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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una pérdida para Europa

Un político del que todos podemos sentirnos orgullosos, más allá de nuestro color político

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, conversa con la viuda y las hijas de Manuel Marín.Vídeo: Javier Lizón (EFE)

Un gran europeísta y un gran humanista, con el que he compartido trabajo, ideas, pasiones y hasta cigarrillos, en las pausas entre reuniones de la Comisión Europea. Un político del que todos podemos sentirnos orgullosos, más allá de nuestro color político. Su marcha es sin duda una pérdida no solo para España, sino también para Europa, porque con él se va también un trozo de la historia de la construcción de esta nuestra Unión Europea, tanto querida y a veces injustamente criticada.

Europeísta sincero y convencido, Manuel confiaba en el proyecto europeo como la mejor herramienta para conseguir nuestro desarrollo. Para él, Europa no solo tenía que ser un éxito en términos de prosperidad y de eficiencia, sino también un proyecto con alma, humano y humanista, basado en valores como la igualdad y la solidaridad. De hecho, fue él quien, bajo la presidencia de Delors, dio impulso a la creación de ECHO, la oficina europea para la ayuda humanitaria, que luego yo misma contribuí a reforzar durante mi mandato como comisaria europea. También fue uno de los artífices del programa Erasmus, sin duda uno de los logros más evidentes y más tangibles de la UE contribuyendo a sacar adelante las negociaciones desde su cargo de comisario europeo de Educación, Empleo y Asuntos Sociales. Esta era su manera de entender Europa, una Europa solidaria y que mira hacia el futuro.

Le recuerdo con cariño. Como un gran trabajador, un hombre serio y metódico que, al conocerle mejor, desvelaba su gran corazón de hombre mediterráneo. Recuerdo que, en los años que compartimos en Bruselas, durante largas reuniones solíamos charlar en las pausas de trabajo. Me contó un día que había justo dejado de fumar. El día siguiente me pidió un cigarrillo, y así siguió haciéndolo durante mucho tiempo. Y así, de charla en charla y de cigarrillo en cigarrillo, acabamos siendo muy buenos amigos. Lo echaré de menos.

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