en Madrid. Empezó hace ocho años: "Conocí a las madres y me dio curiosidad". ¿Por qué alguien regala más de dos horas -organizar el servicio, poner desayunos, limpiar- de un domingo por la mañana? "A mí es algo que me nace". Lleva ocho años acudiendo a su cita dominical en Cachito de cielo, pero ver a tantas personas necesitadas -la mayoría sin techo, pero también algunas que están empezando a sufrir dificultades económicas- le sigue conmoviendo: "Al llegar a casa, me siento muy mal". (Foto: D.R. Nelson. Texto: R. Seco)Andrés Martínez, administrativo de 40 años, se inició en el mundillo del voleibol en 1995. Hoy sigue involucrado, no solo como jugador en el Club de Voleibol de Boiro (A Coruña), sino también como entrenador sin cobrar. Quince años de voluntariado dan para mucho: "Todo lo que implica sacrificio es difícil y piensas en dejarlo, muchas veces". Pero asegura que el esfuerzo le compensa: "Ser una referencia y una ayuda para todos estos chicos y chicas es lo mejor. No solo eres su entrenador... eres su amigo. Algunos dicen que soy como su segundo padre. Imagínate la emoción". (Foto: Circuito Barbanza Voley Playa. Texto: R. Seco)Irene Sánchez donó sangre por primera vez a los 18 años. Desde entonces, hasta los 30 que tiene ahora, no ha parado. Lo hace un par de veces al año, cuando las unidades móviles de Cruz Roja o de la Comunidad de Madrid se acercan a su trabajo, en un polígono al este de la capital. Le quita importancia a su gesto: "No me cuesta ningún esfuerzo, y sangre hace falta. Aunque ha intentado animar a sus compañeros a unirse, reconoce que al final suelen donar quienes ya tienen costumbre. Irene ha realizado otros tipos de voluntariado en el pasado: "El hecho de que hayas sido voluntario quizá sí hace más posible que dones sangre. Al revés, no tanto". (Foto: D.R. Nelson. Texto: R. Seco)Clases de español a prostitutas extranjeras o cursos de relajación en cárceles madrileñas. F.S., directivo de una multinacional jubilado de 62 años, ya sabía lo que era ser voluntario antes de llegar al Teléfono de la Esperanza. "Siempre tuve tendencia a ayudar a los demás y, al jubilarme, me hice voluntario", afirma. Desde hace dos años, tras superar una entrevista y un curso de formación, acude a un chalé de Madrid y pasa cerca de 23 horas mensuales colaborando. Alguna que otra noche y fin de semana incluido. Su labor consiste en realizar una escucha activa: "Coges la llamada, intentas comprender el problema y orientas. Solo si es necesario los ponemos en contacto con un profesional", afirma. En 2009, el teléfono atendió 131.520 llamadas. "La gente que llama es muy normal, simplemente tienen un momento de crisis, están bloqueados", señala F. Además de asistencia telefónica, la organización ofrece cursos, talleres y grupos de autoayuda para mejorar la "salud emocional". (Foto: B. Lamas. Texto: B. Lamas/R. Seco)Ángel Vázquez, geógrafo de 32 años, se ha sentido vinculado a la Naturaleza desde pequeño. Por esta razón, de mayor decidió que dedicaría parte de su tiempo a cuidar de su entorno como "complemento altruista" a su labor profesional. Se implica a menudo en actividades como el día de plantación de árboles en el parque regional del sureste en San Fernando de Henares, en Madrid. La organización ecologista WWF y la Asociación Centro Trama organizan este tipo de jornadas, con voluntarios que reforestan terrenos con especies autóctonas y limpian espacios naturales. (Foto y texto: D.R. Nelson)María (izquierda en la foto) y Paula (derecha) se conocieron estudiando Farmacia. Las dos se han apuntado a otra forma de pasar las vacaciones: hacer un voluntariado en el extranjero. A Paula se le acaba el contrato de trabajo a finales de año y quiere irse tres meses a ayudar, conocer otras culturas y vivir una experiencia distinta. María le cuenta su experiencia en Turkana (Kenia) el verano pasado. "Después de solo 15 días de voluntaria yo noto que he cambiado. Ahora aprecio mucho más los pequeños privilegios de los que disfrutamos, como poder beber un vaso de agua cuando llegas a casa, una almohada o el simple hecho de comer", explica. Según Cooperatour, una sociedad sin ánimo de lucro que ofrece voluntariado en América Latina, la mayoría de sus voluntarios se van dos o tres semanas, en vacaciones. María ahora ofrece su ayuda a personas sin techo en Madrid. Tras la charla, Paula parece aún más convencida de que se quiere ir, aunque todavía le queda por decidir a dónde. (Foto y texto: M. Álvarez)A juzgar por su agenda, nadie diría que Vicente Ballestero, de 77 años, está retirado. Hace 15 años este madrileño se jubiló y pasó de trabajar como ingeniero técnico a ser voluntario a tiempo completo. Los lunes, miércoles y viernes acompaña a personas invidentes afiliadas a la ONCE. Los martes y jueves hace de guía en el Museo de la Ciudad de Madrid. Los martes por la tarde acompaña a los enfermos en el Hospital Universitario de La Princesa y aún le queda tiempo para prestar asistencia a domicilio los sábados. Con todo, rechaza ser tildado de supervoluntario. "Hay mucha gente que necesita ayuda y si te organizas y quieres, puedes hacerlo", afirma. (Foto y texto: S. Saleh)María Alventosa (Valencia, 1961) estudió Antropología y es azafata de vuelo desde los 19 años. En 1991 fundó la ONG de Iberia Mano a Mano con ayuda de unos compañeros y amigos. Esta organización utiliza el espacio libre de las bodegas de los aviones de Iberia para transportar ayuda a países a los que vuela la compañía, sobre todo Latinoamérica y Centroamérica. "En mis viajes veía las carencias de esos lugares", recuerda Alventosa. "Al principio hasta empaquetaba las cajas en mi casa. Pero era muy gratificante entregar los paquetes en mano", afirma. Con el tiempo, Iberia se implicó al ver la oportunidad de realizar un voluntariado corporativo, "con uniformes y todo". En la actualidad continúa como voluntaria de Mano a Mano, pero no duda en colaborar en otros proyectos en los que se sienta involucrada. (Foto y texto: B. Lamas)Sandra, de 23 años, tiene medio siglo menos que las personas a las que acompaña una tarde a la semana. Desde el pasado mes de septiembre, esta psicóloga recién licenciada se sienta con un puñado de los 300 internos de la residencia de mayores Nuestra Señora del Carmen, en Madrid. Unas veces pintan, otras hacen manualidades. En estas fechas, dedican el tiempo a organizar un Belén viviente. ¿Qué motiva a una joven a dedicar su tiempo a los demás? Ella asegura que el voluntariado es simplemente algo que siente que debía hacer, una manera de "entender la vida y aprender de otras personas". (Foto y texto: D.R. Nelson/R. Seco)De lunes a viernes, Roberto Rubio, de 34 años, es funcionario en el área sanitaria del Ayuntamiento de Madrid. Pero cuando recibe una llamada urgente pide vacaciones o unos días sin sueldo y se marcha a Haití, Ecuador, Indonesia o Pakistán. Es voluntario para emergencias en la ONG que creó en 2005, SAR España. Su organización hace cooperación internacional al desarrollo y colabora en situaciones de emergencia: medio centenar de voluntarios se desplazan a donde los llamen para prestar apoyo logístico, sanitario... Rubio lleva desde adolescente haciendo voluntariado: "Es algo innato. Al que es solidario, le nace de dentro". Reconoce que es difícil compatibilizarlo con el empleo y la familia. Por ello, una de sus metas para 2011 es ser voluntario a tiempo completo. (Foto: SAR España. Texto: R. Seco)Eloísa Hoyos, de 30 años, empezó en el voluntariado a modo de trampolín laboral: "Tras cursar un máster en cooperación internacional en Madrid, decidí buscar una ONG para realizar prácticas y complementar mi formación. Trabajé dos años como voluntaria en una fundación para el desarrollo en el área de cooperación". En 2005 surgió la oportunidad de ser contratada en la misma ONG como responsable del departamento de sensibilización, cargo que ha ocupado hasta 2010. "Gracias al trabajo previo como voluntaria pude desempeñar mi labor de forma exitosa". Eloísa trabaja actualmente sobre el terreno para una ONG en Bolivia. Cree que a ella el voluntariado le ha aportado una "buena formación profesional" para trabajar en cooperación internacional. (Foto: E. Hoyos. Texto: F. Simula)D.R.P. tiene 22 años y es estudiante de la Universidad Autónoma de Madrid. Durante seis meses colaboró en una importante ONG de ayuda a refugiados. "Realizaba tareas de comercial recaudando fondos a pie de calle", recuerda. "Aunque ayudaba, no servía para solucionar el problema". Después de varios problemas de organización internos, le comunicaron que ya no necesitaban sus servicios. Desde hace cinco meses colabora con una organización de atención a personas con dependencia. "Estamos mucho más cerca de los que necesitan ayuda, no hay comparación", afirma. (Foto y texto: B. Lamas)