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Cómo cuidar el corazón del deportista... de más de 40 años

En torno al 50% de los adultos practica algún deporte como aficionado, muchos de ellos, tras un parón en los años previos. Los especialistas recomiendan hacerse ciertas pruebas para vigilar la salud cardiaca. El control de los factores de riesgo sigue siendo clave

"En torno al 15% de las consultas que tenemos son personas deportistas que quieren hacerse un reconocimiento y saber cómo está su salud cardiaca", afirma el doctor Juan Enrique Puche.

El deportista que lo fue, que paró por un tiempo y que ahora quiere retomar la actividad es uno de los casos más comunes en la consulta del doctor Juan Enrique Puche, especialista del servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Málaga. “Vemos muchos pacientes de entre 40 y 50 años que solían jugar al fútbol o correr y que, por ejemplo, han hecho un parón por la paternidad y ahora quieren volver. Y no se fían de la respuesta de su cuerpo”, explica. Ese no fiarse es una precaución fundada, prosigue el doctor: “A partir de los 40 años conviene hacerse varias pruebas básicas para evaluar la salud de nuestro corazón antes de lanzarse a la actividad deportiva intensa”. Más todavía si el deportista es hombre, especifican los especialistas, ya que las mujeres, hasta la menopausia, están muy protegidas hormonalmente de este tipo de afecciones.

Lo dice con conocimiento de causa: es una situación cada vez más común. En un sondeo rápido entre familiares y amigos, es más que posible que, en la era en la que el deporte se ha convertido, para muchos, en un estilo de vida, nos encontremos a más de un o una deportista aficionada: runners, triatletas, jugadores de fútbol y tenis, practicantes de crossfit, ciclistas… Y, también, a algún valiente que pretende pasar de cero a cien. “Por ejemplo, alguien que de nuevas quiere hacer un ironman [un triatlón que combina natación, ciclismo y carrera a pie]. A partir de edades determinadas hay que tener cierto cuidado. Además de cualquier prueba, sobre todo, conviene tomárselo con calma. Empezar poco a poco y con prudencia”, recomienda Puche.

¿Qué pruebas hacerse y por qué?

El auge del deporte aficionado es un hecho demostrado. En los años ochenta, prosigue Puche, tan solo el 25% de los españoles hacía deporte con regularidad. En el 2022, más del 50% de personas adultas lo practican y el número de federados sobrepasa los cuatro millones. “En torno al 15% de las consultas que tenemos son personas deportistas que quieren hacerse un reconocimiento y saber cómo está su salud cardiaca, si pueden nadar o hacer ciclismo, por ejemplo, con seguridad”, detalla.

Unas pruebas que, interviene Miguel Orejas, especialista de la unidad de Cardiología Deportiva del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid), dependen en gran medida de la edad de iniciación al deporte: “No es lo mismo el corazón de un deportista de toda la vida que uno que empieza ahora. El deporte tiene que ser progresivo y, a partir de una edad, que a grandes rasgos podemos situar en los 40 años, es muy recomendable hacerse un chequeo cardiovascular previo a la práctica, para luego repetirlo sistemáticamente”.

¿Qué precauciones conviene tomar si vamos a practicar deporte?

Antes de los 40 años:

  • Las principales enfermedades del corazón en jóvenes son cardiopatías de carácter hereditario y anomalías coronarias congénitas.
  • Para detectarlas y prevenirlas, hay que realizar una historia clínica, una exploración física y un electrocardiograma en reposo.

A partir de los 40 años:

  • En esta franja de edad, el 85%-90% de las enfermedades cardiológicas provienen de afecciones coronarias.
  • Antes de lanzarse a la práctica deportiva, conviene hacerse un chequeo médico, llamado predeportivo, que incluya historia clínica, antecedentes, exploración física, electrocardiograma, ecocardiografía y, en algunos casos, cuando el riesgo cardiovascular se estime alto y la intención sea la de practicar deporte con intensidad moderada o alta, una prueba de esfuerzo.
  • Los especialistas recomiendan también controlar los factores de riesgo cardiovascular, como el colesterol, la presión arterial, el tabaquismo, la alimentación o el sedentarismo.

El objetivo de estos chequeos cardiovasculares o predeportivos, explica Luis Serratosa, responsable de la unidad de Medicina del Deporte de Olympia Quirónsalud (Madrid), es “prevenir y evitar infartos, la primera causa de muerte en la sociedad occidental”. Y añade: “A partir de los 35-40 años, entre el 85% y el 90% de las afecciones cardiovasculares tienen causas coronarias, aquellas que impiden que el corazón reciba la sangre necesaria, en general por el efecto del colesterol en las arterias”.

Para adelantarnos a estas afecciones, además de realizar un electrocardiograma y una ecografía cardiaca, por regla general habrá que evaluar los antecedentes del paciente, la alimentación, si es fumador o si ha tenido algún síntoma, como dolores en el pecho o falta de respiración, entre otras cosas. “Con todo eso elaboramos una valoración del riesgo cardiovascular. Y, ante cualquier sospecha, podemos realizar pruebas adicionales, como una de esfuerzo máximo o un TAC de coronarias, para descartar cualquier peligro”, añade Serratosa.

¿Cómo se relaciona el deporte con el riesgo cardiaco?

Según la Sociedad Española de Cardiología, “entre el 74% y el 94% de las muertes ocurridas durante la práctica deportiva se deben a causas cardiovasculares, siendo la patología de este tipo la causa más frecuente de muerte súbita. Además, su incidencia en las personas que practican actividad deportiva intensa es mayor que en las que no lo practican”.

La cuestión, para los especialistas, es dirimir cómo se relaciona exactamente la práctica deportiva con las afecciones cardiacas. Los expertos consultados en este reportaje explican que el ejercicio físico de alta intensidad y prolongado provoca un aumento transitorio del riego sanguíneo y la tensión arterial, sobre todo en el caso del deporte aeróbico, como los grandes maratones, el ciclismo, los triatlones o el remo. El motor cardiaco, por así decir, acelera y funciona a altas revoluciones durante un periodo extenso de tiempo. Ese aumento de la actividad del corazón, que es un músculo que bombea sangre, favorece la aparición de dolencias cardiacas ya latentes, aquellas derivadas de factores de riesgo preexistentes como el tabaquismo, el colesterol alto, la hipertensión, la obesidad o los antecedentes familiares.

Así se adapta el corazón al ejercicio físico

Cuando se hace deporte con frecuencia e intensidad, el corazón -que es “un músculo con un sistema eléctrico”, indica el doctor Serratosa- se adapta de la siguiente manera:

El órgano se agranda. Crecen y se fortalecen las paredes y cavidades del corazón, sobre todo el ventrículo izquierdo, lo que permite que el corazón se contraiga y bombee sangre con más eficacia. El objetivo es que sean necesarios menos latidos para alcanzar el mismo gasto cardiaco y, por tanto, el mismo rendimiento.

La frecuencia cardiaca se ralentiza. Esta variación de la velocidad de los latidos del corazón provoca que, tanto en reposo como en actividad, las pulsaciones sean más bajas. Por tanto, para una misma intensidad de ejercicio notaremos un pulso más bajo.

Aumenta la eficiencia del sistema cardiovascular en general. Con el mismo número de latidos que otra persona que no hace deporte, el cuerpo movilizará más oxígeno.

Señala Serratosa que, “cuando pensamos en deporte y fallo cardiaco, la imagen que nos viene a todos es la de la muerte súbita. Hemos visto a futbolistas que se desploman en directo y es lo que más nos preocupa, pero lo cierto es que son casos muy poco frecuentes, aunque hay que tratar de evitarlos”.

El doctor resalta que las muertes súbitas no son producto directo del ejercicio físico, aunque el deporte intenso puede tensar la salud cardiaca. Y distingue las causas de estas paradas cardiacas según la franja de edad. “En los menores de 35 años, la muerte súbita se asocia a cardiopatías hereditarias (enfermedades que afectan al músculo o al sistema eléctrico) y anomalías congénitas de las arterias coronarias”. Para detectar estas enfermedades, Serratosa recomienda un chequeo de cribado a partir de los 12 años con periodicidad bianual, que incluya historia clínica con antecedentes familiares y personales, exploración física y electrocardiograma de reposo, una prueba los clubes deportivos suelen hacer para descartas soplos en los jóvenes.

En los menores de 35 años, la muerte súbita se asocia a cardiopatías hereditarias (enfermedades que afectan al músculo o al sistema eléctrico) y anomalías congénitas de las arterias coronarias

En los mayores de 35 años, en cambio, las causas mayoritarias de muerte súbita, como sucede con la generalidad de las afecciones cardiacas en esta franja de edad, provienen de la enfermedad coronaria ateroesclerótica, la obstrucción por colesterol de ciertas arterias. “En estos casos deberíamos hacer un chequeo de cribado, valorar la historia personal y los antecedentes y una analítica de sangre. Y si detectamos un riesgo cardiovascular elevado y se quiere practicar deporte de intensidad moderada o alta, es recomendable hacer una prueba de esfuerzo máxima”. Si aún así la prueba de esfuerzo es dudosa o sugiere una enfermedad coronaria, indica Serratosa, se recurrirá entonces a “pruebas de imagen de mayor poder diagnóstico, como el TAC de coronarias”.

Lo esencial: controlar los factores de riesgo y hacer deporte

Juan Enrique Puche explica que, además de hacerse los reconocimientos y pruebas médicas pertinentes, lo que cada persona deportista (y no deportista) debe vigilar son los factores de riesgo cardiovascular. “Es un terreno infravalorado. La tensión hay que controlarla, no tiene por qué dolerte la cabeza para ser hipertenso; también el colesterol que, como hemos visto, es la principal causa de enfermedad coronaria en edades adultas y, por tanto, de infarto; el tabaquismo, responsable del 30% de los infartos, o la obesidad. En otras sociedades se previene, no se cura”, reivindica.

La vigilancia de estos factores es más sencilla que nunca. “Además de consultar al especialista, contamos con dispositivos portátiles para medir la frecuencia cardiaca y las pulsaciones, por ejemplo. O relojes inteligentes que pueden hacer un electrocardiograma e indicar los latidos por minuto. O bandas que se ponen en el pecho y monitorizan las respiraciones por minuto”, señala el doctor Orejas. “Todo ello, para facilitar la identificación y detección de taquicardias, arritmias, palpitaciones... Ante cualquiera de estos síntomas hay que acudir al médico sin dudar”, prosigue.

La piedra angular de la salud cardiovascular, dice Puche, es el propio deporte, que conforma un círculo virtuoso: poder practicarlo sin riesgo ya es síntoma de buena salud cardiovascular, y a su vez su práctica redundará en beneficios múltiples y acumulativos, como “la prevención de la obesidad y la hipertensión, una mayor eficiencia del sistema cardiovascular, la reducción de la inflamación y el estrés, e incluso la quema de más calorías en reposo”, señala el especialista, que indica que la recomendación generalizada es practicar media hora de deporte aeróbico durante cinco días a la semana y alternarlo con dos días de ejercicio anaeróbico. Para terminar, Puche da un dato más sobre la importancia del deporte para la salud: “Se ha demostrado que por cada incremento de 1 ml/kg/min en el consumo de oxígeno máximo [algo que se consigue ejercitándose], la mortalidad se reduce entre un 10% y un 15%. Si tú haces deporte y aumentas ese consumo máximo, estás reduciendo literalmente la probabilidad de morirte”.

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