Enviado especial al 15 de junio

Repasar tres viejos periódicos de difusión nacional que se publicaban en junio de 1977 y que hoy ya no existen (Arriba, Pueblo y Ya) constituye un apasionante viaje por el túnel del periodismo.

Quizá la más fuerte impresión se produce al comprobar que entonces la vida valía mucho menos. Por ejemplo, la victoria de Ángel Nieto en el Gran Premio de Yugoslavia de Motociclismo, el 17 de junio, obtiene el titular en el diario Arriba, mientras que la muerte del suizo Ulrich Graf en esa misma carrera queda relegada al subtítulo. Y en Pueblo se puede hallar el día 14 este encabezado: “16 bombas contra la democracia”. Una de las explosiones mató a una persona, pero esto no aparece ni en el subtítulo: solo se ve en el texto.

Los titulares se solían escribir entonces con mayúsculas y sin tildes, lo que originaba dobles lecturas chuscas (en el País Vasco hubo millones de perdidas por las inundaciones). Las informaciones rara vez aparecían firmadas por un periodista, y se podían hojear 16 páginas seguidas con una sola foto entre ellas.

Se consideraba digno de encabezar una plana que el Rey asistiera a unas maniobras aeronavales o que se celebrase el Día Nacional de la Caridad; cualquier nombre propio venía precedido de “don” o “doña” (así fuera un leñador), muchas fotos se publicaban sin pie y se prestaba más atención a los hechos que a las personas. Así sucede con la detención de dos monjas de Málaga en la jornada electoral por repartir propaganda… ¡del PCE! Y nos quedamos con las ganas de saber algo más sobre la sin duda interesante trayectoria personal y política de esas dos religiosas.

El rumor no estaba entonces desprestigiado, y algunas noticias empezaban así: “Según insistentes rumores…”. Quizás por eso lo verosímil y lo imposible andaban de la mano, como muestra este titular en el diario Ya del 11 de junio: “¿Es posible el trasplante de cabeza?”. En el texto, el “eminente neurocirujano norteamericano Robert J. White” declaraba que en 10 años sería viable. Bueno, de momento solo se ha llegado a los trasplantes de cabello.

Aquellos diarios respiraban, sí, con una cierta ingenuidad que ahora parecería prehistórica. Arriba, por ejemplo, publicaba esta noticia de Europa Press:

Dos semanas antes de las elecciones, las tendencias electorales de las grandes coaliciones en cuanto a preferencias del electorado eran, en síntesis, las siguientes:

• Extrema derecha: sin variación.
• UCD: sube bastante.
• Federación de la Democracia Cristiana: mejora algo.
• PSP: fluctúa.
• PSOE: mantiene posiciones.
• PCE: sin variación.
• Extrema izquierda: mejora algo.
• Indecisos: disminuyen.

Ni ficha técnica, ni porcentajes, ni empresa encuestadora, ni antecedentes.

Pero también se publicaron encuestas detalladas, por supuesto, con todos los requisitos de ahora. Y bastante certeras.

Aquel candor de los albores democráticos se aprecia asimismo en el primer renglón de la Crónica del día siguiente (ahora se usaría el anglicismo “crónica del día después”) que firmaba el día 19 Pedro Rodríguez, estrella del Arriba. Decía así:

“Madrid. (Crónica de nuestro subdirector, enviado especial al 15 de junio)”.

Aquel “enviado” a la fecha electoral parecería hoy más bien un agente del Ministerio del Tiempo.

Esa ingenuidad se daba incluso en el fútbol. Cuando Luis Aragonés renueva en esos días como entrenador del Atlético, declara: “Me han subido el contrato, pero yo no pedí más”. Y la noticia del Arriba da la gran explicación: “El hecho de ganar la Liga puede que haya influido muy determinantemente en la continuidad de Luis al frente de los rojiblancos”.

Los diarios públicos mantenían una aceptable neutralidad informativa, incluso de equilibrio editorial. Y planteaban con equidistancia los retos que habrían de abordarse enseguida. Por ejemplo, el diario estatal de fundación falangista Arriba señalaba el día 16: “Hay que resolver el problema que plantean los 300.000 abortos ilegales y realizados en circunstancias penosas y peligrosas para la madre”.

El léxico empleado, por supuesto, chirriaría mucho ahora. Se hablaba de políticas “en favor de los subnormales” (entonces eufemismo de “mongólicos”), se titulaba “un gitano muerto y otros quince heridos”, el País Vasco se llamaba “las Vascongadas” y el Athletic Club era “el Bilbao”. Sin embargo, no se aprecia ningún ánimo de ofender con esos nombres, habituales en aquella época.

Un descuido general hacia las palabras permitía que los terroristas fueran “activistas”, que a los reclusos de ETA se les denominara “presos políticos”, incluso en Arriba, y que los etarras fugitivos en Francia fueran “refugiados vascos”.

La misma desatención propiciaba que en Ya el apellido del nuevo presidente del Sóviet Supremo de la URSS se escribiese un mismo día de tres formas en tres titulares: Breznef, Breznev y Brezhnev.

En los Deportes, una actividad casi proscrita hoy como el boxeo podía abrir la sección continuamente. En aquellas fechas se hablaba del inminente combate Perico Fernández-Muangsurin. El “thailandés” (así se escribía, con hache) declaraba: “Voy a tumbar a Perico”. Y al poco replicaba el aragonés: “Le tengo unas ganas al chino. No dice más que tontadas”.

Pero ganó “el chino”.

En ese recorrido, por algunas páginas no pasa el tiempo. Florentino Pérez ya hacía declaraciones (como delegado municipal de Medio Ambiente de Madrid), Fernando Savater hablaba sobre filosofía en una entrevista, los emigrantes encontraban insuperables trabas para votar… y, por si fuera poco, un titular del día 17 decía: “Piden un control democrático en RTVE”.

La España de la caverna y la que se abría paso hacia la luz se enfrentaban cada día en las páginas de los diarios. Véanse tres ejemplos:

El 14 de junio, en Pueblo, el dibujante Ramón le hacía decir a un atildado personaje: “Qué tiempos de confusión éstos en que un 95% de los españoles se permiten decidir los destinos de todo el país”.

Manuel Fraga (fundador del partido del que nacería el PP) advertía: “Quien insulta a Franco insulta a Alianza Popular”.

Y Pueblo titulaba: “Luis Pastor, prohibido en Logroño. El Gobierno civil estima que no es conveniente cantar en estos días”.

Se podía comprender, pues, que la gente se hiciera un lío. Quizás por eso el famoso presentador televisivo Alfredo Amestoy declaraba el 14 de junio: “Soy del PCE en el cerebro, liberal en el corazón y de cintura para abajo conservador”. Él solito ya habría garantizado con eso la investidura. Incluso ahora.